Siempre se produce algo parecido a una conmoción cuando un hombre Capricornio y una mujer Leo se asocian emocionalmente o se casan: es una sorpresa desconcertante para amigos y desconocidos por igual e incluso para sus familiares. Esta es la reacción común. Cualquiera que sea su credo religioso, su nacionalidad o su condición social, a estos dos se los reconoce como personas marcadamente diferentes. Tanto si el Capricornio es propietario de un depósito de chatarra, de una flota de barcos cisterna o de una agencia de venta de autos usados, como si preside un gobierno, una zapatería o una compañíacinematográfica… tanto si la Leona es la Reina del Ejército de Salvación, de un imperio, de un país o del departamento de limpieza de un motel, como si lo es de una firma de cosmética, de una casa de diseño de etiquetas de moda o del puesto de venta de agua de coco en la isla micronesia de Truk… la gente se extrañará, murmurará y tejerá conjeturas. Pero no les servirá de nada, porque ni Leo ni Capricornio se rebajarán a discutir sus vidas personales ni a explicar su conducta privada. Estos dos signos solares consideran que es vulgar prestar la menor atención a los chismes. Sin embargo, la gente seguirá extrañada.
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Relación Leo – Capricornio
¿Cómo es posible que un capricorniano conservador se sienta atraído por una Leona extravagante, tan impulsiva, tan histriónica al hablar y al actuar, que exige que le satisfagan todos los caprichos, que pretende que la reverencien y la admiren, pero que se niega a admirar o reverenciar a un hombre? (La mujer Leo mirará a los demás desde arriba, o al mismo nivel, pero nunca desde abajo, nunca los admirará, característica ésta de Leo que constituye una faceta vital de su personalidad sobre la que vale la pena reflexionar más de una vez.) Asimismo, ¿qué puede ver una Leona afectuosa y magnánima en un capricorniano cauteloso, más silencioso y caviloso que seductor y gregario, que atesora los céntimos que ella arroja como confetti, que sólo formula cumplidos muy raramente, que generalmente aborrece las fiestas (a menos que tenga una razón práctica para acudir a ellas), que le pone mala cara al lujo (a menos que tenga un fin práctico), y cuyas emociones y cuyos sentimientos son singularmente poco demostrativos y dramáticos? Es una buena pregunta. O mejor dicho, son dos buenas preguntas. Pero la astrología tiene las respuestas. El capricorniano y la Leona tienen más elementos en común que los que capta el ojo desprovisto de capacitación astrológica. Poseen más cualidades y rasgos mutuamente fascinantes que los que los no iniciados en el esoterismo podrían sospechar o reconocer sin un pequeño estudio de la metafísica.
Consideren la naturaleza y las necesidades de la Cabra: El capricorniano típico prefiere casarse con una
persona de rango social superior y no inferior. Se siente secreta y tímidamente maravillado por la fama y el éxito —que incluso le producen un temor reverencial—, ya se manifiesten éstos en el plano comunitario, nacional o mundial. La posesión de elementos de buena calidad y valiosos (ya se trate de objetos inanimados, de propiedades o de mujeres) que otras personas admiran y envidian, le produce una gran satisfacción interior. El capricorniano se siente conmovedoramente atraído por el tipo de mujeres que prometen proyectar un poco de sol en sus corazones merced a su habilidad para inducirlo a expandir sus horizontes emocionales, cosa que íntimamente desea hacer, aunque lo niegue hoscamente. Consideren las cualidades de la Leona: La mujer Leo típica conquista, en una etapa relativamente temprana de su vida, cierto grado de prestigio y status, cierta medida de notoriedad pública o de distinción social. Esta chica puede ser desde reina de su promoción, animadora de su equipo, jefa de los bomberos voluntarios de un pequeño pueblo… hasta terminar en líder política, actriz famosa, dirigente educacional, pionera científica, o profesional de éxito en diversas carreras. Casi siempre es admirada y envidiada por sus pares y sus inferiores (no tiene superiores). Es un dechado de luminosidad, y le encanta guiar a las personas conservadoras hacia horizontes más emocionantes, en todas las direcciones, en todos los niveles.
