Alrededor del mundo, muchos países están sumidos en situaciones de conflictividad social, política y económica, lo cual genera inestabilidad en muchos órdenes de la vida. Muchos pueden preguntarse hacia dónde se encamina toda esa situación en medio de mucha zozobra, estrés, depresión, inestabilidad, dolor, confusión, hipersensibilidad y reactividad e incertidumbre. Es por eso que es muy importante que a pesar de toda la carga de malestar que padecemos y de la violencia de la que somos testigos a diario, mantengamos cierto equilibrio y cordura. Es vital que no dejemos de lado nuestra salud mental, siendo uno de los soportes emocionales vitales nuestros afectos y también nuestras metas personales. No se puede perder el norte ni dejar de lado los sueños y proyectos de vida.
Es necesario buscar refugio en el amor, el eros, nuestro amor propio, por nuestros seres queridos, nuestras parejas, nuestra familia. No es saludable dejarse llevar por todo el odio y la hostilidad, que si bien son emociones perfectamente válidas y que forman parte de nuestra psique, es importante que sean canalizadas y sublimadas con el fin de producir y construir, no solo dejarse llevar por los instintos de destrucción y disolución.
Las energías en conflicto
La naturaleza humana suele moverse siempre frente a lo que Freud llamó Eros y Thanatos, respectivamente, los instintos de vida y muerte, utilizando el nombre de dos dioses de la mitología griega. Eros, el instinto de vida, cuya característica es la tendencia a la conservación de la existencia, la unión y la integridad. Mientras que Thanatos, por el contrario, es el instinto de la muerte y designa las pulsiones que tienden hacia la autodestrucción con el fin de hacer que el organismo vuelva a un estado inanimado, a la desintegración, hacia la muerte, hacia el fin de todo a través de la agresividad y la violencia.
En el aparato psíquico del hombre están presentes ambos desde que cada individuo nace, de hecho nuestra esencia más profunda consiste en impulsos instintivos que tienden a la satisfacción de necesidades primitivas. Estos impulsos no son en sí ni buenos ni malos, sino que dependen de cada situación y se van transformando en nuestro camino evolutivo y de adaptación. Entre ellos hay una permanente lucha que crea tensión, tanto en el individuo como también en la sociedad, sin embargo, lo ideal es que permanezcan en equilibrio.
Nadie puede negar que vivimos permanentemente debatiéndonos entre el bien y el mal, entre la alegría y la tristeza, las emociones llamadas como positivas y negativas. Particularmente en este momento histórico, como en todo ciclo, estamos atravesando por la prevalencia de uno de ellos, por eso se convierten en días muy difíciles. Pero al igual que cada etapa, esta también pasará, por eso hay que ser pacientes, ecuánimes y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para preservar la paz interna. En suma, el tánatos forma parte esencial de la vida misma y no puede ser negado, sino comprendido e integrado.
Sin embargo, lo más difícil de entender y aceptar es que el hombre no es solo una criatura tierna y necesitada de amor, sino, por el contrario, que es un ser capaz de las peores pasiones y sentimientos. El prójimo para él no es solo alguien amigable, sino un medio para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo, según el mismo Freud.
La pulsión y las expresiones del deseo
Recordemos que lamentablemente la sociedad tiene formas de control como la libidinización de los objetos y de las relaciones alentadas por el sistema. Vivimos en medio de necesidades “creadas” y mucha represión producto de nuestra forma de vida, lo que hace que muchas personas manifiesten ese grado de odio debido a que están terriblemente neurotizadas, por no poder tener lo que desean y tampoco se sienten libres para ser felices, amar, e incluso tener una vida sexual satisfactoria. Todo esto se junta y crea una mezcla realmente explosiva. Tánatos busca así dos caminos: la autodestrucción del individuo o de la comunidad, o la exteriorización como pulsión de destrucción dirigida hacia la sociedad u otras personas.
El término pulsión es un proceso dinámico consistente en energía que hace tender al organismo hacia un fin. En la teoría de las pulsiones, expresada en la obra de Freud “El Malestar en la Cultura” también se adjudica al hombre una inherente pulsión de odiar y aniquilar, afirma que “la tendencia agresiva es una disposición instintiva innata y autónoma del ser humano que constituye el mayor obstáculo con el que tropieza la cultura.” De allí que está en nuestras manos sublimar y trabajar con todas estas energías que se mueven dentro de todos y que aprendemos a controlar desde que somos parte de una sociedad. La idea debe ser encontrar el equilibrio entre las demandas individuales y las exigencias culturales, pues no vivimos solos y alcanzar así la armonía interna que garantice nuestra supervivencia.
Lee también: «Eros y Psique: El amor predestinado»
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3 respuestas a “Eros y Thanatos: El impulso de vida y muerte”
Me gustan tus letras siempre leo tu blogs. Bendiciones desde Puerto Rico 🇵🇷
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¡Gracias! Es un honor
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Reblogueó esto en FIAT LUXy comentado:
«Eros : el instinto de vida, como tendencia a la conservaciòn de la existencia, a la integridad, a la uniòn. Thanatos : el instinto de la muerte : como tendencia a la autodestrucciòn, hacia la desintegraciòn, hacia el fin de todo, a travès de la violencia y la destruccion:»
En el aparato psìquico humano, estàn presentes ambos, que no son en si mismos, ni buenos ni malos, sino que dependen de cada situaciòn y se van transformando en nuestro camino evolutivo».
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