Imagine que usted es un peñasco inmenso, plantado en la cima de una montaña. Nada lo asusta, ni lo mueve. Es tan sólido que las tempestades de miles de años ni siquiera han arañado su superficie, a pesar de que han desgastado rocas más pequeñas hasta transformarlas en guijarros inermes. Entonces, un día gélido, una gota de agua aparentemente inofensiva lo salpica refulgentemente, y se desliza en una profunda grieta de su parte central, que está allí desde que usted ha nacido, pero que las lluvias y los vientos han pasado por alto hasta ahora. ¿Qué hará usted? No hará nada. Usted, que ha resistido durante siglos a torrentes y tornados, no tiene nada que temer de una gotita de agua. Al día siguiente, la temperatura baja a cero, y la gota de agua se hiela en su centro. La congelación la dilata, y la dilatación lo hace sufrir. Puesto que antes nunca nada ha conseguido debilitar su fortaleza, ¿cómo reacciona ante una gota de agua que se está expandiendo dentro de usted y que amenaza con partirlo en dos? Una sosegada y exigua meditación como la precedente arrojará mucha luz sobre lo que siente un hombre Tauro, terrenal e invulnerable, cuando se enamora de una líquida, mansa y a veces lunática doncella lunar. Ésta puede sacudirlo hasta sus cimientos. Pero ya es demasiado tarde. Ella ya ha penetrado en el lugar secreto al que nunca nadie había conseguido llegar cabalmente hasta entonces: su corazón. Puesto que el corazón del Toro es tan fuerte como su voluntad y su cerviz, probablemente no se partirá en dos. Pero nunca volverá a ser el mismo, una vez que esta chica lo haya tentado a correr por la playa bajo el cielo de medianoche, siguiendo la trayectoria zigzagueante del Cangrejo, llorando y riendo… y sintiendo.
Tauro lo sabe todo acerca del tacto, pero sentir es una palabra ligeramente distinta. Ella le enseñará todas sus acepciones y sinónimos. De cuando en cuando una chica Cáncer aducirá que no es típica de su signo solar porque: «No me gusta guisar, no quiero tener hijos y aborrezco quedarme en casa». No deje que lo engañe como se está engañando a sí misma. Si revolotea con los desplazamientos laterales propios del Cangrejo, ello se debe a que no ha encontrado al hombre que anhela secretamente, al que la protegerá y la envolverá en espesos mantos de devoción. Es posible que interiormente le encanten los niños y la cocina y las faenas domésticas, pero no se plantará frente a un horno caliente ni mecerá una cuna por cualquier hombre. Hasta que él se materialice, surgiendo de sus ensueños bañados por la luz de la Luna, encubrirá sus tiernos sentimientos maternales y su feminidad romántica tras una fachada de ambición: ambición de seguridad económica, de prosperidad profesional y de imagen pública, repartiendo bromas por todas partes, con accesos intermitentes de risitas que dicen (o pretenden decir): «¡A mí qué me importa!».
Pero si escuchan las vibraciones ocultas, su risa lunar susurra un mensaje anhelante: «Estoy sola y asustada y triste… ¿acaso los sueños nunca se convierten en realidad?». Sí, se convierten. Si crees en ellos. Se convierten en realidad, enfática e irrevocablemente. La fórmula es tan engañosamente simple que sólo unas poquísimas personas descubren su veracidad. El Galileo lo expresó en estos términos: «Pidan todo lo que quieran como si ya lo hubieran recibido, y os será hecho». Realmente es así de sencillo. Si verdaderamente lo deseas, «ya no es un sueño». Lo que imaginas se materializará sin un ápice de duda, y el elemento tiempo dependerá únicamente de la intensidad de la imagen. Sin embargo, la chica Cáncer suele pedir las cosas, no «como si ya las hubiera recibido», sino como si el destino no tuviera la menor intención de concedérselas nunca. Por tanto, el destino no se las concede. Se trata sencillamente de trocar en positivas las vibraciones negativas que ella irradia.
