En este pequeño volumen se encontrará la totalidad de los elementos de la Astrología, y todos los cimientos de esos estupendos tomos en folio y cuarto del mismo tema, que fueron producidos en miríadas durante los siglos XVI y XVII, para la debida mistificación del mundo de esa época. El volumen actual está dirigido al lector general, así como al devoto de pura Astrología, si hubiere alguno; o a aquel que ofrece entretenimiento; para el otro, debe contener el interés más resplandeciente. Inclusive al metafísico especulativo suministrará alimento para la meditación; ya que, además de su hipótesis en particular de causa y efecto, desarrolla muchas de aquellas aparentes incongruencias de carácter tan frecuentemente unidas en la misma persona; y este desarrollo, aunque adaptado a la doctrina de las estrellas, aún merece atención; en la medida en que el fenómeno del que trata (en cualquier forma que puede ser producido o regulado) siempre se quedará en su existencia actual. La única traducción inglesa del Tetrabiblos de Ptolomeo, hasta ahora publicada, parece haber sido primero escrita en 1701, bajo el nombre de “La Cuadripartita”
Quizá la Astrología ha sido concebida para que lleve la misma relación con la Astronomía como la Alquimia lo hizo con la Química. Si ésta ha sido la noción, se ha adoptado ciertamente con error, ya que el químico moderno es aún casi un alquimista: es verdad que él ya no pospone su trabajo en deferencia a los planetas, ni tampoco intenta hacer oro, ni destilar el elíxir de la inmortalidad terrena; pero no obstante aún se aprovecha, en cierto grado, de las mismas reglas y los mismos medios como aquellos del viejo alquimista; aún intenta actuar sobre el sutil proceso de la Naturaleza, y aún la imita lo mas que puede. Reduce el diamante a carbón por una operación análoga a aquella por la que el alquimista buscó transmutar el plomo en oro; y difiere principalmen-te del alquimista solamente en haberse asegurado a sí mismo de que hay un punto más allá en que la Naturaleza prohíbe facsímiles. Sin embargo, en grado mínimo, el astrónomo difiere del astrólogo, sino toto caelo: el astrólogo consideró los cuerpos celestiales y sus movimientos meramente como el mecanismo con el cual tejía la trama de sus predicciones; y la Astronomía no es más una parte integral de la Astrología, que el telar es de la red que ha tejido. Para tener una idea de lo que era la Alquimia, es suficiente tener una idea de la Química; pero la Astronomía, en sí misma, nunca dará una noción de la Astrología, que requiere una consideración adicional y diferente.
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Tetrabiblos, de Claudius Ptolemeus: