Habrá momentos en que la perpleja chica Arquera se preguntará si se ha enamorado de un Géminis, en lugar de enamorarse de un Piscis. Su perplejidad está harto justificada. Piscis y Géminis son signos solares de dualidad, y los Peces y los Gemelos Géminis se parecen asombrosamente en lo que concierne a su capacidad para cambiar de sueños y objetivos a mitad de camino, por alguna razón inexplicable. (Sus diferencias residen en otras áreas.) Pero ella también nació bajo la influencia de un signo solar de dualidad, porque el Arquero Sagitario es en verdad un Centauro, verán: mitad caballo, mitad ser humano. ¿Así que quién es ella para cuestionar la versatilidad de él? Es una Sagitario, eso es lo que es, y los Sagitario no pueden dejar de cuestionarlo todo. Este hombre le dará muchas oportunidades para ejercitar su proclividad jupiteriana. Naturalmente, hay algunos hombres Piscis cuyas carreras y ocupaciones se mantienen estables a lo largo de los años, pero son cabalmente una minoría. La mayoría de los Peces se sienten eternamente fascinados por las múltiples opciones de la vida. A veces los cambios que operan son nada menos que pasmosos. Le daré a la chica Arquero algunos ejemplos tomados de la vida real (que es, al fin y al cabo, el lugar lógico para buscar ejemplos destinados a quienes la viven).
Un Piscis que conozco contempló una vez las posibilidades de hacerse buscador de oro, criador de caballos, escritor y artista. Después optó por hacerse paisajista de parques y jardines, y a continuación se dedicó a la cría experimental de lombrices para cebo vivo. Más tarde se hizo aprendiz de electricista y se convirtió en experto en el arte de cambiar cables de viviendas y edificios de oficinas. Si a las chicas Sagitario, les pone un poco nerviosas leer esto, imaginen lo que sentirá su paciente y agraciada esposa Tauro. Ésta sonríe dulce y cariñosamente, siempre con expresión complaciente, pero sus uñas se acortan de día en día, porque se las muerde en privado. Ahora ambos tienen una encantadora hijita recién nacida, con hoyuelos, una criatura Libra que cuando crezca sencillamente nunca podrá decidir lo que quiere, y que seguramente superará la propensión de su padre Piscis a los cambios rápidos. Por favor envíen sus plegarias a la pobre Tauro. Al fin y al cabo, las mujeres que intentan seguir el ritmo de los saltos inversos, los saltos mortales, los tirabuzones y los medio tirabuzones de un hombre Pez influido por el esquivo elemento Agua, deben mantenerse unidas, cualquiera sean sus signos solares. Hay otro tipo de hombre Pez para el que la chica Sagitario debe estar preparada. Éste es un Piscis que se graduó en la facultad de derecho de la universidad, y que después pasó cinco prósperos años convertido en un brillante y activo abogado totalmente consagrado al ejercicio de su profesión, aparentemente muy satisfecho y coronado por el éxito. Luego resolvió abandonar por completo la práctica de la abogacía, y arrumbar la placa en el desván, se caló su «gorra de tenis de la buena suerte», de fuerte color rojo (tiene un par de planetas en Aries), y voló a aceptar una propuesta en TV.
Inmediatamente empezó a viajar por todo el país, filmando temas especiales para el programa, como productor, director y guionista de estos fragmentos… ¡y también aparece en cámara! Éste es el tipo de sorpresas que la chica Sagitario enamorada de un hombre Pez debe prepararse para experimentar en diversas etapas de su relación. Al principio no la fastidiarán demasiado. Incluso le parecerán excitantes, sobre todo si las iniciativas cambiantes de su Pez la obligan a viajar con frecuencia. A ella la infectó una fiebre trashumante incurable cuando tenía aproximadamente catorce años, o sea la edad en que el Arquero típico de uno u otro sexo abandona el hogar (aunque algunos lo abandonan unos años antes, a los diez o doce). De modo que al principio ella preparará alegremente el equipaje y lo acompañará con ánimo optimista mientras él sigue los desfiles del circo, canjea sus tambores por un clarinete, o renuncia a su práctica odontológica para convertirse en programador de computadoras. Al principio, sí Después… bueno, es posible que después le plante cara… enérgicamente. Tal vez lo fulmine con la mirada y le diga algo prudente, como por ejemplo: «Oye, muñeco» (¿pensabas que sólo a las mujeres se las podía llamar muñecas? ¡Caramba, qué actitud machista más reveladora!). Ahora he perdido la concentración. Deberé empezar de nuevo. Tal vez lo fulmine con la mirada y le diga algo prudente, como por ejemplo: «Oye, muñeco… estoy harta y aburrida de vivir como una gitana a tu lado, has cambiado de carrera tantas veces, que ni siquiera yo recuerdo si querías presentar tu candidatura a diputado, abrir una casa de té japonesa o vender frijoles. O pones tus cosas en orden y sientas la cabeza, o iré a preguntar cuánto me dan por ti en el Zoológico. Necesitas un psiquiatra: tienes la cabeza atornillada al revés».
