Los dos caminan por la acera, mirando vidrieras. Mejor dicho, ella mira escaparates. Él cuenta hasta diez, esforzándose por controlar su creciente fastidio.
SAGITARIO: ¡FABULOSO! ¡Esto sí que no tiene rival! ¡Mira ese biquini! Entraré y lo compraré ahora mismo, y mañana lo llevaré a la playa y estaré sexy.
EL TORO: (Silencio. Silencio absoluto, ominoso. No sabe qué es lo que más lo ofusca: su falta de pudor virginal, los gritos que ha proferido en medio de la calle y que han hecho que todos se volvieran para mirarlos con curiosidad, o el espíritu despilfarrador que la induce a empecinarse en comprar cosas cuando no tiene dinero para pagarlas ni sabe, al menos, cuándo lo tendrá… por lo cual él sospecha que probablemente intentará pedírselo prestado cuando llegue la cuenta de la tienda y ella siga sin un céntimo —tiene razón. Se lo pedirá—. Y así, por el momento… el Toro calla.) (o… cambio de escena)
SAGITARIO: Cariño, compremos un San Bernardo para que le haga compañía a nuestra perra pastora, y bauticémoslo Merlín. ¿No crees que sería estupendo? ¿Crees que los perros entienden la poesía? Yo sí lo creo. Ciertamente la entienden mejor que tú. Tú no sabrías distinguir a los poetas. ¿Crees que se aparearían?
EL TORO: ¿Quiénes?
SAGITARIO: No, tonto. Los perros. La pastora y el San Bernardo. ¿Te parece que los cachorros tendrán problemas, o algo así?
EL TORO: ¿Quién?
SAGITARIO: Deja de hacerte el chistoso. ¿Te dije que me parece que nuestra gata, tendrá gatitos dentro de pocas semanas?
EL TORO: Escucha, Yeti. No soy un criador de perros. Ni un partero de gatos. Métete esto de una vez por todas en tu cabeza de mármol. No me gusta que un montón de animalitos peludos trepen sobre la cama mientras intento dormirme. Esta casa empieza a parecer una filial de la Asociación Protectora de Animales. (o… nuevo cambio de escena)
SAGITARIO: ¿Por qué no quieres que participe en la manifestación de protesta ecologista? Si alguien no reacciona inmediatamente, sólo nos quedan diez años de vida en este planeta. ¿Quieres asfixiarte dentro de diez años porque se ha agotado el oxígeno del aire, porque el plancton que produce oxígeno, que crece en el océano, ha desaparecido, porque los industriales codiciosos como tú contaminan el agua?
EL TORO: No soy un industrial codicioso. Tengo un pequeño puesto de venta. Y no me importa en qué manifestación inspirada por los comunistas chinos participas en tus horas libres, pero yo acabó de volver del trabajo y no me han dado de comer. Tengo hambre. Aguántate y dame de comer.
SAGITARIO: Escucha, ¿crees que eres mi propietario? No soy tu esclava. Te comportas como si pretendieras que marque la hora en un reloj de control, dentro de la casa. Esta noche te irás a comer fuera un chop suey de cerdo. Yo no cocino.
EL TORO: ¿Ves? Ahora incluso haces propaganda de comidas orientales.
SAGITARIO: Pues no tengo por qué tolerar eso. Me voy.
EL TORO: (bostezando). ¿A dónde te vas? Tu madre no te recibirá. Hace cinco años que no le escribes ni le telefoneas.
SAGITARIO: No tengo la menor intención de volver a mi casa. Eso sería peor que vivir contigo. Me iré a vivir con mi viejo amigo Kevin… allí es adonde iré.
EL TORO: (que ya no bosteza sino que está alerta y bufando). Antes tendrás que pasar sobre mi cadáver.
SAGITARIO: Quédate tranquilo. No pienses nada malo. Kevin está casado. Su esposa no se opondrá. Antes les telefonearé.
