Ella puede formular sus cumplidos tan deliciosamente, que casi imaginarán oír música de arpas en el fondo. También puede ser autoritaria y dominante, con modales afables y delicados. Pero el autoritarismo es el autoritarismo, y la dominación es la dominación, con o sin edulcorantes. El León lamerá sus halagos como un gato lame la crema, pero sacudirá la melena y la mirará con expresión ofendida, si ella se excede en sus sutiles manipulaciones de Venus. Traducidas, éstas son la tentativa de controlar su vida, el hecho de decirle que ella sabe qué es lo que más le conviene a él, y la pretensión de hacerle ver las cosas de manera lógica y justa… o sea, a menudo, como ella las ve. A él le gusta ver las cosas a su manera. ¿Qué otra manera hay? Bueno, admitamos que pueda haber otras, pero la suya es obviamente la única sensata y correcta. Él intentará enseñárselo, tiernamente al principio, y después con energía. Ella fingirá aprender, pero detrás de su talante recatado no cederá nunca ni admitirá que él lo sabe todo. porque siempre estará convencida de que ella sabe qué es lo justo por lo menos la mitad de las veces. Ella es Aire cardinal, él es Fuego fijo. Y por tanto, siempre estarán empatados a la hora de decidir quién marcha a la cabeza del desfile. Lo menos que ella puede hacer —refunfuña él—, es permitir que él sea tambor mayor porque el redoble marca el paso de la parada. Si el hombre Leo no conserva una apariencia exterior de autoridad, se enfurruñará en un rincón y se negará a marchar. Ni siquiera enarbolará la bandera que ella pintó tan primorosamente para él, con la leyenda: AMAR ES TRANSIGIR. A él no lo convence esa jerga emancipadora de Libra.
La chica Libra se presenta por lo general mansamente, con voz almibarada, sonrisas refulgentes y un atisbo, en su aura, de los tonos dorado escarlatas del otoño. Les hace pensar en partidos de fútbol, suaves suéteres, bombones de gelatina tostados en una fogata al aire libre, caminatas sobre hojas secas, el veranillo de San Martín… la puesta del sol… la estación brumosa. Les hace pensar en… bueno… en los noticieros. Escuchen y miren. En medio de la bruma se ve fluctuar un inconfundible aire de mando. Quizá no es inconfundible para el León. Es posible que éste lo pase por alto, al principio. En verdad, es posible que lo pase por alto durante un tiempo. Los hombres Leo se dejan cautivar muy fácilmente por la belleza, y cuando se oyen todos esos acordes de arpa cada vez que ella sonríe, ¿quién capta la estática del fondo? Sólo otra mujer puede intuir lo que se oculta detrás de los modales untuosos de la chica Libra. Las mujeres son más sensibles a estos detalles. Una mujer Aries se da cuenta enseguida. Esto se debe a que: a) la chica Carnero también es un poco mandona, y entre ellas se reconocen; y b) los signos solares de Libra y Aries son opuestos o están en oposición en la rueda astrológica del Karma. Si bien uno se siente fuertemente atraído por una persona de sexo opuesto y del signo solar opuesto al propio, uno también está muy alerta a los matices admonitorios de una persona de su mismo sexo y del signo solar opuesto. Estudien esto, por favor. Es un aserto impregnado de una antigua verdad.
Ésta es la razón por la cual la mujer Libra a la que nos estamos refiriendo probablemente imaginó alguna vez (aunque sea hace mucho tiempo) que estaba enamorada de un hombre Aries, en tanto que generalmente (no siempre, pero sí generalmente) se mantiene alejada de las mujeres Aries… y no sólo porque éstas tienen un aspecto trígono armónico con el aura de su León. Ésta es la razón por la cual el hombre Leo pudo haber pensado alguna vez (aunque sea hace mucho tiempo) que amaba a una chica Acuario, en tanto que generalmente se mantiene alejado de los hombres Acuario… y no sólo porque éstos tienen un aspecto trígono armónico con el aura de su mujer Libra. Si su propia Luna estuvo en el signo opuesto a su propio signo solar en su propio horóscopo a la hora del nacimiento, todas estas reglas de «oposición» se anulan. Bueno, quizá no se anulan, pero se modifican… acentuándose unas veces, diluyéndose otras, o negándose, esto depende. La astrología puede ser equívoca cuando tratas de practicar la lectura veloz de los planetas. Pero si procedes parsimoniosamente, no dejares de ser agraciados por la sabiduría y la clarividencia. La mujer Libra recibe su encanto, sus hoyuelos, su voz melosa, su figura curvilínea y su belleza general (también sus modales atractivos) de su regente Venus. Su signo solar masculino es responsable de su aire latente de varón. El símbolo de la Balanza le transmite a la chica Libra sus traumas y tormentos de indecisión. (Quizá no la atormenten a ella, pero traumatizan a todos quienes la rodean cuando delibera respecto de una de sus decisiones duales.)
