Antes de seguir adelante, conviene dejar sentado desde el comienzo que no hay esperanzas de que el Pez conquiste jamás al León o la Leona. Es sencillamente imposible. Va contra todos los preceptos de la astrología y la naturaleza. ¿Entonces por qué vemos a tantos Piscis que andan en compañía de los Leo? Porque ser conquistado no es realidad tan desagradable para un Piscis cuando el triunfador es el gran gato, por eso. Los Leo son normalmente generosos con los vencidos, son monarcas benévolos que carecen de intenciones crueles o malévolas (aunque a menudo las compensan con su arrogancia), y los Peces prefieren secretamente que los dominen, siempre que sea con afecto, que es como dominan la mayoría de las veces los Leo. Verán, la vida se le hace más fácil al subyugado. Alguien le dice lo que debe hacer, y así le queda mucho tiempo para soñar las quimeras de Neptuno, y menos tiempo para tomar decisiones obligatorias, responsables. El Piscis típico es francamente partidario de las asociaciones que le dejan abundante espacio para nadar libremente, mientras la próxima expedición aguas arriba o aguas abajo se la planea alguien que disfruta con esas actividades. Éste no es el caso de Piscis. Dominar y conquistar son, en el mejor de los casos, ocupaciones cansadoras, y requieren más energía y más ego que los que posee el Pez medio.
Quizá haya uno que otro Piscis que sueña, a ratos perdidos, con conquistar al León o la Leona, y es posible que un Pez que al nacer tuvo la posición planetaria de Marte en Aries prefiera conducir, en lugar de seguir. Es muy cierto que Marte ejerce una influencia formidable a través de su propio signo natural de Aries, en razón de lo cual este Piscis es menos humilde y dócil. Pero Marte, a pesar de toda su fuerza, su coraje y su audacia, nunca derrotará ni dominará realmente al radiante Apolo, el dios Sol. Estudien su mitología griega. Ningún planeta, ni siquiera el temible Plutón ni el implacable Saturno, posee la pura fuerza vivificante del Sol, y si esta brillante luminaria ejerció su poder a través de la zona Piscis del Zodiaco a la hora del nacimiento, él o ella es Piscis, y basta… sin que importen las eclosiones periódicas de bravatas marcianas.
Esencial y básicamente, cuando se cuentan las espinas y las escamas, un Pez es un Pez. La ubicación del Sol en el momento de exhalar el primer aliento es la clave de la auténtica esencia del individuo, por la sencilla razón de que la influencia del Sol es la más poderosa del cielo, y por tanto del horóscopo. Además, da la casualidad que el Sol también es el regente de Leo. Así que volvemos, completando el círculo, al tema de la dominación entre los dos. Poco importa cómo justipreciéis la escena: el León gobernará al Pez. Es posible que el Piscis con otras vibraciones más positivas en la natividad (como Marte-en- Aries, o Luna-en-Aries) desafíe un poco más a los Leones y Leonas, ¿pero qué futuro puede tener este impulso planetario, recibido a la hora del nacimiento, contra los soberanos reyes y reinas Leo, cuando incluso el nativo del signo solar Aries (yo misma) debe someterse finalmente a la superioridad del León para salvaguardar la paz? La valoración y la admiración nunca dejan de estimular la naturaleza radiante de Leo, y nadie es más cautivante que Piscis a la hora de valorar y admirar. Asimismo, los tibios rayos solares de Leo nunca dejan de hacer florecer los delicados pimpollos de la personalidad neptuniana de Piscis, que necesita tiernos cuidados, y nadie es más calurosamente protector y afectuoso que Leo. Por tanto, a menos que existan serios conflictos entre los aspectos de sus respectivos signos lunares, ascendentes o Sol y Luna, estos dos pueden promover, juntos, las mejores cualidades de cada uno, pueden complementar sus esencias y pueden formar una alianza considerablemente dichosa y cómoda.
