Aunque Virgo y Sagitario forman la tensa y desafiante configuración de signos solares 4-10, hemos analizado el melodioso secreto de la forma en que estos dos pueden superar con éxito los conflictos de sus vibraciones aurales y alcanzar la armonía juntos. Para ello bastará que continúen entonando su canción de amor en re bemol. Y que procuren no desafinar. Digamos que la chica Virgo desea llegar a algún destino, quizá lo haga en Metro, en autobús… o a pie. Es más probable que el Arquero llame un taxi o alquile un auto, impulsivamente (y con un comportamiento despilfarrador, a juicio de Virgo). Quizás incluso opte súbitamente por comprarse un auto (prefiere los modelos deportivos veloces y ultramodernos) si se trata de un Sagitario típico. Éste es uno de los puentes que deberán cruzar juntos, para llegar a la margen opuesta de sus diferencias, que es donde impera la armonía. Y las diferencias consisten en que él es aficionado a gastar el dinero con un talante relativamente informal, despreocupado y generoso, en tanto que ella prefiere contar cuidadosamente los billetes y estrujarlos. La Virgen no se propone ni quiere ser realmente mezquina, pero a menos que su Luna o ascendente esté en un elemento de Fuego o de Aire, es posible que se comporte como si lo fuera. Ella dirá que es económica, o frugal, sensata y prudente. Pero ya saben que Sagitario tiende a llamar a las cosas por su nombre, así que es posible que interprete su «frugalidad sensata» como un nítido ejemplo de avaricia, y que no tenga el menor reparo en decírselo, lo cual, por supuesto, no lo hará acreedor precisamente a la estima de la Virgen. ¿Ven? El ya ha sido un poco torpe y ha metido la pata. Existe un medio para inducirla a descongelar la frigidez con que ha reaccionado ante la franqueza de él respecto de su comportamiento ahorrativo. El puede mirarla muy seriamente (directamente a los ojos, porque las Virgo desconfían de la gente que desvía la mirada), y preguntarle amablemente si ella puede sugerirle algún sistema para economizar parte de sus ingresos, y si puede ayudarlo a calcular qué porcentaje de éstos conviene guardar para precaverse de una mala racha (o para asegurarse un futuro próspero), ganando intereses. ¿Qué le parece más aconsejable: los bonos municipales, una cartera de acciones, un plan bancario de ahorros… o tal vez una alcancía doméstica, un cerdito rechoncho de porcelana? A ella le encantará que se lo pregunte, y le contestará con una retahíla de sugerencias muy razonadas, detalladas. Si ya lo conoce bien, vetará inmediatamente la alcancía. A menos que se la confíe a ella. Es demasiado tentadora en los momentos de debilidad.
La mayoría de las personas empiezan por alimentar ambiciones para el futuro, eligen una profesión o una carrera, trabajan para lograr su objetivo… y finalmente, después de haber disfrutado de una larga sucesión de éxitos (y después de haber acumulado un poco de dinero), se jubilan y hacen lo que les place. Los Arqueros abordan la ética del trabajo al revés. Les gula empezar por jubilarse… o al menos por hacer lo que les place. Si las exigencias del empleo coartan excesivamente lo que les place, a menudo mandan al diablo la seguridad, se encogen de hombros, se dejan guiar durante un tiempo por sus corazonadas y piensan que, cuando las cosas se pongan difíciles, siempre podrán encontrar otra ocupación que no sea tan restrictiva. Ésta es una actitud que horroriza a la mujer Virgo, habitualmente laboriosa, eficiente y responsable. De modo que ella lo criticará, al principio afablemente, y después, si continuara comportándose como si le importase un bledo del porvenir, sus aprensiones muy concretas la inducirán a señalarle sus defectos con más rigor. Él aborrecerá vehementemente lo que interpreta como un hostigamiento, y entonces cogerá su arco y su carcaj, y disparará unas cuantas flechas hirientes, impregnadas de veracidad —tal como él la ve— contra el corazón de las objeciones de ella. Le dirá que el hecho de trabajar en un empleo que detestas más de lo que estimas, sólo para obtener seguridad financiera, puede matar lentamente el espíritu. No sabe lo que sienten otros hombres (ni le importa), pero en su caso particular, opina que el trabajo o la carrera debe ser algo de lo que él disfrute hasta el punto de que si fuera necesario lo acometería gratuitamente, porque su estímulo lo magnetiza, y porque debe expresarse por esa vía si no quiere sentirse definitivamente frustrado. (Un Arquero frustrado es un hombre triste y vacío, aún más que cualquier otro.) Odio tomar partido en una reyerta entre enamorados, pero la astrología me obliga a coincidir con la filosofía del Centauro en lo que concierne al trabajo. Una ventaja adicional de esta actitud, que Virgo debería valorar, consiste en que frecuentemente los beneficios económicos llueven en razón de ella, y no a pesar de ella. Quienes triunfan y se hacen ricos no son nunca quienes arremeten decididos a ganar una pila de dinero, con la seguridad financiera como meta. Las mayores fortunas nunca dejan de casar con los mayores logros, y la suerte las concede invariablemente a quienes viven consumidos y obsesionados por una idea, y a quienes perseveran en ella hasta el punto de no hacer el menor caso de la remuneración monetaria. Sus fortunas crecen en torno, casi en forma inadvertida.