Ahora, consideren la naturaleza y las necesidades de la mujer Leo: La Leona invierte la ley de la oferta y la demanda emocionales, y necesita vivir dentro de una aureola radiante de éxito. Debe tener un compañero al que pueda respetar (es posible que coquetee con un trashumante, pero no se quedará con él), un hombre que no sea haragán y que sí sea un auténtico triunfador. Se siente conmovedoramente atraída por esa clase de hombres que soportan con tranquilidad y paciencia su arrogancia desconsiderada y su talante dramático. Busca un hombre que nunca la humille en público con su falta de urbanidad o buenos modales. Necesita un hombre capaz de ganar suficiente dinero para mantenerla con relativo lujo (relativo en comparación con la forma en que vivimos la mayoría de los plebeyos) y que, además, le conceda una libertad de acción total y no le niegue la satisfacción interior que siente al tomar posesión definitiva de sí misma, para lo cual debe expresar su feminidad impresionando al mundo de alguna manera. Consideren las cualidades de la Cabra: Quizás el capricorniano tiene más probabilidades que cualquier hombre de otro signo solar (con la posible excepción de los Cáncer, Tauro u otro Leo) de conquistar el prestigio mundano y la seguridad material que admira la chica Leo, ya sea ésta de donde sea. Su serena ambición y su tenaz determinación de alcanzar la cumbre de la montaña más próxima o más alta lo harán acreedor a la estima de la reina. Ésta valorará el hecho de que la cabeza fría y dura de él compita con el talante frío y lánguido de ella. Como él nunca es perezoso, ella puede serlo periódicamente (las Leo necesitan muchísimo descanso para estar bellas y recargar su poderosa energía solar).
La conducta normalmente altiva de él contará con la aprobación soberana de ella, y la tímida dulzura que él revela a unas pocas personas (ella es una de las afortunadas) estimula la cálida y protectora ternura de la Leona. El espíritu de lealtad de él es idéntico al de ella. Además, la paciencia aparentemente interminable de Saturno que él manifiesta ante el temperamento fogoso de ella hace aflorar en la Leona un sentimiento distendido de seguridad emocional. Hasta ahora, todo se desarrolla plácida, maravillosa y melodiosamente entre ellos. Sin embargo, si existe un aspecto desfavorable entre el Sol y la Luna de sus horóscopos, deberán luchar tenazmente para lograr la compatibilidad. Él la acusará de ser vanidosa, petulante, malcriada y egoísta… y ella lo acusará de ser frío, cruel, tacaño, insensible y egoísta. (El egoísmo es un rasgo que tienen en común.) Incluso si existe un aspecto favorable entre sus Luminarias deberán enfrentar unas pocas tensiones, como todos los demás. El problema mencionado cerca del final del penúltimo párrafo, el que comienza con las palabras «y que además», es el que origina muchos de los conflictos que se producen entre ellos. No todos, pero sí muchos. Vuelvan atrás y relean, por favor. ¿Ven el problema? Si no lo ven, les explicaré. Esta dama, que es tan sensual y garbosa, tan grácil y generosa, tan radiante y alegre y orgullosa…, es seductora y gregaria, como toda Leo. No sólo necesita fiestas periódicas y veladas de gala ocasionales (donde pueda lucir su corona o tiara y mezclarse con las masas), sino que siente una necesidad igualmente vehemente de disfrutar de libertad, de tiempo en tiempo, para seguir al Sol sin compañía… de libertad para optar espontánea e impulsivamente por asistir sola a un bautizo, a una coronación, a una subasta benéfica o a una exposición de caballos, o quizá para esquiar sola a campo traviesa (no lejos, apenas en el linde de la ciudad) sin permiso formal de nadie, ni siquiera de su novio o del hombre al que le permitió formar pareja con ella para toda la vida y engendrar sus cachorros.
El capricorniano que piensa que ésta es una exageración deberá consultar a los sufridos padres de la Leona. Ellos lo esclarecerán. Ella también reclamará dramáticamente (o deseará privadamente, con una vehemencia tácita, peligrosamente reprimida) la oportunidad de abrirse su propio camino a la gloria en una ocupación creadora o una profesión estimulante. Desde la revolución sexual de Acuario, las mujeres Leo tienden a conservar sus apellidos de soltera después del matrimonio (aunque a veces esto les hace sufrir pequeños traumas respecto de las iniciales que habrá que bordar en las fundas de raso y en los cortinados de seda, y que habrá que grabar en los grifos de oro del cuarto de baño y en artefactos por el estilo). Como el capricorniano medio tiende a ser más que un poco posesivo respecto de su amiga o compañera conyugal del hogar y la lumbre, es posible que se rebele. Además, a la Cabra le disgusta la competencia abierta o activa, para no hablar de la sutil (de la cual desconfía realmente). La vida en común podrá tornarse un poco cataclísmica cuando él insista en saber con certeza cuáles son el paradero y las actividades de su amada, para asegurarse de que ésta no hace nada capaz de deshonrar el nombre de la familia. La única salida consiste en llegar a una transacción. Él deberá concederle, sencillamente, cierta dosis de libertad, si desea mantener la dicha y la armonía del hogar. Deberá confiar en que ella tendrá la dignidad y el orgullo suficientes (creedme, los tiene de sobra) para no deshonrarse ni deshonrarlo a él, y para no ser desleal, mientras merodea sola por la jungla, por así decir.
