Cada vez que hemos escuchado hablar de libido, solemos vincular su concepto al campo sexual. Eso está bien, porque la libido es la chispa, la energía que enciende el comportamiento sexual de las personas. Sin ella, el deseo no se manifiesta en la forma creadora que lo hace. Sigmund Freud señala que la libido es el substrato de la pulsión sexual, una forma hipotética de la energía mental.
El asunto es que el fuego creador, la chispa del erotismo es inherente a nuestra condición humana. Es ella la fuerza creadora. La libido es también una energía asociada a la creación, a la vida. En el psicoanálisis, la libido designa a los instintos de vida, está asociada al dios Eros, de la mitología griega. En su lado opuesto está destrudo, que es la energía que designa los instintos de muerte y está asociada al dios griego Tánatos.
Estas dos energías en tensión forman parte de la vida entera de nuestras sociedades y de nosotros mismos como personas. Nos vemos a través de esas energías de acuerdo a las circunstancias en la que nos encontramos. Si bien la energía de Tánatos es destrudo, no necesariamente tenemos que verla como una energía negativa. De hecho, en la astrología hay astros que actúan con esas mismas energías e influyen sobre la vida en general y las personas en particular de momentos o situaciones específicas de nuestra cotidianidad.
De igual forma tenemos astros que generan aspectos creadores o impulsan la energía sexual. Lo vemos incluso en signos del zodiaco, que tienen una carga importante en lo sexual. No necesariamente necesitamos tener el sol natal en escorpio, por ejemplo, para que la energía libidinal se active en nosotros. Recordemos lo dicho arriba, la libido es la energía de vida. Entonces, tenemos que hay diversas incidencias astrológicas que pueden manifestar esa energía en diversas áreas de nuestras vidas.
Como decía, la energía propia de Tánatos, destrudo, también es parte a veces esencial de la vida. En la que tenemos que derribar los cimientos de estructuras emocionales o incluso físicas, para poder comenzar una nueva vida, es decir, para que la chispa libidinal encienda de nuevo la llama vital de la creación. Es por ello que ambas energías están en un perfecto baile, que se expresa en todos los aspectos que vivimos y que en muchos momentos se complementan para hacer equilibrios necesarios para que la vida sea posible.
Por supuesto, la energía de la muerte es la destrucción, por eso se manifiesta en ese contexto cuando se producen guerras, porque es una explosión de destrudo fuera de control, que arrasa con la energía del deseo, de la vida y la destruye. La libido es la contención de la destrucción. Es por ello que la ausencia de la energía libidinal o su supresión en la vida de una persona genera en ocasiones el deseo de muerte, la noción de una vida vacía. Entonces, cuando sentimos que las fuerzas de esas energías se incrementan, debemos hacer contacto con las energías de la pulsión vital, del deseo, del placer para conectarnos con todo aquello que nos reconecte con la energía de la libido que es la de la creación.