Antes de rompernos los sesos tratando de analizar esta configuración de signos solar 1-1, procuremos desentrañar la parte aritmética. Un Géminis más un Géminis equivalen a un grupo de cuatro personas inteligentes, activas (dos pares de Gemelos) que intercambian ideas, ensueños y desafíos entre sí y con el mundo en general. Es posible que de cuando en cuando se bloqueen recíprocamente la visión de la vida, porque tienden a observarla con lentes distintas, a través del zoom y el gran angular de sus ojos mercuriales, y a veces caminan o corren a diferentes velocidades. Sin embargo, en cierto sentido, los cuatro marchan a la misma velocidad, porque todos entienden sus respectivas ansias de libertad. Sus vibraciones se irradian desde las mismas frecuencias, y generalmente sus ritmos son sincrónicos. Cuando dos Géminis se fusionan y consiguen que sus vibraciones, ritmos y perspectivas mentales se ciñan a una configuración común, los cuatro pueden utilizarse recíprocamente como vínculos reconfortantes con la realidad. Desde la base de su empatía mutua, pueden salir a cautivar el mundo, volver fugazmente para sentirse comprendidos, y luego lanzarse nuevamente a otra campaña de seducción mental. ¿Entiende lo que digo? Si lo entiende, usted también es Géminis, porque todo esto es astrológicamente exacto, pero al mismo tiempo encierra un complicado equívoco mercurial. Si no lo entiende, y lee esto para aprender a entender a un equipo, sociedad o pareja Géminis que conoce, quédese con nosotros, pero prepárese para ejercitar los músculos de su cerebro… y no olvide el paracaídas.
El filósofo-astrólogo Alan Watts definió al «Hombre» como «Dios jugando al escondite consigo mismo». Durante mucho tiempo ésta ha sido mi definición esotérica favorita de la relación del hombre y la mujer con el Universo, porque siempre he sospechado que el hombre y la mujer y sus co-creadores forman una unidad. Sin embargo, realmente debo corregir un defecto de esta definición que por lo demás es profundamente sagaz. Estoy segura de que el difunto, y al mismo tiempo benévolo y brillante Alan Watts, nos perdonará si parafraseamos así sus palabras: «Dios y su pareja, jugando al escondite con ellos mismos». Ahora queda perfecto. Pero de todas maneras, lo que quería destacar es que, en el caso de Géminis, nuestros co-creadores juegan al escondite con ellos mismos a mucha velocidad, con muchos más escondrijos, y probablemente se sorprenden a sí mismos mucho más que en el caso de los comunes mortales, que ya están bastante confundidos con el desafío de ser una sola persona. Desde luego, todo esto tiene otra cara, la cara individual, y la integridad de cada alma singular.
La esencia de Géminis es extraordinariamente contagiosa. Es necesario permanecer alerta cuando se entabla cualquier tipo de discusión con un Géminis, y con más razón con dos, que en realidad son cuatro. Verán, a veces el lenguaje equívoco de Géminis ayuda a superponer dos opiniones, aparentemente antagónicas, en la integridad estereoscópica de la profundidad tridimensional. La tercera dimensión la agrega el sagaz escucha. ¿Me siguen? Sencillamente deberán acostumbrarse a los juegos de palabras si piensan jugar al ping-pong verbal con los Gemelos, lo que no es más que la imagen reflejada en el espejo de Géminis. Cada Géminis contiene una imagen refleja exacta e invertida de sí mismo (o de sí misma): los polos positivo y negativo de su personalidad. Esto se debe a que cada Géminis simboliza al alma, en su viaje alrededor de la rueda astrológica kármica, cuando experimenta la etapa infantil de conciencia de que no está sola en el Universo, y cuando comprende también que existen dos facetas distintas en el carácter de cada hombre y mujer, facetas que es necesario armonizar antes de que el individuo pueda relacionarse con los demás. El problema consiste en que Géminis pocas veces sabe cuál de sus personalidades escindidas es la auténtica. Si alguien pidiera (o si nuestros co-creadores le pidieran a esta parte de su individualización): «Por favor, que el verdadero Gemelo se levante y se dé a conocer», se alzarían bruscamente dos personas distintas, y el juego del escondite empezaría de nuevo. Naturalmente, entonces, cuando un par de Gemelos deciden entrelazar sus temperamentos, el enredo puede ser mayúsculo.