Esta no es una combinación poco frecuente, porque Piscis puede aportar mucha ternura y clarividencia a la vida de Leo, en tanto que éste puede aportar una fuerte dosis de seguridad emocional y de otro tipo a la vida de Piscis. Igualmente, un León puede tragarse al Pez cuando el gran gato se harta de jugar. Estos dos no son compatibles por naturaleza, y deben actuar en forma armónica. Leo se siente a sus anchas en el hábitat de la jungla, caluroso y seco, y Piscis en las aguas frescas y umbrías. Hay considerables diferencias básicas, y uno de ellos debe renunciar, simbólicamente, al entorno familiar, para que puedan permanecer juntos. Si el ascendente de Leo es un signo de Agua o si su Luna está en un signo de Agua, le resultará más fácil cambiar la vida en la jungla por una zambullida en las profundas aguas de Neptuno. Si el ascendente del Pez es un signo de Fuego o si su Luna está en un signo de Fuego, le resultará más fácil respirar libremente en tierra firme, y merodear por la jungla junto al noble León o Leona, sin anhelar evadirse nuevamente al océano del olvido emocional. La configuración de signos solares 6-8 de Leo-Piscis puede convertirse potencialmente en una relación satisfactoria, con todo el atractivo que la fuerza exterior tiene para la fuerza interior… y viceversa. Como el Pez tiene una “noblesse oblige” espiritual interior comparable a la majestuosa nobleza exterior de la personalidad de Leo, pueden desempeñarse muy bien, si se esfuerzan, en cualquier área de la vida, ya sea ésta la de los negocios, la amistad, la familia o el matrimonio.
Leo es la sexta Casa zodiacal de servicios para Piscis, lo cual explica que Leo experimente la insólita necesidad de servir gustosamente, de alguna manera, a Piscis, a pesar de que ésta no es la conducta normal de los grandes gatos respecto de otros signos solares. Por supuesto, esto no anula el síndrome de superioridad, sino que sólo lo diluye un poco. Al fin y al cabo, los monarcas sirven generosa y continuamente a sus súbditos, sin dejar de ser monarcas. A la mayoría de los Piscis les resulta difícil decidir qué es exactamente lo que desean ser o hacer. Escucharán de buen grado los consejos de casi todos, y los seguirán sólo durante poco tiempo… o no harán nada. Allí es precisamente donde pueden empezar los conflictos. Leo debe saber que le obedecen, o se siente desconsolado. Como Piscis no soporta ver a nadie desconsolado, y como Leo no soporta ver a nadie deambulando sin rumbo, el impasse puede terminar con un León enfurruñado y un Pez lloroso. A menudo Piscis se siente tentado por dos posibilidades a la vez, que lo seducen y lo intrigan en igual medida. El León deberá permitir que el Pez corra las dos aventuras simultáneamente, si hace falta, porque Piscis necesita tiempo y tranquilidad para probar las cosas mediante experiencias múltiples, para así encontrarse a sí mismo (o a sí misma). El León (o la Leona) prudente le concede a Piscis este privilegio, y después de todo Leo tiene una dignidad y una sabiduría innatas. (He querido enunciar aquí algunos argumentos en favor de los Peces, porque éstos no son expertos en la materia.) En cualquier tipo de contacto cotidiano con un León, el Pez siempre deberá recordar que la valoración (la lisonja) sincera aplacará a la fiera salvaje más rápidamente que el mal talante, las lágrimas o el silencio.