El hombre Tauro no se apresura a iniciar el romance. Aunque tiene una desmesurada capacidad de amar, ésta no se expresa de la noche a la mañana en un compromiso verbal o físico. Sin embargo, una vez que florece, florece maravillosamente y, casi siempre, definitivamente. La estabilidad es algo que la doncella lunar necesita, no obstante su caprichoso y emocional espíritu errabundo. Al igual que ella, este hombre no se entregará totalmente hasta que aparezca en escena la mujer apropiada. Se tomará su tiempo para decidirse, pero su capitulación, cuando se produce, es a menudo instantánea, y su fidelidad es eterna… si el comportamiento incorregible de su pareja no le agota la paciencia. La mayoría de los hombres Tauro (no todos, pero sí la mayoría) no experimentan el amor en su total plenitud sexual y emocional hasta después de pasada la adolescencia (o aun hasta más tarde), cuando ya hace mucho que sus camaradas han contabilizado decenas de «conquistas», convivencias y algunos matrimonios. Pero no olviden nunca que el Toro es muy capaz de compensar el tiempo perdido, y vale la pena esperar la profundidad e intensidad de su amor.
Ella puede consolarse pensando que, si bien él no se somete fácilmente, tampoco querrá separarse rápidamente. Este rasgo ciertamente cautivará a la chica Cangrejo, que es lenta para coger las cosas… y aun más lenta para soltarlas. Esto vale para los chales raídos, los paraguas rotos, los espejos astillados, las bolsas usadas de comida para el perro, los tubos vacíos de lápiz de labios, la cinta rosada de su antiguo gorro de bebé, las botellas y los botes sin tapa, las tapas sin botella y sin bote, las medias barras de las cortinas, los periódicos a los que se les han recortado todos los recortes, los resguardos con la fecha vencida, los lápices totalmente gastados a los que sólo les queda una goma de borrar mocha, y los antiguos amantes (a menos que tenga un ascendente o signo lunar Acuario o Géminis, en cuyo caso es posible que arroje a la basura objetos realmente valiosos, y después que quede perpleja porque no los encuentra varias semanas más tarde).
El Toro es posesivo (lo cual no significa estrictamente lo mismo que celoso) y su forma de amar suele ser consistente, sensata y práctica, casi nunca emocionalmente inestable, caprichosa o indebidamente entusiasta… ¡pero sí íntima! Aunque los dos tienen muchos puntos en común, en esto no se parecen. La doncella lunar puede dejar que los celos infundados la torturen y la suman en una profunda depresión… o peor aún, en una actitud recelosa, angustiada y monopolizadora que puede enfurecer al Toro. (No le molesta demasiado que lo monopolicen, pero de lo que puede prescindir es de la desconfianza.) A veces la imaginación activa de ella la induce a alimentar temores que, si bien se fundan más sobre la fantasía que sobre la realidad, pueden generar torrentes de lágrimas y una pizca de histeria. Éste parece ser un caso perdido, pero en realidad no lo es. En verdad, pocas combinaciones de signos solares encierran tantas promesas de éxito como la de Tauro y Cáncer, una vez que ambos toman conciencia de quiénes son y a dónde van. Tauro ya sabe casi todo lo que le concierne. Regido temporalmente por el armonioso y pacífico planeta Venus, es más propenso que ella a mantener una actitud equilibrada respecto de sus diferencias. A ella la rige la Luna, que es una reflectora de luz. De modo que la mujer Cáncer refleja instintivamente los estados de ánimo que la rodean, y en verdad, cada cambio que se produce en su entorno inmediato se refleja, como si de un espejo se tratara, en su corazón y su cerebro.
A veces tantos reflejos eclipsan su auténtica personalidad. A la doncella lunar no le resulta fácil saber quién es ella misma y a dónde va, aunque disfruta de una extraña sensibilidad para captar los sentimientos e intenciones ajenos. Muchísimas personas le confían sus secretos, y reciben como compensación por ello una tierna comprensión y sabios consejos. Sin embargo, es casi imposible arrancarle sus propios secretos. Es posible que el Toro le diga: «No te comprendo. Juras que me amas, pero pasas todo el tiempo corriendo de un lado a otro, procreando ideas e hijos, comprando ropas, llevando paquetes de las sociedades filantrópicas a tus amigas, trabajando para la asociación de padres y maestros y para organizaciones ecologistas y para el club de jardinería, escuchando música, pintando cuadros, ingresando dinero en el banco, estudiando francés, visitando el planetario, y mirando la Luna a solas, en el patio del fondo. No me necesitas. Aquí no soy más que un estorbo». Ahora bien, es posible que después de escuchar semejante arenga ella comprenda en qué consiste el problema. El está dolorido porque no le prestan la atención que necesita, ni le dan las palmaditas en la espalda y los abrazos afectuosos y los besos que anhela para sentirse seguro de que lo aman.