Hay unos pocos Géminis que son capaces de encontrarse a sí mismos en medio de la miríada de disfraces y de deseos encontrados de sus naturalezas. El regente de Géminis es el embaucador Mercurio, el planeta de la velocidad del rayo (aunque no tan veloz como el «vertiginoso» Urano), que obliga a este hombre, mujer o niño a probarse un millar de caras, y a descartarlas luego, en el curso de una búsqueda impaciente de la identidad personal. La intención de la mascarada es lo que separa a los hombres de los niños, a las mujeres de las niñas, y a Escorpión de Géminis… si esto es lo que se preguntan. Escorpión cambia de careta con un propósito totalmente distinto, el de desconcertarlos deliberadamente, en tanto que Géminis sólo trata de decidirse y saber cuál es la cara que corresponde a ese lugar. No, esta es la indecisión de Libra. Ensayemos de nuevo. Géminis se prueba las máscaras con el fin de descubrir cuál es su verdadera personalidad. La indecisión no tiene nada que ver con esto. En realidad se trata de un análisis detallado. ¿Esto ya lo dije? Sí, lo dije. Acabo de darme cuenta. Dije lo mismo en el final de la última oración del párrafo anterior. Bueno, acostúmbrense a ello. Los Géminis se repiten a menudo, dicen las cosas dos veces. Por ejemplo, preguntan: «¿Qué hora es?»… esperan más o menos un segundo, y repiten: «¿Qué hora es?», antes de que tengas tiempo de contestar que son las y media o las menos cuarto, en razón de lo cual es un poco difícil conversar con ellos de manera sincronizada. A veces. Pero no siempre.
Como Géminis es un signo de aire, mental, estas personas sienten la necesidad de devanarse los sesos casi continuamente, incluso en sueños, pensando, teorizando, imaginando, proyectando, condenando, apoyando, descartando, seleccionando y analizando los hechos concretos y objetivos… al mismo tiempo que corren en pos de su ensueño visionario. Ya ven por qué todos ellos son rompecabezas humanos. Los regidos por Mercurio merodean por el mundo, ya sea mental o físicamente, o de ambas maneras a la vez, en busca de un esquivo ideal de verdad y felicidad perfectas, y después retornan a menudo al hogar para escuchar a un pájaro que gorjea en un árbol muy alto: el mismo pájaro, el mismo gorjeo y el mismo árbol que conocieron en su infancia. Después de viajar por todos los continentes mentales de su imaginación, a veces comprenden al fin, si tienen suerte, que sus sueños más auténticos los soñaron cuando la percepción de la infancia estaba despejada y no había sido contaminada por la lógica y el cinismo adultos. Cualquier combinación de la configuración de signos solares 1-1 trae consigo la satisfacción excepcional y única de la asociación con una persona tan parecida a uno mismo (o a una misma) que no hay mucho que temer al rechazo de personalidades… aunque siempre existe el peligro de una preponderancia de las características similares. Una relación Géminis doble es particularmente reconfortante para cada uno de sus cuatro componentes, porque siempre tranquiliza tener un camarada, pariente, vecino, socio, amante o consorte que está tan embrollado como uno mismo. Esto ahorra muchas explicaciones y disculpas cansadoras. Pero también puede ser extenuante para el sistema nervioso, por la frustración que experimentas constantemente cuando tratas de embaucar a alguien que prevé todas tus maniobras y racionalizaciones.

