El síndrome de Rebecca: los fantasmas de los ex y Mercurio Retro

¿Qué es esto que no me deja dormir, que me muestra pensamientos intrusivos y me hace delirar con el miedo de que mi pareja siga pensando en su ex? El llamado «Síndrome de Rebecca» es el nombre que reciben los celos retrospectivos, esto es, cuando la persona que los padece siente celos por la(s) expareja(s) de su pareja actual. Esta circunstancia puede generar gravísimos problemas en la relación, llevando incluso a la disolución.

El nombre del síndrome, que, aunque no sea oficial por parte de la comunidad psiquiátrica, y que es usado para referirse a este tipo de celos, proviene de una novela de la escritora francesa Daphne du Maurier, «Rebecca», que ha sido llevada al cine y versionada para la televisión en distintos países. La primera versión la hizo el excelso cineasta Alfred Hitchcock en 1940, con actuaciones estelares de Laurence Oliver, Joan Fontaine y Judith Anderson y más recientemente podemos encontrar una versión en la plataforma de Netflix.

La historia nos cuenta la vida del adinerado Max Winter, un joven viudo que contrae matrimonio por segunda vez, con una joven mujer de bajos recursos, que servía como dama de compañía a una señora de alta sociedad. Decide llevarla a su casa, una vieja mansión donde vivía con su difunta esposa Rebecca. Una vez ahí, todo el idilio de los días vividos se desvanece y da paso a un escenario que atormenta a la joven, quien, por cierto, no tiene nombre conocido en la historia.

Manderley está bajo el control de un ama de llaves que es fiel de manera obsesiva a Rebecca, convirtiéndose en la guardiana de la memoria y de su presencia latente en la vieja casa de los Winter. Esto nos hace ver que Rebecca es una entidad muy fuerte en ese lugar, ya que ni su desaparición física ha podido apagar su esencia. Es un personaje central, un personaje sin cuerpo, lo que nos hace pensar que fue pensado para que pueda ser cualquiera.

Escucha el Podcast completo sobre «los celos retrospectivos» y el Síndrome de Rebecca

Esta situación, hace que la nueva esposa empiece a ser víctima del fantasma de Rebecca, el fantasma que se labra en su mente y con el cual intenta competir. Lo cierto es que el entramado psicológico de esta obra, nos indica una certeza de todo rasgo celotípico retrospectivo: hay un lugar en el otro amado que jamás voy a ocupar, porque ya lo ocupó alguien más antes que yo. Esto hace que se desaten todo tipo de conjeturas, pensamientos, obsesiones sobre qué hizo la pareja actual en su vida con la otra persona o con las otras personas.

La casa, en el caso de Rebecca, es un símbolo de ese lugar que la esposa muerta sigue ocupando, en tanto que tiene incluso su habitación intacta, una que es mucho más luminosa que le toca a la nueva señora Winter. Un lugar al que ella, de hecho, no puede acceder libremente, sino de manera disruptiva, alterando el orden establecido en la casa. Pero no lo hace desde una perspectiva liberadora, sino como un mecanismo de buscar en ella aquello que la otra fue y que ella no puede llegar a ser.

El fantasma de Rebecca es alimentado por los comentarios en torno a ella que varios personajes pronuncian sobre ella, haciendo la ver como una persona que tenía un enorme poder de seducción y encanto, que se convirtió en una devoradora de hombres. Una imagen que nos trae al arquetipo de Lilith, la primera esposa de Adán, que fue convertida en demonio y simboliza a la mujer fatal, a la mujer que seduce a los hombres y que los arrastra a sus redes de pasión y lujuria.

El retorno de los ex

Se nos hace saber que Rebecca había muerto ahogada en una embarcación cuyo nombre era: volveré. Una sentencia que trastorna en una medida la estabilidad de la joven esposa de Winter. El deseo del celoso, que busca infructuosamente arrebatar a la expareja antagonista un lugar en la vida del otro, es imposible de satisfacer, lo que lleva, en ocasiones, en una vertiente de este síndrome, a tratar de imitar a la otra persona, ya sea procurando ofrecer a la pareja cosas que sabe que vivieron los otros juntos, o modos de actuar, manera de vestirse, visitar lugares que ya recorrió con la otra persona.

El peor temor de una persona con problemas de celos, es que el pasado de su pareja retorne o que se mantenga latente siempre como un referente idílico, que lo lleva a creer que nada de lo que haga le hará tan feliz como aquello que ya no está. Esa voz amenazante que lo lleva a compararse (siempre en desventaja) ante el otro que estuvo antes. Ese pensamiento intrusivo se va a convertir en una verdadera tortura, porque lo fue y que es invariable en la vida pasada.

En tiempos de retrogradación de Mercurio, por ejemplo, suelen aparecer exparejas. Eso puede afectar la relación actual de la persona, cuando no se tiene claro qué lugar ocupa cada quien en la vida de uno. Nos atraviesa la falta de una territorialidad inalcanzable, que nos lleva a convertir a ese otro en una amenaza latente. Especialmente si hay factores que pueden servir de combustible, como una baja autoestima, alguna situación puntual, una crisis de pareja, problemas de comunicación o antecedentes de infidelidad.

Lee más sobre Mercurio Retrógrado y el amor en este post

Los celos retrospectivos llevan a quien los padece a imaginar comparaciones, creer que su pareja piensa en el otro, que se comunica con él o ella, que sueña, que se escribe. Si no está viva la expareja, pues piensa que siempre la otra persona estará primero.

En casos patológicos más avanzados, la persona puede realmente obsesionarse con la expareja, ya sea imitándola, ya sea tratando contactarla, busca conocer la mayor cantidad de información de esa persona, le hace seguimiento en las redes sociales, trata de alguna manera de tener un tipo de control sobre la vida pasada de su pareja actual, en lugar de construir con él sus nuevas experiencias.

Si llegas a reconocerte en alguna de estas descripciones es recomendable que busques ayuda profesional para superar esta situación en pro de tu bienestar y salud mental, así como de la felicidad de tu vida de pareja.

Amada

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