EL TORO: (ahora furioso). ¿Qué quieres apostar a que su esposa sí se opondrá? ¿QUÉ QUIERES APOSTAR? ¿O acaso planeas organizar un ménage á trois? ¿SE TRATA DE ESO?
SAGITARIO: No grites. Estás congestionado. Pensé que eras enemigo de los juegos de azar. Ahora quieres apostar conmigo porque se te ha ocurrido una inmunda sospecha. ¿Ves que eres versátil? Pensé que ustedes los Tauro eran estables y fiables. Ésa fue la única razón por la cual me casé contigo, porque mi astrólogo me dijo que eras estable y fiable. Habría que meter en la cárcel a todos los astrólogos. ¿Qué es un ménage á trois? Si quieres agraviarme, por lo menos hazlo con insultos que yo entienda. Sabes que no hablo otros idiomas.
EL TORO: ¡ME DOY POR VENCIDO! ¡ME DOY POR VENCIDO! Ven, te llevaré a cenar, y quizá después iremos al teatro. Hoy es nuestro aniversario de boda, pero no pretendo que recuerdes algo tan trivial como eso.
SAGITARIO: ¡Oh, tesorito mío, cariño! ¿De veras? ¿Y puedo telefonearles a Kevin y su esposa, para preguntarles si quieren venir con nosotros?
La historia sigue más o menos así, con variaciones. Si ella se ha doctorado en ciencias políticas y habla varios idiomas —como muchas Arqueras— se mostrará aun más indignada. Los Sagitario son tan fogosos y jactanciosos cuando están bien informados como cuando no saben de qué hablan. Puesto que Sagitario rige la educación superior, entre otras cosas, es probable que ella tenga uno o dos títulos universitarios. De todas maneras, encontrará toneladas de temas locales e intrincados, de actualidad, para analizar con su lógica impasible y su brutal honestidad. Luego intentará enmendarlos con su optimismo típico de Júpiter. Esto convierte el desayuno acompañado por la lectura del periódico en un trance muy animado. Sus discusiones chispeantes compensan cualquier cosa.
El espíritu entusiasta de la chica Sagitario la ayuda a reponerse de la mayoría de sus infortunios como si la activara un resorte. Mira el lado bueno de las cosas, y su talante eufórico hace que el Toro sonría indulgentemente, divertido por el idealismo y la ingenuidad subyacentes. Pero no se recupera tan rápidamente de un desengaño amoroso como de sus ambiciones frustradas, de un sueño fracasado o de un período de pobreza. El amor no correspondido (o sea el amor que brinda pródigamente a un hombre que abusa de su confianza) la echa por tierra, y a veces impide que se vuelva a levantar. Pero la dulce comprensión de un Toro paciente podría curar sus cicatrices emocionales y, al mismo tiempo, podría enseñarle que no todos los hombres son farsantes veleidosos que no cumplen sus promesas. No es raro que estos dos se enamoren mientras él desempeña el papel de Hermano Grande y enjuaga las lágrimas que ella derrama por una ruptura sentimental. Su fiabilidad la apacigua, y la confianza inalterable que deposita en ella sosiega su alma alterada. Es posible que entonces ella resuelva que éste es el hombre que deseaba encontrar sin lograrlo desde la primera vez que enderezó el arco y la flecha hacia las estrellas y se lanzó en pos de un sueño imposible. Tal vez lo sea. Y tal vez no. Si el Sol y la Luna de sus respectivas cartas congenian, pueden consolidar una relación que, aunque ciertamente nunca será aburrida, quizá será confortable y satisfactoria.
