Mujer CÁNCER Hombre ACUARIO

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El hombre Acuario siente tanto anhelo de afecto como el que más, pero se resistirá violentamente a que lo bañen en un océano de afecto, como si fuera una rosquilla. Ya sé lo que piensan. Piensan que la gente no baña rosquillas en el océano. Acuario, sí. Pero no las come después de bañarlas. Sólo efectúa un experimento para saber cuánto tarda el agua salada en empaparlas, comparada con la miel que le echa a su té. Pero lo importante es que él, personalmente, se siente incómodo cuando está empapado. Un exceso de posesión saturante lo sofoca, cuando él necesita el aire fresco de la libertad de expresión. Al Aguador típico le disgustará que le pregunten si usa sus zapatos de goma, cuánto come y qué hizo con el dinero que tenía ayer en el bolsillo. Ciertamente valorará la dedicación halagadora que le dispensa la doncella lunar, pero cuando esta dedicación amenace con coartar su exploración independiente del mundo y de casi todos los que lo habitan, se empecinará… o se encerrará en sí mismo y se alejará a la deriva. Es bastante inútil decirle a este hombre a qué hora debe estar de regreso en casa. Necesita volar libremente, y está de más que el pesimismo de Saturno empañe su vuelo. Es posible que su extraña conducta desconcierte a la chica Cáncer hasta hacerla llorar. Él se comportará a menudo como si ni siquiera supiese que ella está allí, y menos aún que está llorando… y entonces, si no la encuentra en el preciso instante en que desea un postre helado, o en que ha extraviado un cordón de zapato y la necesita para que se lo busque, se sentirá más que un poco ofuscado. Ella tiene la culpa. Ella es la que lo acostumbró a los postres helados y las verduras hervidas, y también lo malcrió en el contexto de los cordones de zapato. Ella también se altera cuando él trata de husmear sus secretos. Aunque no los tenga. A veces ella está callada sin ningún motivo, mientras sus pensamientos hacen carreras con la Luna, y él trata de correr a su lado. Pero realmente ella preferiría estar sola durante estos vuelos de su imaginación, o por lo menos necesita que su compañero le coja la mano con silenciosa comprensión, y que no la sobresalte con preguntas que restallan como palomitas de maíz… reventando en su oído interno mientras está parcialmente sumida en sus ensueños.

Ya ven que cada uno prefiere que el otro (o la otra) no se entrometa en sus hábitos de vuelo. Sumarse está bien, pero no entrometerse. Si ella consigue aprender a no empeñarse en coartar los anhelos de él por mezclarse con las masas y merodear por sí solo de cuando en cuando, y si él consigue aprender a espiar más delicadamente en el escondite secreto donde ella guarda sus sueños, superarán por lo menos la mitad de sus problemas. La dama lunar experimenta casi la compulsión de ser «maternal» con el hombre que ama. Este hombre pensará que es formidable recibir un trato maternal, a cualquier edad cronológica, pero habrá que advertirle a ella que el hombre Acuario necesita que le dispensen ese trato durante las veinticuatro horas del día… a cualquier edad. Quizás ambos son alumnos del bachillerato o de la universidad. En este caso, he aquí algunos consejos. Un joven Acuario que conozco, resolvió ser, durante un par de años razonablemente próximos: oceanógrafo, después músico, después ingeniero, después submarinista, después astronauta, después pastor luterano (durante un breve lapso), y más recientemente espera el momento de hablar con un biólogo Leo, por el que siente respeto, para que éste lo ayude a decidir si deberá optar por la carrera de biólogo marino. La espera lo pone un poco nervioso, porque el asesor biológico reside temporalmente en Hawai. Aproximadamente durante el mismo período, este Aguador extravió cuatro pares de lentes, tres pares de lentes de contacto, se sometió a una apendicetomía de emergencia, desapareció de su hogar durante ocho semanas para trabajar en una pizzería, se dedicó a tocar la guitarra durante los servicios religiosos de una iglesia, usó el cabello largo, se lo hizo cortar, pintó de negro el cielo raso de su habitación… y se enamoró de un pez de sexo femenino.

