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Mujer TAURO Hombre LIBRA

 

Ella está triste por algo. No importa por qué. El mundo es tenebroso y lúgubre, y no hay esperanzas de que algo cambie. La vida – es concreta, la vida es formal, la vida es seria, la vida es monótona… y la vida es ciertamente negativa. Es una chica Tauro, entregada a uno de sus raros pero siempre muy profundos- y melancólicos accesos de impotencia. Aparece un hombre Libra. Se sienta plácidamente junto a ella, le toma delicadamente la mano, y la mira tiernamente, en silencio, después de ofrecerle la mano, y la mira tiernamente, en silencio, después de ofrecerle su pañuelo enorme, limpio. Ella sigue con el ceño fruncido, sumida en su abyecta desolación. ¡Los hombres! Los hombres forman parte del desastre general. Y he aquí a otro de ellos, que trata de seducirla. Pero esperen un momento. Éste no pronuncia una palabra. Se limita a permanecer sentado junto a ella, muy cerca… vertiendo mansamente un bálsamo de sosiego, como si fuera aceite de oliva, y contemplándola con… ¿acaso con adoración? Fuera lo que fuere, es romántico. Entonces, después de un largo rato, él habla. «No te preocupes, cariño. Mañana te sentirás mejor.» Su voz parece un jarabe de caramelo suave como la crema… ¡y, oh, cuánto le gusta a ella el jarabe de caramelo suave como la crema! (A él también, aunque es muy malo para los dos.) Pero ni siquiera esto le levanta el ánimo. No. La vida es concreta, la vida es monótona, la vida es una inmensa nada. La vida te engaña y te deprime. Las dos cosas. «No, mañana no me sentiré mejor. No. No. No.»

Libra vuelve a hablar, siempre dulcemente. «Eres tan bella cuando estás triste. Las lágrimas hacen refulgir tus ojos como si fueran verdes esmeraldas. Si no me destrozara el corazón saber que eres desdichada, me gustaría verlos siempre cuajados de lágrimas. Veamos cómo son cuando ríes.» La vida es concreta, la vida es… bueno, se está poniendo más interesante. Pero… «No, no puedo reír. Quiero, pero no puedo. Sencillamente no puedo.» «Debes reír. Cariño, si confías perseverantemente y a fondo, ocurrirán muchas cosas estupendas. Ni uno solo de tus sueños dejará de materializarse, si conservas tu equilibrio emocional y miras el lado bueno.» Ahora, él sonríe. La sonrisa de Libra es un arma letal que habría que prohibir, para que los hombres Libra nunca puedan utilizarla para aprovecharse de las pobres chicas Tauro, que se derriten y se convierten en un flan trémulo y chasqueante cuando les demuestran afecto y las valoran sinceramente. Pero hasta ahora no la han prohibido. Así que… él sonríe. «El día de mañana será mejor. Lo será realmente. Ya verás.» «No, no lo será. Quiero que sea mejor, pero sé que no lo será.» Entonces él la besa. Lo será. Todo será mejor el día de mañana. El sol brillará, se abrirán las flores, el rocío las perlará… y la chica Toro estará profunda y eternamente enamorada de un seductor que sólo pretendía ser amable y que posiblemente se quedará perplejo cuando descubra que ella ha interpretado su sentimiento romántico como un contrato inapelable de lealtad, en las buenas o en las malas. en tiempos de salud o enfermedad, de riqueza o pobreza, que estará vigente siete días por semana, doce meses por año, durante tantos años como los que dure la vida de ambos. «Sí, quiero».

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La voz que acaban de oír es la del hombre Libra, que se dirige al sacerdote. No se atrevió a lastimarla, y no supo qué excusa darle, así que pensó: «¿Y qué importa?». (Normalmente los Libra no blasfleman ni maldicen. ¿Cómo prostituir esa voz celestial con obscenidades?) Por lo menos no blasfeman cuando son suficientemente jóvenes para decir «Sí, quiero» por primera vez. Después de cometer unos pocos errores conyugales es posible que maldigan ocasionalmente la institución matrimonial que tanto los magnetiza. Así que… ¿qué importa? ¿Por qué no aspirar el perfume de las flores, y dejar que ella lo arrope por la noche con besos apasionados entre las suaves mantas del amor? «¿Por qué no? ¿Por qué no habría de casarme con ella? ¿Al fin y al cabo se trata de mi vida, no es cierto? El matrimonio es algo maravilloso, ella es una chica bonita, ¿y entonces qué tiene de malo casarse con ella?» ¿Ven? Él ya pretende iniciar una discusión, como un buen Libra. Nadie dijo que no debe casarse con ella. ¿Acaso oyeron que yo lo dijera?

