¿Cuántas veces te encuentras soñando o pensando en tu pareja ideal? ¿Cuántas veces le atribuyes a esa persona cualidades que está lejos de poseer? ¿Cuántas veces te niegas a verla con sus virtudes y defectos, tal cual es y aceptarla? ¿Las comparas con personajes de película o de tu pasado o peor aún la mides constantemente de una forma arbitraria? ¿Criticas demasiado a tu compañero o le exiges más de lo que puede dar? Incluso cuando te demuestra que no es perfecto, tú te niegas a ver esas señales que saltan a la vista y decides evadirlo o hacerte la vista gorda?
En cada relación hay que aprender a diferenciar entre aquellas expectativas que son reales y las que son solo fruto de las fantasías. Hay cosas que puedes esperar o no de alguien, que sean razonables, como el hecho de que te valore, te apoye en las buenas y en las malas o que puedan tener una buena comunicación; pero ¿estás segura de que “debe ser” de determinada manera o que la estás viendo exactamente cómo es?
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Los amantes cruzados por las estrellas: las relaciones predestinadas que viven grandes pruebas
El problema puede ser peor y es cuando nos autoengañamos. Esto sucede, sobre todo, en la fase de enamoramiento, en los primeros momentos de la relación. Cuando solo vemos los aspectos bonitos de la otra persona y pensamos en un futuro idílico, sin hacer un análisis realista de esa persona.
«Esperamos tanto que los demás sean como nosotros deseamos que nos volvemos incapaces de aceptarlos como realmente son. Por tanto, no son las personas las que nos decepcionan, son las expectativas que tenemos de ellas las verdaderas causantes de todas nuestras desilusiones».
En nuestra mente tenemos un ideal de lo que esperamos de una relación y a veces esto obedece a “imposiciones sociales” o es producto de lo que nos han metido en la cabeza desde niñas a través de los medios de comunicación. No importa si la otra persona es como quiere ser o como, no la aceptamos o tenemos la idea de que podemos cambiarla. Aquí lo importante es entender que no podemos estar cambiando a nadie por la vida, cada persona es valiosa en sí y si nos enamoramos es por eso mismo. Tampoco podemos asignarles cualidades que no tiene o negarnos a verlas como realmente son. Sino el golpe de la caída es muy fuerte. Evita poner a la gente en un pedestal y no olvides que somos seres humanos imperfectos. A menos que decidas vivir de fantasías y de “la imagen construida” de las redes sociales.
Saber lo que quieres es muy necesario para elegir hacia dónde encaminarte, pero recuerda poner los pies en el suelo y ser realista, es lo más sano y asertivo que puedes hacer.
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