Sin embargo, como él carece de la sensibilidad lunar de ella, tal vez no entienda hasta qué punto su compañera necesita todas esas actividades y trajines, así como su mundo de ensueños, para poder devolverle a la vida el reflejo de todo lo que absorbe al vivirla. Salta a la vista, entonces, quién ha de tomar la iniciativa de agitar la ramita de olivo. El que mejor percibe lo que le sucede al otro. O sea, desde luego, ella. Igualmente, los esfuerzos de la dama lunar para reconciliarse con él pueden parecer un poco vagos y tortuosos al Toro llano y desprovisto de complicaciones. Primeramente, ella se refugia en el llanto, y después se arrastra de soslayo hacia él. Esto lo confunde. ¿Cómo ha de interpretar el mensaje cuando ella le mete una manzana asada bajo la almohada o deja un poema sentimental bajo su pastilla húmeda de jabón, en la ducha? El jabón se ha pegado al papel, borroneando las palabras, y él no sabe si ésa es o no una carta de despedida.
Ella debería abordarlo directamente y decirle: «Te necesito y no puedo vivir sin ti, y el motivo por el cual revoloteo constantemente es…», etcétera, etcétera. Después debería demostrárselo físicamente… en el único lenguaje que entiende el Tauro. Un lenguaje sencillo. Claro. Veraz. Concreto. Y sensual. A él no le gusta que lo provoquen. A ningún Toro le gusta que lo provoquen. Su compatibilidad sexual es generalmente excelente. Es posible que de cuando en cuando ella desee que él sea un poco menos torpe cuando hace chistes románticos y un poco más delicado cuando expresa su pasión verbalmente. Pero en general, el tacto de Tauro es todo lo refinado y delicado que se puede pedir. Su virilidad masculina puede estimular a esta chica insegura hasta hacerla salir de su caparazón, prometiéndole las satisfacciones que la mayoría de las mujeres sólo conocen a través de la lectura de novelas. El Toro le producirá a la doncella lunar la sensación de que la aman tiernamente, de que la desean tórridamente… y sí, de que la dominan sexualmente (que es lo que en realidad desea, en el fondo del corazón). No frunzan el ceño, defensores de la igualdad de derechos. Algunas mujeres, aunque no todas, disfrutan al ser «conquistadas» por los machos, por lo menos físicamente. Claro que la auténtica igualdad implica que ninguno de los dos sexos es superior, y que por tanto ninguno debería someterse al otro, o dominarlo. Pero la relación sexual entre un hombre y una mujer es totalmente distinta de su intercambio intelectual, o de la magnitud de su éxito. Se trata de un tipo de química emocional muy personal e individual… no siempre previsible. El hombre Tauro le dispensará a la mujer Cáncer tanto afecto que disipará los temores que ella acumuló desde su infancia, o sea, los temores de que nadie la desea o la necesita realmente porque la mayoría de las personas son más capaces que ella, en todos los contextos. Él, sí. Él la desea, y la necesita. Y si ella se lo permite, se lo demostrará de manera inequívoca. A esta dama le resulta difícil resistirse al auténtico amor cuando se lo ofrecen con la sinceridad con que se ofrece el amor de Tauro. A cambio, ella lo adorará locamente (con énfasis en la locura, durante la Luna llena) y probablemente no lo abandonará nunca… a menos que él la ponga de por medio en un altercado con la familia de ella, u insulte a la madre de ella (un pecado cardinal para el signo cardinal de Cáncer, si se trata de un Cangrejo típico). Entonces es posible que la pierda por un tiempo. Esta chica es vehementemente leal a su madre, casi siempre, y a veces a su padre la sigue muy de cerca en el orden de prioridades. Pero volverá al Toro cuando cambie la Luna (suponiendo que él se disculpe, claro está). Puesto que él es muy testarudo, es posible que la reconciliación no se produzca nunca si ella no lo entiende y no lo disculpa antes de que él pida perdón. Él no suplicará nada.
Ella es tan voluble… ¿o acaso es inconstante? Él es tan paciente… ¿o acaso es obstinado? ¿Lo uno o lo otro? La auténtica respuesta depende del criterio con que se lo mire. Mientras él usa sus anteojos taurinos, no puede ver ninguna verdad, y por eso parece testarudo. Mientras ella mira su espejo lunar, la verdad queda a veces deformada, y por eso sus emociones parecen fluctuar de manera poco fiable. Pero cuando la atmósfera esté turbia, ellos siempre podrán reencontrarse, en medio de la niebla, si meditan acerca de este antiguo proverbio: Buscad la verdad, y la verdad os hará libres.
Adaptación de Linda Goodman
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