Es posible que el amante Libra descubra que ha procedido correctamente al no decidirse a utilizar sus poderes de seducción para zafarse de los ardides femeninos y cautivantes de la chica Tauro. Probablemente serán dichosos como dos tórtolos mientras se pasean, tomados de la mano, de habitación en habitación, por su cabaña rural tapizada de rosas.., o si sus sueños han quedado fugazmente aplazados, por su apartamento en la ciudad. EL ESTUDIO-BIBLIOTECA-SALA DE ESTAR-RECIBIDOR: Aquí están totalmente de acuerdo. A ella le encantan las telas opulentas, de colores suaves, la combinación de belleza y lujo en virtud de la cual una habitación parece cálida y confortable. A él le encantan los tonos pastel armoniosos, muchos anaqueles atestados de libros, los muebles poco llamativos y sosegantes. Quizá tengan un altercado circunstancial por el antagonismo entre lo tradicional y lo moderno, o por una silla o una lámpara o algo parecido, pero en general… están de acuerdo. La computadora cuesta una pequeña fortuna, pero los enloquece a ambos. ¿Quién puede vivir sin música y sin tecnología? Ni Libra ni Tauro (aunque a él no le gustará escucharla a un volumen demasiado alto).

LA COCINA: Siguen tomados de la mano, sumidos aún en una atmósfera de armonía. Ella adora cocinar (si es una Tauro típica), y aunque es posible que le gusten alimentos tales como las berenjenas, las papas y las verduras, se complace en estimular el paladar de él con los platos más exóticos que lo transportan a un estado de arrobamiento gozoso (y quizá también con bastante frecuencia al gimnasio para eliminar —y quemar— las calorías). Es posible que después él pase unas cuantas horas en el centro, con sus amigos. Ya saben… una conversación entre hombres. Pero estará de regreso para saborear la próxima comida que ella le prepare.

EL DORMITORIO: En esta habitación, es posible que no se conformen con tomarse de la mano. Probablemente pasarán la noche —todas las noches— fuertemente abrazados, extasiados ante la comprobación de que por fin ha concluido la larga búsqueda de alguien que comprenda que el amor es lo más importante del mundo. Para él, esa persona es ella. Para ella, esa persona es él. Ambos están regidos por Venus, así que nada deberá preocuparlos menos que sus problemas sexuales. Pero es posible que, a veces, él exprese físicamente su amor en condiciones que a ella le parecerán un poco etéreas. Quizás ella anhele interiormente que él ponga un poco más de énfasis en lo físico, y un poco menos en los complejos estados de ánimo eróticos e imaginativos que Libra enuncia tan brillantemente en términos verbales. Quizás él anhele interiormente que ella ponga un poco más de énfasis en las formas imaginativas y poéticas del amor, y un poco menos en el simple contacto vulgarmente corporal. Sin embargo, se encontrarán en un punto intermedio entre el cuerpo, la mente y el alma… y probablemente descubrirán que su relación es mucho más satisfactoria que la de la pareja común que vive en una sola dimensión romántica.

EL CUARTO DE BAÑO: Seguirán haciéndose cariños y arrullándose complacidos. O mejor dicho, él le hará cosas y la arrullará… y ella mugirá suavemente. Él adora los baños y las duchas prolongados y sibaríticos, las alfombras esponjosas, las toallas gruesas, las lociones de afeitar costosas, y las pastas dentales con todos los colores del arco iris para su sonrisa de Libra. Ella adora los aceites de baño burbujeantes, los polvos, los perfumes, las alfombrillas gruesas, las toallas esponjosas y los jabones aromáticos. Casi no hay un metro cuadrado de espacio, dentro de la casa o alrededor de ésta, donde discrepen. Excepto tal vez en el porche de entrada. Es posible que sea allí donde ella se siente en la escalera y espere… y espere… y espere a que él regrese aquellas noches en que ha ido al gimnasio a quemar calorías… y después al centro, a reunirse con sus amigos. (Sus amigos de sexo masculino. Esto es lo que ella ruega que sean.) Y quizá también discrepen en el sótano.

El lavadero es el recinto donde ella pasará mucho tiempo ayudándolo a conservar su reputación de apuesto seductor Libra. Este tipo de carisma exige contar con pilas de camisas y medias limpias. Deben estar pulcramente doblados, y correctamente apilados en los cajones. Él se pone nervioso cuando sus medias no casan, o cuando sus suéters nuevos destiñen sobre sus camisas inmaculadamente blancas. Es posible que entonces él adquiera la costumbre de regañarla un poco, seductoramente. Bueno éste sí que es un problema. ¿En qué consiste? ¿Ella pasa tanto tiempo en el lavadero porque está harta de esperar su regreso en el porche de entrada… después de que él se ha ido… porque está harto de que ella pase tanto tiempo en el sótano? Entonces tal vez el culpable sea él. Por otro lado, tal vez la culpable sea ella. ¿Quién empezó? Él empezó, por salir demasiado. No, ella empezó, porque lo hizo engordar con sus postres. ¿O empezó él, cuando le exigió que sus armarios estuvieran tan impecables como los de Ives St. Laurent, cuando el príncipe va a seleccionar su ropa? Él le usó las toallas esponjosas y el jabón aromático… ella le usó las alfombras gruesas y el talco.

