Hombre GÉMINIS Mujer PISCIS

La chica Piscis típica hará prácticamente cualquier cosa para salvaguardar la tranquilidad y el sosiego de su relación amorosa o su matrimonio. Se adaptará ella, y adaptará su rutina y sus hábitos, a la comodidad del hombre Géminis que ama, aunque se escandalicen sus amigas partidarias de la liberación femenina. Éstas la compadecerán sin disimulo, pero ella se limitará a sonreír y no les hará caso. La chica Pez no es realmente una esclava masoquista de los caprichos de los Gemelos. Esto es sólo lo que piensan sus amigas compasivas. No son las únicas. Su hombre Géminis tiene la misma impresión. Y ésta es precisamente la impresión que desea darle (y que desea dar a todos sus amigos, vecinos y familiares entrometidos) esta mujer dulce, complaciente, afable. Ella sabe lo que hace. Hace más fácil su propia existencia. Una vez que se ha enamorado de un hombre Géminis, la mujer de Neptuno tiene el sentido común suficiente para comprender que sólo le quedan dos alternativas prácticas en esta desafiante relación influida por una configuración de signos solares 4-10. Puede decidir que el amor no vale las exigencias que el hombre Géminis impone a su delicado espíritu… y lo deja. Sencillamente se va una mañana mientras él está ausente. O puede decidir que el placer y la dicha, la satisfacción y el sosiego de amarlo, y de recibir a cambio el amor y la devoción de por lo menos una de sus personalidades gemelas, justifican la introducción de unos pocos ajustes en su relación, de trecho en trecho. Si opta por esta segunda alternativa, sencillamente la sacará adelante. Tal vez deba urdir algunos planes intrincados, pero lo logrará. La resistencia pasiva es su secreto de Neptuno. La mujer Pez nació con un prodigioso talento para ello, así como algunas personas nacen con oído para la música o con una destreza magistral para arrojar la pelota.

Ella sabe cuál es el momento justo para replegarse, hasta dónde debe retroceder, cuál es precisamente la hora propicia para avanzar y hasta dónde puede llegar con él. En verdad, no lo sabe realmente. Lo intuye. Es como si hubiera nacido equipada con una especie de antena invisible pero sumamente sensible que le envía señales premonitorias y perceptivas respecto de las pautas de comportamiento humanos. Es innegable que todos los Géminis tienen una inmensa agilidad mental, que están siempre alertas y vigilantes, y que por tanto es casi imposible engañarlos. Pero aunque el hombre Géminis sea indiscutiblemente sagaz, puede ser ciego a las estrategias de la chica Piscis, propias de Neptuno. Si ella desea hacer algo que él podría desaprobar, no derrochará sus energías en pedidos insistentes o ruegos lacrimosos que podrían sacudir su relación. Sencillamente hará lo que él desea cuando él esté presente… y lo que desea ella cuando él no esté. Aquello que desea hacer sin la bendición de él no ha de ser necesariamente algo siniestro o taimado. No ha de planear necesariamente el robo de un banco o una infidelidad. Podría ser algo tan inocente y vulgar como dormir una hora más. Al igual que todos los pájaros, el Géminis típico está casi siempre levantado y alerta desde muy temprano, silbando alegremente o quejándose con mal talante (según cuál fue el Gemelo de Géminis que se levantó primero), y puede adoptar una actitud muy crítica respecto de aquellos que se quedan en cama hasta más tarde de lo que Géminis considera justo cuando hay algo que hacer. Podría tratarse de que ella desea leer algo que no es precisamente lo que él le recomendaría. Quizá se trata de visitar amigos cuando él cree que debería emplear su tiempo en algo más productivo. Tal vez se trata de ir al salón de belleza donde ha pedido hora. ¿Por qué habría de enfurruñarlo esto? Porque él piensa que ya es suficientemente bella tal como está, y además, el dinero que gasta en su embellecimiento personal estaría mejor invertido si los dos viajaran juntos.