La regencia solar del hombre Leo es la fuente de su orgullo y su pasión, así como de su generosidad, su calidez y su benevolencia. La influencia astral del Sol es la más poderosa en el sistema que ostenta su nombre. De su signo solar masculino recibe su coraje, su propio machismo masculino. El símbolo del León es el responsable de su sensualidad y de su sentimiento de superioridad, así como de su arrogancia majestuosa. Y también le infunde la debilidad de revolcarse en el bálsamo de los halagos. Pero, por otra parte, lo convierte en un amante sensacional. Venus le presta el mismo servicio a ella. Ambos son inmensamente afectuosos y recíprocamente demostrativos con sus sentimientos. Si Leo y Libra se casan, sobre todo en la sociedad emancipada de hoy, es posible que ambos trabajen (incluso en la época victoriana las esposas Libra se las ingeniaban para administrar algo más que el hogar, los maridos y los hijos). Ya sea que se orienten hacia el derecho o la arquitectura, o hacia el teatro, las ediciones o el comercio, ambos optarán por ser independientes o por ejercer algún tipo de autoridad sobre los demás. Preferentemente lo primero. Ella se sentirá abatida y frustrada si debe pasar demasiados meses en un equipo de secretarias, o como asistente de lo que sea, aunque intentará sacarle jovialmente el mayor provecho… y él nunca se conformará con encabezar giras guiadas por Disneylandia. Lo que lo estimula es crear una Disneylandia, y no pasear a los demás por la que soñó otro hombre. El León que no es su propio amo ni ejerce el mando en el trabajo, impondrá a veces su autoridad exageradamente en el hogar, sobre su mujer. ¿A qué otra persona podría manejar, si no? Si ella analiza la causa, lo encontrará menos arrogante.
No la perjudicará que le permita ser rey por un día, de cuando en cuando, en su propia madriguera. Pero nunca deberá dejarle sospechar que su docilidad y su humildad son un medicamento que ella le administra deliberadamente para aplacar su maltratado sentimiento de importancia. No debería haber graves tensiones financieras entre estos dos. Básicamente, tienen la misma filosofía del dinero. Éste sirve para comprar la belleza y la comodidad que les gusta a ambos y que ambos necesitan. Es posible que él sea un poco más conservador que ella… no con el dinero de los dos sino con el de ella. Hay que aprender de memoria las leyes de la jungla que Leo ha promulgado respecto de las compras. Funcionan así: Si se trata de algo que ella desea, es una extravagancia innecesaria. «No nos hace falta un par de candelabros antiguos de bronce, cariño. Además, cuestan demasiado.» Si se trata de algo que él desea, cualquiera que sea su precio, es «práctico» y, por supuesto, «economizará dinero a la larga»… como por ejemplo una luz tricolor, centelleante, que él se ceñirá al tobillo mientras practica «jogging» por la noche; un deportivo ligeramente usado; o un proyector de cine nuevo más una sala flamante con paneles de madera para la exhibición doméstica de grandes éxitos cinematográficos. ¿Comprenden? Cualquier otra mujer se sentiría frustrada hasta el punto de echarse a llorar de cólera frente a una conducta tan consecuentemente (¿diremos egoísta? Sí. Digamos egoísta)… frente a una conducta tan consecuentemente egoísta.