Con una vibración luminaria negativa entre sus horóscopos, necesitarán coraje. Ella es aficionada a discutir. A la chica Sagitario le gusta cruzar espadas con un buen antagonista. Como sus rápidos chispazos de lógica le suministran una aguda clarividencia, es una polemista experta, y dolorosamente veraz. El problema consiste en que al hombre Tauro no le gustan las controversias y los debates. Ni siquiera las discusiones amistosas demasiado prolongadas. Es posible que ella invite a una pandilla heterogénea de amigos a acampar, frecuentarla y mantener su ingenio aguzado. Pero esto sólo servirá para empeorar las cosas. Al Toro no le agrada ver su castillo atestado de extraños bulliciosos, y se necesitará una buena dosis de elasticidad emocional para aliviar las fuertes tensiones. Los temas del programa doble de muchas de sus tragicomedias serán la terquedad de él… y la prodigalidad de ella. En cuanto a la duración de sus peleas, ésta depende de la conciencia que ella tenga de la personalidad de él, regida por Venus. Ella olvidará rápidamente su propio enfado. Él podrá seguir enfurruñado durante días, a menos que ella conozca el secreto para llegarle al corazón. Cuando se trata de un Toro, bastan un apretón fuerte y un beso tierno para demoler todas sus tenaces defensas.
Lo cual nos trae al tema de su armonía sexual. Ésta podría implicar un excitante encuentro de Fuego y Tierra que les produce a ambos suficiente placer recíproco para mitigar todas sus otras diferencias. La atracción física inicial es intensa. La actitud franca y sana de ella respecto del sexo incitará al Toro a abrirle su corazón, liberando emociones que podrían haber quedado sofocadas dentro de él por miedo al rechazo. Ella responderá con naturalidad a sus gestos afectuosos y a su aire de tierna protección.
Él la hace sentir totalmente amada, y no sólo deseada con pasión. Sin embargo, es posible que ella satisfaga las necesidades físico-emocionales de él más cabalmente que él las de ella. A menudo la mujer Sagitario se aferra a su amante fantasma, el que prometió transportarla a las nubes en las fantasías de su adolescencia, así que podrá haber circunstancias en que el hombre Tauro intuirá vagamente que la pasión desenfrenada no la consume íntegramente durante sus intimidades. Si ello ocurre, él deberá callar y no provocar una de las controversias propias de Sagitario. Ella podría disparar una de sus flechas veraces en un momento crucial, lesionando permanentemente su masculinidad taurina. Las posibilidades de que esto suceda son tantas y tan embarazosas que es mejor no mencionarlas. Igualmente, a pesar de sus ensueños diurnos o nocturnos, o lo que fueren, es improbable que ella corra tras su amante fantasma en otro lugar que no sea su mente inquieta. No cuando tiene un Osito de carne y hueso, vivo, tibio y mimoso que puede llevar a la cama consigo. Él sustituirá al de felpa con el que ella acostumbraba a dormir cuando estaba sola y perdida, y desesperaba de que algún día la amaran «auténtica y realmente».
La mujer Sagitario se apresura a asirse al amor, si la mano que toma y sujeta con fuerza también le ofrece amistad. Es impulsiva, la entusiasman las cualidades mentales… y es leal, una vez que se siente sinceramente comprometida. Lo mismo vale para él. Pero él no comerá eternamente chop suey de cerdo en un restaurante. El Toro piensa que el lugar de la mujer está en la casa, con un marcado énfasis en la cocina y la habitación. Si allí es donde ella se siente más feliz, y si está dispuesta a pasar una cantidad considerable de horas con él, su dicha puede ser duradera. Si ella prefiere andar brincando con los payasos, bueno… El y el Yeti tendrán que encontrar algún tipo de transacción. El verdadero amor siempre la encuentra. Si ella le hace cosquillas en la oreja y le rasca la cabeza, él entrará en éxtasis y será dócil y fácil de manejar. Si él deja de ordenarle que se calle, y se esfuerza un poco más por entender su sinceridad, y se interesa un poco más por sus opiniones y su entusiasmo, tal vez ella embotará ligeramente el filo de sus flechas… y quizás incluso le guisará personalmente un chop suey de cerdo, en casa, donde está su lugar.
Adaptación de Linda Goodman
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que bonito! deberías escribir una novela..
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jejejejej bella, es que los textos son de la famosa astróloga Linda Goodman, ella era muy buena!!!
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