El mes pasado (en relación con el momento en que escribo estas líneas) resolvió asociarse con un amigo , para abrir un taller de reparación y fabricación de guitarras, poco después de lo cual decidió incorporarse a una orquesta ambulante de rock, mientras esperaba el momento de conversar con el biólogo temporalmente destacado en Hawai sobre delfines y cosas por el estilo. En algún rincón de su cerebro alimenta el deseo de aprender a hablar en delfín. No tengo la menor idea de lo que esto significa, ¿y ustedes? Una llamada telefónica que acabo de completar hace pocos minutos, en la mitad de este párrafo, me pone al corriente de que ha cambiado de plan: ahora se propone vivir un tiempo en el bosque, como un ermitaño, para meditar a solas y componer un poco de música. Sin embargo, no sabe muy bien si quiere acampar en los bosques, porque allí «hay sólo dos tipos de árboles, dos tipos de flores, dos tipos de rocas», y esto «empieza a aburrirlo». Le gustaría tratar de tocar la guitarra, dice, y «grabar los ecos». ¿Entienden a qué me refiero? Esto es lo que deberá enfrentar la doncella lunar, cualquiera que sea la edad cronológica del hombre de Urano. Oh, es posible que tenga un empleo o carrera más o menos permanente (más menos que más), y es posible que no haya extraviado los lentes (sólo porque no los usa, en cuyo caso extraviará otras cosas, como su carnet de conducir o sus tarjetas de crédito, sus llaves, y diversos objetos de este tipo). Ya sea que este hombre tenga cinco años o cincuenta, veinte o doscientos, necesita muchos cuidados maternos. Con tal que la doncella lunar que lo ama no confunda el concepto de «cuidados maternos» con el de «opresión materna».

La dama de Cáncer que se ha introducido caóticamente en la órbita aural del Aguador debe resignarse a rozar con él el País de las Maravillas, si no geográficamente, por lo menos mentalmente. Si no mentalmente, emocionalmente. Si tiene «suerte», en las tres condiciones. En realidad, cuando se practica un análisis minucioso, poco importa que la actitud de ella respecto de las idas y venidas del Aguador con sus muchos amigos (que parecen crecer encima de él, como lapas benévolas) sea estricta o permisiva, puesto que ni la una ni la otra surtirá mucho efecto. Su familia probablemente ensayó las dos actitudes, y descubrió, mucho antes de que la doncella lunar lo conociera, que ninguno de esos métodos servía demasiado para encauzarlo por el sendero recto, sin curvas ni desvíos. Los Acuario deben zigzaguear, de alguna manera. Esto es producto de su empatía con el rayo simbólico de Urano. Todos saben que el rayo nunca sigue una línea recta, ¿así que cómo se puede pretender que un hombre sometido a su influencia la siga? Curiosamente, cuanto más envejece el hombre Acuario, más fijos se hacen sus hábitos, muy gradualmente, y sin embargo cuanto más envejece la mujer Cáncer, tanta más avidez siente a menudo por visitar aquellos lugares remotos de sus ensueños juveniles. Esta situación exige un compromiso. No quiero desorientar a la doncella lunar. Cuando dije el hombre de Urano cambia a medida que envejece, no quise crear la impresión de que algún día será tan normal como sus vecinos. Seguirá siendo un poco chiflado, pero tendrá una pizca mayor de fijación en su chifladura. Por ejemplo, es posible que no vuelva a cortar el césped del jardín del fondo vestido con su traje de nacimiento, pero su sentido de lo original y lo singular se mantendrán relativamente intactos. Aunque sea moderadamente, él seguirá apañándose para sacar a relucir sorpresas ocasionales con el fin de hacer interesante la vida. Habrá momentos en que la chica Cangrejo pensará que él linda con lo extravagante, pero generalmente el Aguador le resultará muy divertido. El sentido del humor es uno de los rasgos más lunáticos y encantadores de ella, e incluso es posible que sea lo que lo atraiga inicialmente a él. (Puesto que ella es sensible a lo ridículo, resulta ciertamente lógico que también lo sea a él.) El adora la forma en que la sonrisa de la Dama Lunar fluctúa como un plácido arroyuelo, para estallar luego en una cascada de risa alegre y demencial. E, innegablemente, su reserva femenina lo fascina.

Es posible que sus cambios de humor lo intriguen, e incluso lo enfurezcan, de cuando en cuando, pero si se esfuerza realmente, él podrá sincronizar su metabolismo con el de ella. Al fin y al cabo, él pertenece a un signo de Aire mental, y por tanto es más dúctil que muchas otras personas. Lo que quizá necesitará algunos cambios es la fijeza de su signo. Puesto que ésta es una configuración de signos solares 6-8, ella representa para él la sexta casa astrológica de servicio, de modo que siempre existe la posiblidad de que si ella se lo permite, él adquiera el hábito de pretender que lo sirva de manera sutil, o de que sacrifique sus propios sueños al carisma cambiante de él. Él representa para ella la vibración de la octava casa. Por consiguiente le parecerá, en cierta forma, esquivo, y de alguna manera situado apenas fuera de su alcance… y ella también le encontrará un atractivo físico difícil de explicar. Entre estos dos existe una innegable atracción sexual. Una química poderosa los atrae desde el comienzo. Porque él nació bajo un signo masculino, regido por el también masculino Urano, y ella nació bajo un signo femenino, regido por la también muy femenina Luna. Poco importan los antiguos rumores acerca del «Hombre de la Luna»: la Luna inconstante es categóricamente una dama. Lo que la astrología les advierte a los hombres doblemente masculinos y a las mujeres doblemente femeninas es que se guarden de la tendencia natural de los «fuertes» a dominar a los presuntamente «débiles», que trae consigo el peligro de una pizca de sadismo y de masoquismo. Pero en este caso existen más probabilidades de que los papeles puedan invertirse, porque la influencia «doblemente femenina» de la doncella lunar también es cardinal. Es posible que parezca un ángel de docilidad, pero yo, en su lugar, no apostaría quién manda en el gallinero.