Él invirtió sus ahorros conjuntos en la cuota de ingreso de un club y en un carro nuevo que compró para darle una sorpresa, pero ella no se mostró sorprendida sino que se molestó, y estuvo enfurruñada durante semanas. Parece confuso, pero Libra lo arreglará todo con su lógica afable y clara… a menos que después de un tiempo ella se empecine y deje de escucharlo. A veces los hombres Libra se comportan como si trataran de extraerle a la vida hasta el último gramo de conocimiento y hasta la última gota de placer… leyendo best sellers, dialogando con intelectuales, cuidando de no perder una película, una pieza teatral, un concierto… embebiéndose en la admiración de las chicas guapas durante las fiestas… y embebiéndose en otras cosas. La mujer Tauro prefiere quedarse en casa y acurrucarse, y asistir quizás a reuniones sociales una vez por semana. No puede convertir el jogging en una forma de vida. Necesita otras distracciones, y la mayoría de éstas residen en la contigüidad de ellos dos: caminar por los bosques o salir de camping, remodelar la casa, buscarle sentido al presente para poder edificar el futuro, comprar una casa en el campo y dejar la locura de la metrópolis. Ella no ha nacido para los edificios. Nació para el aire fresco… y los caminos que recorrerá, tomada de la mano, con el hombre que ama. No todos los hombres Libra pertenecen a la categoría de los playboys. Aunque muchos, sí. Pero playboy o no, insistirá en mantener aguzado su intelecto, y uno de los medios para lograr este fin consiste en ser gregario.

Si ella desea seguir representando esas escenas felices con él en la sala, en el cuarto de baño, en la cocina y en el dormitorio, tendrá que resignarse a confraternizar con los demás en los entreactos. Es posible que él prefiera estudiar las civilizaciones antiguas, incursionar en una de las artes, u obtener uno o dos títulos más, en lugar de perder el tiempo en un club nocturno saturado de humo. Pero cualquiera que sea el lugar y la forma en que él desarrolle la vida social, ella deberá salir del sótano, deberá abandonar la escalera, deberá ponerse su vestido más elegante y deberá acompañarlo… sin poner mala cara. Quizá no disfrutará tanto como él, pero tendrá que fingir que disfruta, si pretende engatusarlo, con su magnífica paciencia, para que algún día se mude donde sea. Ella deberá tratar de tomarlo a risa, con su estupendo sentido del humor. Al fin y al cabo, el mañana será mejor, ¿recuerdan? Probablemente será mejor si existe un aspecto Sol-Luna armonioso entre sus respectivas cartas natales. Si no, bueno… es posible que el mañana sea peor. Pero, por otro lado, nada es perfecto. ¿Y acaso no es esto lo que se prometieron recíprocamente? En las buenas… o en las malas.

«No —responde el hombre Libra, tristemente—. El mañana no será mejor, estoy seguro de ello. La vida es concreta, la vida es formal, la vida te engaña y te deprime, y es rotundamente la nada. Yo soy rotundamente la nada.» La voz de ella fluye cual un jarabe de caramelo suave como la crema, cuando lo apacigua. «No eres rotundamente la nada, cariño. Eres bello y brillante, y… tus ojos refulgen como esmeraldas cuando están cuajados de lágrimas. Si confías perseverantemente y a fondo, ocurrirán muchas cosas estupendas. Deberemos conservar nuestro equilibrio emocional y mirar el lado bueno de las cosas.» Entonces ella sonríe, con una sonrisa deslumbrante, y el corazón de él da un vuelco. «Esos son unos pensamientos hermosos, querida. Muy sabios. ¿Dónde aprendiste esta bella filosofía de la vida?», pregunta él, devolviéndole ahora la sonrisa. «… de alguien que conocí, hace mucho, mucho tiempo. Él me enseñó todo lo que sé acerca de la vida… y el amor. Lo echo de menos. Ojalá pueda volver a encontrarlo. Ojalá venga a casa.»

Curiosamente, están de nuevo el uno en brazos del otro. Ahora deberíamos dejarlos solos, porque él acaba de susurrarle en el cuenco de su oreja semejante a una flor: «He venido a casa… para quedarme.» Pero esperen. Escuchemos un poco más. Ella suspira, suelta suaves mugidos de satisfacción. «¿Te parece que la semana próxima podrías tomarte un día de descanso, para ir al campo y ver algunas de las granjas que están en venta?» «¿Por qué esperar hasta la semana próxima? Vayamos ahora mismo.» Sí, mañana será mejor. No perfecto, pero mejor. Después de que se hayan mudado al campo, él levantará una noche la mirada hacia ella, cuando estén sentados junto al fuego, y empezará a aguzar nuevamente su lógica y su intelecto de Libra. «¿Sabes en qué pensaba? En aquella promesa… «ocurrirán muchas cosas estupendas». Sí, ocurrirán, y después pasarán. Nada dura eternamente. Todo cambia siempre. Por ejemplo en aquella advertencia: «incluso esto pasará». Supongo que «esto» incluye la tristeza, así como la alegría. Si tienes paciencia y esperas, la alegría vuelve.» ¿Ven? Pero no hace falta que él le enseñe a «tener paciencia». La paciencia es el poder secreto de ella, sobre la vida, y sobre el amor… y sobre él.

Adaptación de Linda Goodman

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