Para Géminis, el más sublime de los éxtasis consiste en cambiar de escena, en ir a alguna parte, a cualquier parte que sea distinta y que implique un alejamiento de la rutina cotidiana. La sagacidad de Géminis incluye un instinto práctico infalible. Por ejemplo, si ella pidiera hora en el salón de belleza delante de él intentaría disuadirla, ya fuera con sus considerables poderes de persuasión y su simpatía, o con críticas malhumoradas. Pero una vez que haya ido y que él haya visto el resultado, casi nunca entablará una discusión. En primer término, ella está encantadora y él no tiene corazón para reñir con una persona tan atractiva. En segundo término, sabe que tratar de impedir lo que ya está hecho implica una pérdida inútil de tiempo. Este hombre casi nunca pierde el tiempo. Tiene la convicción de que el tiempo ha sido hecho para colmarlo con actividades: se debe aprovechar cada segundo del que está compuesto (excepto para dormir, lujo este que los pájaros medios de Mercurio sólo se dan durante períodos muy breves). El tiempo es la sustancia de que está hecha la vida… y los sueños. Dilapidarlo sin hacer nada es, a su juicio, un pecado. La mujer Piscis tiene un enfoque totalmente distinto del tiempo. Piensa que es inagotable: que si se le escapa un poco hoy, mañana habrá más. Y piensa que una de las formas más estupendas de pasarlo es sin hacer nada. Sobre todo después de que ella ha agotado sus energías realizando mil y un favores a los demás, y cuando su espíritu normalmente jovial está abatido. Piensa que cuando es posible, la mejor forma de pasar el tiempo consiste en limitarse a ser ella misma, a existir, simplemente… en las frías y verdes aguas de sosegada contemplación, propias de Piscis. Esto le refresca el alma.

Su alma necesita refrescarse mucho, después de vivir con un hombre Géminis baja la vibración 4-10, siempre un poco tensa. Es posible que las mismas cualidades que al principio la hicieron gravitar hacia él, resulten después desmedidamente desgastadoras y fatigosas para su naturaleza más plácida. La mente de él es rica en pequeñas sorpresas, y esto la regocija. Él tiene una gran rapidez y agilidad mental, y capta instantáneamente todo lo que ve, oye o lee. Sus ideas afloran cuando menos se espera, y son casi siempre originales y fascinantes. Él parece estar siempre atareado: soñando, pensando, planeando o haciendo, mientras ella está atareada en el solo hecho de ser. El puede cambiar de ocupación o carrera en un abrir y cerrar de sus ojos centelleantes, y ella nunca sabe con qué se encontrará a la vuelta de la esquina. Esto es emocionante. Es seductor y estimulante. Parece un misterio que ella nunca puede sondear íntegramente, y adora los misterios. Pero es posible que después de un tiempo estos mismos rasgos de su hombre azuzado por Mercurio le hagan añorar la soledad y la paz… la seguridad de lo inmutable… un repliegue en el reconfortante sosiego de sus propios sueños y objetivos más lánguidos y apacibles. Durante un tiempo, el maravilloso ingenio de él, su conmovedora sonrisa triangular de chiquillo, el fulgor estelar de sus ojos expresivos, su inteligencia cabal y sus múltiples talentos harán que la chica Pez viva hipnotizada por su hechizo mercurial.

Presenciar los cambios de su estado de ánimo, que es tan pronto afectuoso, alegre, cálidamente tierno y generoso, como irritable, sarcástico, hosco y mezquino, para volver luego a su estado anterior (merced al predominio del «Gemelo bueno»), es como contemplar un caleidoscopio viviente. Cuando ella asiste a sus acrobacias mentales desde lejos, le parecen interesantes, incluso electrizantes, y por cierto estimulantes. El desgaste y el deterioro de su tranquilidad sólo empiezan a notarse cuando ella accede gradualmente a convertirse en una parte integral e inseparable de los altibajos multifacéticos de su imprevisible actividad mental, física y emocional. Por mucho que intente resistirse, la mujer de Neptuno no puede evitar que al fin la succione el remolino más próximo de experiencia humana. Ella absorbe los sentimientos y emociones que la rodean como si fuera una esponja parapsicológica o una placa fotográfica sensible (más o menos como lo hacen los Cáncer y los Escorpión). Y como su propia aura está sintonizada con una vibración más apacible, a veces la percusión de los címbalos de Géminis y las notas agudas de las flautas pueden alterar sus nervios y turbar su aplomo, dejándola vagamente deprimida. La solución consiste, para ella, en alejarse nadando quedamente de los desbordes de sensaciones circundantes que amenazan ahogada… internarse en el mundo silencioso de su serenidad interior… a cualquier precio… y volver con sus fuerzas renovadas. Durante estos necesarios períodos de repliegue, el hombre Géminis que la ama se sentirá desconcertado y ofendido, y a veces encolerizado.