La mujer Libra estallará cuando su Balanza esté desequilibrada, uno que otro jueves, pero por lo general se limitará a lucir una sonrisa radiante, asentirá alegremente y salvará la paz. «Tienes toda la razón del mundo, querido.» Más tarde volverá sola a la tienda y comprará los candelabros de bronce. Él no se enterará en seguida. Será durante una velada mágica en que algunos invitados (preferentemente personas importantes) admirarán entusiasmadas la forma en que refulgen a la luz de las velas. Entonces él se dará cuenta. (Ella los sacó del lugar donde estaban escondidos, en el lavadero, para esta ocasión especial.) Él sonreirá, mientras comenta: «Su gusto exquisito es una de las razones por las cuales me enamoré de ella». Ella le sonreirá a su vez, con una de sus sonrisas de mantequilla derretida, embellecidas por los hoyuelos. Él suspirará. Oscurecimiento gradual en la pantalla. Éste no es más que uno de los muchos ejemplos que les doy constantemente acerca del «puño de hierro» que la mujer Libra oculta bajo un «guante de seda». Si exceptuamos las escaramuzas que librarán para resolver cuál de los dos subirá primero por la escalera mecánica, y cosas por el estilo, ella es una compañera apropiada e inteligente para el León, y su refinado talento para conservar la armonía es el atributo más importante que tiene en su condición de dama de este caballero. Ella se las ingenia para saber exactamente cómo desarrugar el ceño fruncido de Leo. Es una mujer extraordinariamente aplomada, excepto cuando está alterada. Entonces puede ser absolutamente intratable. Sin embargo, está bien dotada para el matrimonio. Las Libra sienten tanta necesidad de casarse que a menudo se desposan precipitadamente con el hombre equivocado. Pero se perfeccionan con la práctica.
La mujer Libra necesita hacer el amor en un clima muy romántico, a pesar de su «machismo» femenino, y esto es algo que el León puede suministrarle, si quiere. Los Leo tienen mucho en común con Valentino. Su lánguida sensualidad satisface la necesidad de pasión voluptuosa que experimenta ella, mediante la eterna compatibilidad cósmica del Sol y Venus. Ella es una compañera intuitiva y sensible para el León impulsivo, y sabe prever sus deseos fogosos. También sabe satisfacerlos. Cuando dos personas se aman, las mismas anomalías de carácter que pueden generar problemas en otras áreas de su relación, se trasladan a su vida sexual, aunque en condiciones más disimuladas y abstractas. ¿Recuerdan la ley de la jungla respecto de las compras? También se aplica, muy sutilmente, al acto amoroso. Cuando ella lo necesita a él, una noche en que está físicamente más extenuado que de costumbre, la acusa de ser una insaciable sexual que no respeta su descanso. Cuando él la necesita a ella, una noche en que ella está más exhausta que de costumbre, se trata de una demostración normal y saludable de su amor, que los hará dormir mejor a ambos y después de la cual se sentirán más descansados por la mañana. Sin embargo, aparte de esto, su química sexual está correctamente equilibrada, y su acoplamiento puede ser una experiencia deliciosa para ambos.
Los hombres Leo son siempre más fieles, afables y relajados después del matrimonio que antes. Necesitan un castillo, alguien a quien proteger, y la seguridad de que alguien que los ama los espera todas las noches. Las chicas Libra se sienten magnética e irresistiblemente atraídas hacia la compañía recíproca, y por tanto el casamiento es bueno para estos dos enamorados. Muy bueno. La vida no será monótona, y ésta es siempre una ventaja. Así el amor sigue siendo excitante. Habrá momentos en que ella aceptará con una serenidad maravillosa toda clase de necedades. Habrá otros momentos en que se enfurecerá o se entablará una discusión con el menor pretexto. Su equilibrio emocional estará alterado, quizá porque le gustaría que su cabello fuera más oscuro (o más claro), porque la pata de la mesilla está torcida y él no la reparó, porque el color de la colcha la pone nerviosa… o tal vez lo que catalizó su contrariedad fue que se hubiera desconchado su jarra de cristal tallado. No importa. Él la mimará afectuosamente hasta apaciguarla, con su cálido y reconfortante estilo de Leo… hasta que ella luzca su sonrisa brillante y vuelvan a ser felices como tontos. (Los tontos son siempre más felices que el resto de la gente.)
Un hombre y una mujer enamorados se vuelven apáticos, en el plano romántico, cuando sólo les interesa el juego del apareamiento sexual. Estos dos nunca serán apáticos el uno respecto del otro. Siempre tendrán algo de qué hablar. Por supuesto, ella se sentirá debida y encantadoramente agradecida por la sabiduría que le dispensa su León, y se lo demostrará. Por otro lado, aunque ella pasará toda su vida educándolo a él, lo delicioso es que probablemente él nunca lo notará. No es bueno que un hombre sepa cuánto necesita aprender de su mujer… sobre todo si se trata de un rey.
Adaptación de Linda Goodman
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