El universo les sonríe, porque trabajan con amor, no con la apatía del aburrimiento o del resentimiento malogrado. El doctor Land y su obsesión por el proceso fotográfico Polaroid. Henry y su romance con el Ford. Tom Edison y los sonidos que reverberaban en su cabeza, y que él necesitaba desesperadamente canalizar de alguna manera. David Sarnoff… y otros miles de millares. Hay plomeros y electricistas que aman apasionadamente su trabajo, y que no podrían imaginarse entregados a otra actividad. Hay chefs a los que les encanta cocinar, médicos que están ávidos por curar, camareros a los que los hace felices conversar con la gente y que se sienten fascinados por el flujo cambiante de rostros humanos. Sí, incluso hay individuos que experimentan una profunda satisfacción personal al fregar suelos y lavar ventanas… al limpiar. Sienten que se les levanta poderosamente el espíritu cuando ven cómo la mugre y el desorden se truecan por arte de magia en la pulcritud y el orden refulgente. (Virgo debería comprender esto!) Conozco a un hombre que., en verdad, preferiría pintar casas antes que ser Presidente. Su actividad le produce una euforia que no intenta explicarse a sí mismo… y menos aún a los demás. Quienes accionan el reloj registrador de la fábrica con amargura reprimida y con un sentimiento de inutilidad, producen muebles feos, que no son dignos de pasar de una generación a otra, y que apenas lo son de su propietario original, al cabo de pocos meses. Pero el hombre que ama su faena es un artesano, y los milagros que hace con madera y otros materiales son atesorados durante siglos. Y así sucesivamente. Hubo una época en que la gente era más proclive a elegir su profesión dejándose llevar por el corazón. y en que la sociedad cuidaba que fuera más fácil ganarse el pan cotidiano con amor. Ahora sólo tenemos personas incompatibles con sus cargos, y viceversa, en razón de la ciega e instintiva carrera en pos del «éxito», éxito éste que resulta ser, al final, un rótulo cruelmente falso. Millones de individuos se preguntan, interiormente: «¿Por qué el éxito es un fracaso tan tremendo?» Porque fue mal definido desde el principio. Por eso. Lo definieron incorrectamente los anuncios de la televisión… y la publicidad deslumbrante de las revistas. El negocio de la publicidad tiene, en verdad, un difícil Karma por delante.