A él nunca se le ocurre pensar que también es un especialista en la táctica defensiva del retraimiento mental, que es un experto en el arte de refugiarse en un distanciamiento huraño cuando ella más necesita que sea atento y considerado. Recuerden que Piscis es un alma muy vieja, que nació sabia, y que Géminis es el niño simbólico. No puede evitar el hecho de ser un poco egocéntrico. Sin embargo, a menudo su perspicacia es sorprendente, a pesar del carisma de «niño» simbólico. Habrá momentos en que manifestará una asombrosa comprensión de lo que ella está soportando, y entonces le demostrará que la entiende con su delicado toque geminiano de compasión… exquisitamente tierno. O intuirá que lo más apropiado es hacerla reír, sugerirle un viaje… o sólo un paseo en auto o una caminata, juntos. Estos serán los momentos singulares y gorjeantes de su amor. A menudo, la química sexual que existe entre este hombre y esta mujer es la alquimia silenciosa que los aproxima en todos los sentidos, y no sólo físicamente. De alguna manera, merced a la fusión de sus elementos de Aire y Agua durante las intimidades de su unión sexual, él se hace más parecido a ella… y ella más parecida a él. De modo que, extrañamente, después de hacer el amor, ella está más vivaz, vibrante y alerta… y él está más apagado y afable, menos inquieto e inquisitivo. Cuando el Agua se asocia con el Aire en una unidad sexual, el Agua transforma mágicamente el Aire en su propio elemento, en forma de una lluvia vivificante, refrescante, después de lo cual toda la Naturaleza vuelve a estar lozana, impregnada de promesas y aromatizada por nuevas esperanzas.

El Pez y los Gemelos encuentran a menudo, encerrada en el círculo de sus respectivos brazos, la esquiva armonía que buscan juntos en otros momentos, y que nunca parecen poder capturar totalmente. El misterio sexual que flota entre ambos puede ser una poderosa experiencia regeneradora para los dos, la base secreta y sólida sobre la que descansará el deseo permanente de tratar de entender sus respectivas personalidades, inmensamente distintas. La morosidad de ella, su tendencia a eludir los problemas, lo fastidia y lo frustra. Pero ella también cambia de tema con extraordinaria facilidad. No obstante su gran rapidez, a él le resulta difícil seguirle el ritmo. Las críticas ocasionales y los intereses dispersos de él, la preocupan y la ofuscan. Sin embargo, casi siempre se las ingenia para evitar las situaciones desagradables. Él preferiría que no fuera así, porque necesita el periódico estímulo mental de la controversia y la discusión para mantener aguzado su ingenio de Mercurio. Ella preferiría que él se relajase más y se inquietara menos. Él preferiría que ella se relajara menos y se inquietara más. Bueno, quizá no que se inquiete, pero sí por lo menos que vea las cosas tal como son y no como le gustaría que sean (aunque él también sucumbe a la tentación de soñar despierto). El hombre Géminis está configurado como un mosaico lleno de torsiones y giros súbitos. Precisamente cuando crees que es hostil a los temas metafísicos, comprará un libro sobre la Gran Pirámide. Conocí a un pájaro de Mercurio que después de afirmar que despreciaba el ocultismo, pidió que le regalaran una bola de cristal para Navidad. Quería experimentar. La experimentación es la adrenalina que Géminis necesita para mantenerse en movimiento. Si algo despierta su interés, no descansará hasta haber elucidado el concepto y haberlo perfeccionado.