Por lo menos a estos signos solares, cuando forman pareja, les resulta más fácil reconocerse mutuamente de lo que le resultaría a un extraño reconocer a cualquiera de los cuatro. Ayer, Géminis era un alma mansa, tímida y modesta, un poco indiferente, tranquila y reflexiva, con accesos circunstanciales de melancolía y añoranza-. Hoy, este mismo Géminis es cínico, sarcástico, irritable, injurioso… y está muy alerta, con sus sentidos aguzados. Es posible que mañana esté sosegado y que sea equilibrado y conservador hasta el punto de parecer francamente soso. Luego, sin la mejor advertencia previa, Géminis se convertirá en un fuego fatuo, que esparcirá ensueños como si fueran gotas de limón, que diseminará ideas como si fueran confetti, impaciente, anhelante, tan activo en el plano físico como comunicativo en el plano verbal e inquieto en el emocional. A todos nos resulta tremendamente desconcertante, pero aún más al Géminis mismo. Especialmente si éste (o ésta) se halla ligado a otro Géminis por un vínculo estrecho. Entonces, por supuesto, el desconcierto se duplica y es dos veces más torturante. La naturaleza embaucadora del planeta regente de Géminis, Mercurio, se oculta siempre tras el intelecto agudo de los Gemelos, y se manifiesta en todo tipo de detalles de mayor y menor envergadura.
Una fusión de Géminis y Géminis tiene la ventaja de crear una atmósfera de libertad de pensamiento y movimiento, de modo que sus intelectos combinados pueden entrar en acción sin el lastre de pequeños celos, desconfianzas y restricciones (admitiendo, como siempre, la posibilidad de que influya un signo lunar o ascendente más conservador). Incluso en este último caso, el clima emocional que imperará entre los dos será relativamente libre y desenvuelto, y les permitirá ejecutar juntos muchos trucos y capturar muchos sueños. Los dos se aguzarán mutuamente el ingenio, generalmente perdonarán y olvidarán rápidamente… y casi nunca tendrán problemas de aburrimiento. Pero su asociación también tiene desventajas, y deberán enfrentarlas y encontrar la forma de eliminarlas, conjuntamente. Desprovistos de la estabilidad de los signos solares más prosaicos y menos complicados, Géminis y Géminis podrán tentarse mutuamente a esparcir sus talentos a los cuatro vientos, sin que ninguno de los dos se muestre dispuesto a frenar al otro ni pueda suministrarle la paciencia y fiabilidad indispensables para el éxito, ya sea en el nivel emocional o en el material. Es posible que, al verlos, sus amigos recuerden la imagen de dos globos de colores llamativos, inflados con una mezcla de helio feliz y aire caliente, que se divierten mucho y lo pasan maravillosamente flotando entre las nubes, pero que no van a ninguna parte en particular. Con esta combinación, sus signos lunares escribirán el desenlace de la historia. Si existe un aspecto desfavorable entre el signo lunar de la carta natal de uno de ellos y el signo solar Géminis del otro, podrán componer encantadores poemas o piezas de jazz, podrán pintar las nubes de plata o la ciudad de rojo. Pero pocos de sus sueños y planes levantarán vuelo, y si despegan, podría producirse un aterrizaje de emergencia.
O también es posible que sus globos se remonten por el aire a demasiada velocidad y que después se pierdan de vista, porque no estaban anclados. Igualmente podrán conseguir que las cosas funcionen armoniosamente, pero para ello deberán ser más cautelosos y menos informales. Sin embargo, con un aspecto luminario favorable entre sus soles y lunas, ciertamente sus innovaciones creativas, sus descubrimientos científicos, sus logros intelectuales, su seguridad material… e incluso su percepción espiritual, no tendrán límites. En cuanto a la dicha y la armonía emocional, bueno… esto depende realmente de ellos. Los Géminis fabrican sus propias emociones para venderlas, conservarlas o regalarlas. ¿Qué buscan estos Pájaros de Mercurio en el viento que sopla ahí fuera? Sea lo que fuere, es algo que trasciende lo visible y tangible. Un Géminis podría preguntárselo al otro, pero las respuestas que recibirán serán exactamente las mismas que habrían recibido si los Gemelos se hubieran formulado las preguntas a sí mismos.
GÉMINIS: ¿Qué buscas?
GÉMINIS: No estoy seguro. Pero cuando lo encuentre, sabré qué es.
GÉMINIS: ¿Y dónde crees que lo encontrarás, con exactitud?
GÉMINIS: ¿Dónde? Vaya, prácticamente en cualquier parte, supongo…
Y sin embargo, sucede con demasiada frecuencia que el último lugar donde a los Gemelos se les ocurre mirar es el patio de los fondos de su propia casa, donde es posible que el milagro que buscan los esté aguardando desde siempre.
Adaptación de Linda Goodman
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