Si ella desea asistir un par de noches por semana a clases de diseño o de cría de animales, él deberá demostrar visible y elocuentemente su aprobación entusiasta, y no renuente. Es importante que su aprobación sea entusiasta, porque si es renuente anulará la tranquilidad emocional que podría introducir en su relación. Cuando ella quiera visitar a amigos que viven a algunas calles o algunos kilómetros de distancia, o quiera ver una película que él no tiene interés en ver, él deberá telefonear a uno de sus tres viejos amigos e invitarlo a su casa (mejor que no sea una «amiga»), o deberá tomar él la iniciativa de visitarlo sin esperar una invitación impresa. O podrá salir a dar unas vueltas en el auto mientras ella esté ausente. En el auto de él, porque ella condicirá el suyo propio. Éste es otro detalle: necesitarán dos vehículos. El nuevo, aerodinámico e impresionante para ella; el jeep, furgoneta o camioneta de segunda mano para él. Así son las áreas de compromiso. Ella deberá tratar de abordar su parte de la transacción con gallardía. ¿Acaso no es así como la realeza lo aborda tradicionalmente todo? Cuando ella le informe altaneramente que no ve ningún motivo para solicitarle permiso, aunque sólo sea esporádicamente, para hacer lo que se le antoja, él deberá explicarle, serena y afectuosamente, con ese extraño brillo de Cabra en los ojos, que no se trata de pedir permiso, sino de consultar, y que es lícito esperar que incluso las reinas consulten por lo menos con su Primer ministro y su Rey… y a continuación citará unos pocos ejemplos históricos, para demostrarlo. Deberá recordarle que la realeza hace periódicamente estas consultas para evitar que las grandes decisiones sean poco prácticas e impulsivas, hasta el punto de poder poner en peligro el castillo o el reino. Si ella se propone salir durante algo más que unas pocas horas, será más cortés que le comunique sus intenciones generales. Este será el comportamiento más bondadoso y considerado. Y esta mujer es auténticamente bondadosa. Le regocija hacer feliz a la gente. Una vez que comprenda que puede dejar mucho más dichoso y conforme al hombre que ama si demuestra algún interés por sus sentimientos, será más comprensiva y solicitará más a menudo su sabio consejo respecto de sus planes.
No es cortés que ella compre un criadero de pavos reales sin advertírselo a la Cabra, ni que canjee su colección de trofeos por un helicóptero sin insinuárselo previamente. Él es un amante afable, pero sus pasiones son más profundas de lo que aparentan ser en la superficie. Sólo la mujer que conoce íntimamente al capricorniano tiene conciencia de la verdadera magnitud de sus emociones, del poder latente de su sexualidad. Es posible que hasta que haya sido sazonada por varios años de amor, la Leona sea demasiado egocéntrica para expresar físicamente el amor con todo su ser, y es posible que al
principio haya en su conducta sexual un elemento ligeramente egoísta y superficial. Pero él es paciente, y está dispuesto a esperar que la riqueza que yace debajo de su vanidad femenina se transforme en ese tipo de experiencia mutua que ahondará su relación. Su apacible aire de espera, el silencio elocuente con que la toca, la conmoverán gradualmente y le permitirán demostrar la rara mezcla de afecto, ternura y sensualidad que se esconden dentro de la altanería de toda mujer Leo. Ella es una Leona. El éxtasis cabal y feroz del acto amoroso forma parte de su naturaleza, y a menudo el hombre regido por Saturno tiene la combinación justa de cualidades masculinas que se necesitan para estimular estos sentimientos de ella hasta su última expresión. La clave es el obvio deseo que él experimenta por ella, porque Leo representa para Capricornio (entre otras cosas) la octava Casa del misterio sexual, y la mujer Leo siempre se siente irresistiblemente excitada por la conciencia de que la adoran, la necesitan, la desean y la anhelan sinceramente. Si existe un aspecto negativo entre las luminarias de sus natividades, es posible que tengan dificultades de adaptación, pero la mejor forma de enfrentarlas será mediante la paciencia de Saturno (el mayor don que él le hace a ella), y mediante la capacidad del Sol para disipar las nubes y las sombras por el solo hecho de brillar (el mayor don que ella le hace a él).
Él la admira por su élan natural y por la nobleza de su porte, pero la ama por la nobleza de su carácter. La inmensa generosidad y misericordia de ella mitigan la melancolía del capricorniano e incluso diluyen gradualmente su cautela. Él necesita su calor y su coraje, y ella necesita su fuerza y su estabilidad. Estos dos son muy distintos, pero cuando se produce un «casamiento entre iguales» el amor tiene poco que enseñar… ¿y quién desea quedarse eternamente en la escuela primaria? Al hombre y la mujer les resulta excitante la aventura de aprender y madurar juntos. La jungla fragante y lujuriosa de Leo puede ser un nuevo terreno seductor y emocionante para la Cabra acostumbrada a la monotonía continua de las cornisas, rocosas. las «purpúreas montañas majestuosas» de Capricornio atraen a la Leona curiosa con la promesa de un panorama magnífico desde la cumbre. Ésta es la llamada eterna e irresistible de lo desconocido para el espíritu humano.
Adaptación de Linda Goodman
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