Es posible que después de algunos estallidos verbales corno éste, el susceptible Pez se volatilice literalmente por efecto de la conmoción. De una manera u otra, se eclipsará. Quizá no volverá a verle la cara hasta que aparezca en el periódico, cuando lo hayan elegido diputado, posando en compañía de su nueva amiga para insinuarle sutilmente a la Sagitario que ha iniciado el juicio de divorcio. Naturalmente, no todas las mujeres Sagitario son tan brutalmente crudas como las de mi ejemplo. Algunas Arqueras son más afables, más circunspectas, y mucho menos elocuentes, pero incluso éstas son inesperadamente sinceras en algunas ocasiones, y nunca ganarían el primer premio al tacto. Lo importante es que la chica Sagitario que ama impulsiva y tiernamente a su hombre Piscis debe moderar su comportamiento, porque si no podría descalabrarle negligente e involuntariamente el ánimo y el corazón, y además podría perder su tipo singular de afecto y lealtad. Y él no debe ser tan susceptible como para horrorizarse cada vez que esta dama dice la verdad. Ella no puede controlar la compulsión que la obliga a ser franca, y casi siempre tiene buenas intenciones. Él deberá explicarle dulcemente cuánto lo hace sufrir. Entonces las emociones jupiterinas de ella se sentirán conmovidas, y probablemente la dejarán contrita y la impulsarán a disculparse y a esforzarse realmente por tratar de medir sus palabras, en el futuro. (Sin embargo, también es probable que necesite que se lo recuerden periódicamente.) Lo primero que quizá querrá hacer esta chica Sagitario jovial y bienintencionada si piensa criar un cardumen de alevines, y retozar, en general, de manera permanente con un hombre regido por Neptuno, será determinar qué clase de Pez es, porque hay dos tipos de Piscis nacidos bajo este signo solar dual. Están aquellos que nadan contra la corriente hacia el éxito y la realización personal, y aquellos otros que flotan aguas abajo hacia el fracaso, con sus sueños sumergidos en olas de infortunio… y que terminan escarbando la resaca.
Ahora bien, el hombre que escarba la resaca en la playa no es necesariamente un mal candidato para ser «feliz» en compañía de una mujer Sagitario curiosa, aficionada a las aventuras, que se complace en caminar descalza por la arena y en comer bayas. Pero el hombre que escarba y trajina tristemente la resaca en las «playas» de las calles urbanas, buscando desesperadamente la forma de rescatar su amor propio, es harina de otro costal. En realidad, es posible que éste sea precisamente el Pez que necesita la fe y el coraje de ella, y no digo que deba eludirlo. Nada podría ser más bello que un milagro jupiterino capaz de salvar de la desesperación a esta alma descarriada. Sólo digo que por lo menos al principio ella debería saber con qué tipo de Pez está lidiando. Como ésta es una vibración de la configuración de signos solares 4-10, la mujer Sagitario y el hombre Piscis deben prever que el choque ocasional de sus personalidades divergentes producirá una cierta dosis de tensión. Obviamente, la tendencia de él a autocompadecerse, y la de ella a seguir en sus trece, no sólo no los ayudarán a enfrentar sus conflictos sino que además agravarán sus problemas. Sin embargo, no es probable que los celos y el espíritu posesivo se conviertan en un factor importante de discordia entre Piscis y Sagitario, porque ninguno de los dos es realmente posesivo por naturaleza, y cada uno de ellos disfruta tanto de su libertad que no se la negará al otro (a menos que un ascendente o un signo lunar suscite diferencias en este área). Lo habitual y típico es que estos dos estén dispuestos a concederse recíprocamente libertad de movimientos en su convivencia. Si se producen irrupciones menores de los pequeños monstruos verdes (o de los gigantescos monstruos verdes) lo más probable es que sea ella quien tome la iniciativa. Algunas mujeres Sagitario son ligeramente celosas, aunque rara vez en exceso, cuando las provocan. Cuando lo son, sus temperamentos se inflaman rápidamente. Pero la Sagitario típica no se sentirá azuzada por el instinto posesivo, tal como se interpreta habitualmente el término. Y existe una diferencia entre «celoso» y «posesivo».