Como Virgo contiene la semilla de la pureza (pureza de pensamiento, de intención y de acción), es posible que la Virgen se deje conmover por los argumentos de su Arquero inquieto, independiente, y que aprenda gradualmente a ver las cosas a través de sus gafas de cristales más rosados. Semejante desenlace vale la fricción que estos dos deben soportar de la influencia 4-10 de sus soles natales en cuadratura. También es algo más que un poco posible que ella impresione a su amante o marido Sagitario con la estampa de su propio tipo de integridad paciente y de sentido de la responsabilidad, con su capacidad para mantener los sueños refinados y pulcros, pulidos y relucientes, y por tanto en mejores condiciones para ser auténticamente bellos cuando les llegue la hora de salir de sus cajones de cedro y manifestarse como realidades. Así, la Virgen y el Centauro pueden transformar la falsamente rotulada «maldición» de su vibración 4-10 en una bienaventuranza, para ello bastará que se ayuden mutuamente a eliminar sus «vicios», mediante un simple proceso que consiste en intercambiar sus virtudes individuales. Es cierto que hay una multitud de asuntos de menor importancia acerca de los cuales estos dos discreparán, y que ello generará conflictos periódicos entre ambos. Pero siempre existe la alquimia hombre- mujer para mitigar el dolor de todo lo que no importa tanto como ellos creen. La química del amor físico puede cubrir las ofuscaciones y la irritabilidad cotidianas con la espesa fragancia de las rosas, lavadas por un chubasco estival, en un jardín… con la gozosa sensación de la tierra mojada y la hierba húmeda, que refrescan dos corazones y almas extenuados por los permanentes malentendidos. Cuando la Virgen se reclina en los brazos protectores de su hombre Sagitario, le perdona la mayoría de las faltas que ha cometido contra ella, y él olvida su propia cólera fogosa por el hecho de haber sido criticado y puesto en tela de juicio.
Las llamas de la pasión y el deseo contenidas en la naturaleza del signo de Fuego de él, y las necesidades más profundas y sosegadas propias de la naturaleza «terrenal» de ella, pueden fusionarse en una satisfacción y una paz conjuntas que forman la base de una mayor tolerancia recíproca respecto de todas esas áreas triviales de conflicto. Pero ella debe tener la precaución de no permitir que su desapego y su retraimiento físico instintivos de Virgo lo hagan sentirse rechazado, porque él busca y necesita una respuesta más entusiasta a su expresión física de ternura. En tiempos de la reina Victoria, en Gran Bretaña, las jóvenes que estaban en vísperas de casarse y que pedían consejo tímidamente acerca de la forma decorosa y correcta de comportarse durante la luna de miel, recibían de sus madres el tajante consejo de «tumbarse, simplemente, y pensar en Inglaterra». Es posible que haya momentos en que el hombre Sagitario crea haber sido proyectado a la era victoriana junto con su dama Virgo… su inteligente y afable, pero un poco fría, Virgen, que lo ama con la misma vehemencia con que él la ama a ella, pero que al principio puede ser incapaz de expresar sus sentimientos con la misma espontaneidad desenvuelta con que lo hace él, con la mayor naturalidad. Él no resolverá el problema diciéndole que es frígida. La falta de tacto nunca resuelve nada. Tendrá que enseñarle pacientemente a confiar en él con todo su ser, porque la paciencia, a diferencia de la «franqueza brutal», puede resolver absolutamente todo. Una vez que la mujer Virgo ha aprendido a mostrarse tal como es con el hombre que ama, puede convertir la fusión sexual en una experiencia perdurable y profunda para el Arquero a veces torpe, pero alegre y generoso, que tiene la aptitud de llegar a la cúspide en todo lo que hace… sin excluir los momentos en que hace el amor. Una vez que se hayan acostumbrado a armonizar sus ritmos en todas sus comunicaciones (estos dos se comunican bien, pues ambos son mutables), la mujer Virgo se reclinará contra el hombro de su Sagitario, y pensará en muchas cosas distintas de Inglaterra. Ambos poseen una mente lúcida, inquisitiva, llena de ideas chispeantes. Entonces es posible que sea él quien se quede tumbado allí, cavilando sobre las Islas Británicas.
Una medianoche, después de que se hayan hecho el amor, él le preguntará repentinamente si le gustaría arrojar por la borda toda la cautela y el espíritu práctico… preparar un par de maletas al día siguiente, echar llave a la puerta de la casa, dejar la llave a los vecinos para que éstos puedan entrar a regar las plantas… coger un vuelo matutino rumbo a Londres y llegar a tiempo para oír a mediodía las campanadas del Big Ben. Si ella es tan espabilada como lo son las Virgo desde la cuna, analizará cuidadosamente su extravagante sugerencia durante más o menos dos segundos y un tercio, lo besará en la nariz, encenderá la luz, le sonreirá con los ojos de todo el corazón, y dirá: «Bueno, ¿qué esperas? Saca las maletas y telefonea al aeropuerto, mientras me ducho.»
Adaptación de Linda Goodman
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