Por supuesto, al hombre Acuario sólo se lo puede gobernar durante un tiempo, antes de que abandone el gallinero. (Volando.) Sin embargo, si ella consigue fusionar sus cualidades femeninas con las masculinas de él, y viceversa, de modo que cada uno de ellos contenga una feliz combinación negativo-positiva en su actitud respecto de la vida y de su pareja… especialmente en su actitud respecto del sexo… disfrutarán inmensamente de su acto amoroso, porque éste les dispensará una plétora de paz y satisfacción. Son raros las doncellas lunares y los Aguadores que no valoran su unión sexual como una experiencia muy especial. Ella hace aflorar en él una profunda ternura cuya existencia él podría no haber descubierto. Y él despierta en ella una pasión fogosa que había mantenido oculta hasta la aparición de él, como un toque de despreocupada locura lunar. Urano, el alquimista, lo ayuda a traducir inesperadamente los estados de ánimo de ella, y él conoce misteriosamente los ensalmos capaces de trasmutarlos… transportándolos de la reflexión a la vehemencia… de la aflicción a la serenidad… de la embotada desesperación a vertiginosas cumbres de renovada esperanza y risa lunar. Él le murmura un mantra mágico con una sola mirada, como si fuera un rayo. Ella lo oye… tal como la Luna llena oye el ruido atronador de las olas que se hinchan y se acumulan silenciosamente mucho antes de estrellarse contra la costa del océano… y le contesta con una mirada análoga. No es extraño que su unión sexual sea singular e imprevisible, potencialmente muy profunda y satisfactoria, sobre todo cuando sus luminarias están en relación armónica entre sus cartas natales.

Estos dos se estimularán continuamente con recursos extraños y embrujados, inexplicablemente entrelazados con las vibraciones poderosamente magnéticas de la Luna y Urano… mediante la elocuencia de los mensajes tácitos reflejados en sus ojos. Ninguno de los dos es renuente a valerse de un hechizo para retener al otro. Él pensará que puede evadirse, pero la delicada bruma de ella lo sujetará con sus secretos tentadores, mientras sus ojos parecen entonar el sortilegio de la criatura lunar… Abracadabra, ondulantes lágrimas de agua… encurtidos de calabaza orejas de mariposas… Vientos del Norte, soplad sobre sus años… Ella pensará que puede huir de los esporádicos tormentos del amor, pero él la sujetará con la pura compulsión de su misterio indefinible, y le advertirá silenciosamente que si parte… Yo dejaré mi huella en ti… como tu propio embrujo… veteando tu cabello… y acechando en tus ojos plateados…* Entonces él, a su vez, estudiará la posibilidad de abandonarla, pero ella replicará suavemente… ¡Oh, No! Yo me saldré con la mía, con mi locura lunar… aunque incontables violinistas te convoquen a un baile de muñecos de madera.* Y como buena mujer, ella dirá la última palabra. Toda la alquimia de Urano no bastará para ayudarlo a imaginar una respuesta al definitivo hechizo Cáncer-cardinal-lunar-femenino de ella cuando lo envuelva tierna pero fuertemente con el juramento…

Cauterizaré tu palma con una cicatriz eterna para que todas las astutas Casandras susurren

«¡Ah! ¡Allí va uno de los perdidos!

Lo visitó una solitaria deambulante que cantaba una sonata lunar lo engatusó un fuego fatuo de los brezales nocturnos

lo besó una luciérnaga titilante

lo rozó el toque de un delirante embrujo gitano

oyó el grito de un lunático

…ha sido amado.» .

Nunca es fácil dejar a una dama Cáncer. Sus canciones violetas seguirán al hombre Acuario a donde vaya, aunque sea muy lejos… e incluso teñirán sus sueños con el color de la lavanda y con el plateado rielante de la risa de ella. Sus amigos pensarán que está aún más raro que antes… ¡y esto ya es mucho decir! Pero también es casi maravilloso. Es muy poco usual estar embrujado por un rayo de Luna… ser un curioso prisionero del mar. Le está bien empleado por ser un signo de Aire… y confundirla con el símbolo del Aguador. La astrología diría que se trata de un caso de Justicia Poética.

Adaptación de Linda Goodman

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