Desde el punto de vista sexual, como Piscis es un signo femenino, regido por el planeta Neptuno igualmente femenino, el hombre Piscis debe realizar un esfuerzo consciente encaminado a ser menos pasivo e informal, más activo y entusiasta, para lograr la armonía física con la mujer Sagitario. Sin embargo esta misma influencia lo convierte en un amante tierno e intuitivo… delicado e imaginativo. Como Sagitario es un signo masculino, regido por el planeta Júpiter igualmente masculino, ella deberá cuidar los sentimientos de él, y deberá ser menos impulsiva y franca. De lo contrario, las emociones fogosas de la Arquera podrían deteriorar la confianza de él en su aptitud para satisfacerla. Sin embargo, esta misma vibración masculino-positiva que existe en el campo aural de ella tiene el poder necesario para aumentar el deseo de él y para despertar la pasión latente del elemento Agua. Pero los conflictos y tensiones emocionales frecuentes, aunque puedan estimularla a ella, enfriarán el deseo de él, así como una falta de reacción entusiasta, o la indiferencia, enfriarán el de ella. Muy pocas personas comprenden el gran secreto de la expresión sexual jubilosa, el cual consiste, sencillamente, en que las palabras y los actos reiterados de auténtica amabilidad, avivan las llamitas del corazón. Estas se transforman gradualmente en una hoguera de mayores dimensiones, que desemboca finalmente en la consumación de la necesidad física así generada. La actividad sexual entre quienes se aman consiste básicamente en un gesto de agradecimiento mutuo, y no sólo en la satisfacción de dos apetitos independientes, egoístas, sino en una conciencia compartida de la magnitud de ese don que es la integración total. Al sexo, como a todo lo demás, lo gobierna ineludiblemente la regla de oro. De lo contrario, la unión física sólo deja a los dos miembros de la pareja con una mayor sensación de distanciamiento, aún más solos y desasosegados que antes.
Hay muchos lazos de ternura y vínculos de comprensión entre los planetas Júpiter y Neptuno. Antes de que Neptuno fuera «descubierto», Júpiter era el regente astrológico (y astronómico) de Sagitario y Piscis, lo cual significa que su influencia dejó el sello de una configuración análoga en los Peces y Arqueros por igual. Esta empatía emparentada de sus planetas regentes une a la mujer Sagitario y el hombre Piscis más estrechamente de lo que tal vez ellos suponen. Ambos son compasivos e idealistas. Ambos son tolerantes… y normalmente impávidos. Pero también hay ámbitos en los que chocan las influencias del gigantesco Júpiter y el esquivo Neptuno. La esencia de Júpiter desdeña el menor atisbo de la reserva, la duplicidad o el engaño de Neptuno, en tanto la esencia de Neptuno se siente muy alterada por el tipo de sinceridad jupiteriana que hiere más de lo que cura… y se siente repelida por las emociones descuidadas y excesivas. Pero si se aman suficientemente, la mujer Sagitario y el hombre Piscis podrán encontrar la forma de resolver sus diferencias. Ella debe tratar de ser más prudente, considerada y afable, sin sacrificar la integridad e independencia del elemento Fuego que hay en su naturaleza. Él debe tratar de ser un poco más abierto, franco y expresivo, sin sacrificar la intimidad espiritual y la serenidad interior del elemento Agua que hay en su naturaleza.
Adaptación de Linda Goodman
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