El León no deberá olvidar que la amabilidad es el señuelo más fiable para atraer al sensible Piscis, y los rugidos majestuosos sólo inducen al Pez a agitar frenéticamente las aletas y a esforzarse por respirar. A estos dos no les resultará difícil adaptarse el uno al otro y encontrar la felicidad, si ambos exhiben sus facetas positivas en lugar de las negativas. Leo exigirá (o por lo menos pretenderá) controlar el dinero, porque es un organizador nato. Pero Leo también es derrochador. Piscis es a menudo asombrosamente espabilado para abordar las complejidades de las finanzas, pero carece de un respeto básico por el dinero. Así que quizá será mejor que se turnen en el manejo de las entradas y salidas. La actitud de Neptuno respecto de casi todo es más intuitiva que racional. Esto desilusionará invariablemente al Leo regido por el Sol, a juicio del cual la racionalidad es la única base sensata para todas las opiniones y todos los actos. He aquí un punto escabroso. Y hay otros. Las virtudes de la rutina uniforme afloran naturalmente en Leo, signo del organizador fijo. En cambio, el orden y la disciplina indispensables para organizar las cosas con éxito no afloran naturalmente en Piscis. El Pez puede despertar la furia del León al hallar las respuestas correctas en una situación que a Leo le parece totalmente caótica. La misma regla se puede aplicar a los talonarios de cheques caóticos, los escritorios caóticos y los hogares caóticos. Quizá deberíamos emplear la palabra «confuso» en lugar de caótico. A Leo le gusta que haya un lugar para cada cosa y que cada cosa esté en su lugar. Piscis opina que toda una vida dedicada a organizar cuidadosamente cada elemento y cada hora dentro de un sistema rígido es una vida desperdiciada. El Pez se siente siempre más distendido cuando el entorno es confortablemente caótico y está un poco desordenado, y no es demasiado pulcro, gracias.
Es raro que un Piscis enfrente agresivamente una situación adversa. Los hombres y las mujeres de Neptuno se ahogan en la inseguridad oculta. Es posible que aquellos individuos que hemos mencionado anteriormente, con alguna vibración positiva en su horóscopo, como la de Marte o la Luna en Aries, remonten durante un tiempo las olas de la mala suerte o el trato injusto. Pero incluso ellos terminarán por nadar rumbo a bahías y ensenadas más serenas. La evasión será inevitablemente la solución última, la acción final. Es difícil inmovilizar a los peces. Neptuno gobierna, entre otras cosas, el gas, que es imposible de encerrar cuando busca desahogo. La astrología susurra historias de Peces Piscis que se convierten en ballenas devoradoras. Esto es cierto. Neptuno experimenta algunas mutaciones inexplicables. Pero ni siquiera el raro Pez de la variedad ballena que devora a uno que otro Cangrejo o Virgen, podrá engullirse a Leo como si fuera Jonás. O el León sale triunfante… o el Pez se aleja nadando. Aunque en general Piscis parece esquivo, los Leones son expertos en acechar criaturas que se creen invulnerables… hasta que una inesperada zarpa de León las aprieta súbitamente contra el suelo. El desenlace de cualquier enfrentamiento serio entre Leo y Piscis es previsible. Los Leones que deseen vivir armoniosa y pacíficamente con los Peces deberán encontrar la forma de fusionar la dualidad de Neptuno, de consolarlos tiernamente, de aplicar un bálsamo reconfortante sobre sus inseguridades emocionales, y de conducirlos afablemente desde las brumas donde sueñan despiertos hasta la luz de la verdad y la realidad. ¿Ven que sabias son las estrellas?
Como dije al comienzo, el León será el guía en esta relación, y esto es lo que más les conviene a los dos. Piscis necesita una zarpa fuerte a la cual asirse, una mano a la cual aferrarse, mientras atraviesa los bosques tupidos de la existencia, por si un peligro invisible agazapado entre la maleza lo acomete por sorpresa. ¿Y quién es más fuerte que el León, frente al peligro? Leo protege. Piscis admira… con conmovedora gratitud. ¿Y no les parece que éste es un día hermoso? No llueve. Si lloviera, el Pez, espiritualmente maduro, podría enseñarle a Leo la forma de no empaparse con los chubascos inesperados de la vida. Al fin y al cabo, amor con amor se paga.
Adaptación de Linda Godman
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