Las complejidades de la mente y las actitudes de este hombre nunca terminarán de magnetizar y desorientar a la mujer Piscis. A veces sus contradicciones harán que lo admire más, e incluso la incitarán a esforzarse por emular su enfoque analítico e intelectual pero circunstancialmente imaginativo. En otros momentos, desesperará de llegar a conocerlo verdaderamente alguna vez. Por razones distintas, él también se preguntará si alguna vez logrará conocerla realmente. Puesto que tanto él como ella tienen dos componentes, el juego no termina nunca. Tanto Géminis como Piscis son signos duales. Alguna que otra vez, cuando la mujer Pez está mental, física y espiritualmente exhausta, se torna fría como el hielo y se niega a comunicarse. lo cual lo aflige mucho más de lo que le demuestra a ella. Pero ella casi siempre evita una escena al hacer caso omiso de sus propios sentimientos heridos. Cuando la calamidad, la confusión o la confrontación asoman en el horizonte, la soñadora Piscis se limita a simular que no están allí, y para ella, entonces, desaparecen. Ha aprendido que si aguardas pacientemente, la mayoría de los problemas se resuelven por sí solos. Pero a él le resulta imposible enfrentar un problema fingiendo que no existe. Se siente obligado a analizarlo y elucidarlo inmediatamente. No puede resistir esta compulsión, así como no puede resistirse a resolver un crucigrama o a contestar el cuestionario en voz alta cuando mira un programa de preguntas y respuestas por televisión (y él siempre acierta antes que la persona sometida al interrogatorio). Todo hombre Géminis es un pedagogo de alma, impulsado a purificar las aguas cenagosas con la claridad de la razón y la lógica. A esto se suma, además, la contradicción de su tendencia a soñar despierto.

Como Géminis y Piscis pertenecen a los elementos de Agua y Aire, nunca serán un demostrativos, cálidos y afectuosos, exteriormente, como las personas nacidas bajo el elemento de Fuego. Sin embargo, gracias a su esencia combinada de agua y aire, pueden ofrecerse recíprocamente un don extraordinario: la libertad. Ella rara vez cuestionará los impulsos o el paradero de él, porque no es posesiva. Él también le concederá la misma libertad de movimientos. A él no le interesará saber por dónde anda flotando ella mientras él está ausente, pero cuando esté presente, pretenderá que le haga compañía, porque Géminis necesita público. Ella es una maravillosa escucha, y ésta es la cualidad que más lo enternece. Personalmente, Géminis sabe que esta dama parsimoniosa, rica en secretos y sutilezas apacibles, se interesa sinceramente por todo lo que él tiene que decir, y sobre todo, ésta es su necesidad más recóndita. La mujer Pez sabe que este hombre versátil, de múltiples estados de ánimo, la necesitará siempre, y ésta es, sobre todo, la necesidad más recóndita de ella: que la necesiten. Cuando él es sarcástico, como Géminis puede serlo a veces, le destroza el corazón. Pero cuando recupera su simpatía, cuando sus ojos titilan nuevamente con una plétora de sorpresas, cuando proyecta su caprichosa sonrisa triangular y sus anhelos de Peter Pan, ella sabe que ha acertado al adaptar su forma de vida predilecta a la de él. Al proceder así, rio ha perdido nada, en realidad, y ha ganado su propio caleidoscopio humano, que cambia de color, de forma y de diseño al más ligero toque.

Él la regañará reiteradamente por ser tan generosa y derrochadora. Hasta que un día él volará por toda la ciudad, sin aviso previo, como si realmente tuviera las alas plateadas de Mercurio adosadas a los talones; pidiendo a dos o tres bancos que le presten el dinero que no tiene, para ayudar a un amigo en aprietos. Durante meses él hará serios planes para inscribirse en la escuela nocturna y obtener su título de ingeniero, y súbitamente se comprará una computadora y anunciará que será novelista. Volverá a casa, extenuado después de hacer flexiones mentales durante todo el día, rechazará la cena, le informará a ella que se va a la cama, y se encaminará rezongando hacia el dormitorio. Antes de cinco minutos reaparecerá, le hará un guiño con la vieja magia, y le preguntará si quiere salir a presenciar la puesta de sol, para después cenar fuera e ir al teatro. Mientras ella se esté cambiando él la regañará para que se dé prisa, y se quejará, irritado, de que tarda una eternidad en arreglarse para salir. Pero cuando esté sentada junto a él, en el auto, le dirá inesperadamente que nunca la vio tan hermosa. «te das cuenta que no sabría qué hacer sin ti?», le pregunta él. Ella no contesta, y se limita a sonreír. Siempre lo ha sabido. Por eso todavía está allí.

Adaptación de Linda Goodman

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