Si no se conocieron en la escuela secundaria y se casaron poco después (cosa que sucede con bastante frecuencia entre estos dos signos solares, porque los dos llevan siempre mucha prisa), es posible que el hombre Aries le guarde un rencor feroz a la vida amorosa pasada de su chica Géminis, que según las pautas normales puede haber sido bastante movida. Casi seguramente incluirá, si no un par de exnovios, por lo menos media docena de compromisos anulados o algunos antiguos romances titilantes. Todos los Géminis deben cuidarse de los matrimonios prematuros, a menos que hayan nacido cuando su Luna o ascendente estaba en Capricornio, Virgo, Cáncer o Tauro. No se trata de que ella sea inconstante o promiscua, sino de que suele pasar revista a la larga nómina de centrocampistas mientras corre por el campo de juego, hasta encontrar uno capaz de atajar todos los goles. Sí, ya sé que los centrocampistas no atajan, y que los porteros no patean el balón en el centro del campo… pero ningún hombre que no sepa hacer por lo menos las dos cosas con igual pericia, y preferentemente otras más, y también preferentemente las dos al mismo tiempo, tendrá muchas probabilidades de éxito con ella.
Por supuesto, sabemos que esto jamás le ocurriría a un hombre Aries, porque puede hacerlo todo en general o por separado mejor que cualquier otro, en cualquier momento, así que supongo que ésta es sólo una discusión académica, pero de todos modos no estará de más que lo recuerde. Durante toda su vida esta mujer ha pensado que la casa que tenía ventanas doradas era la de la cumbre de la colina. Trepa hasta allí y, cuando está en la cúspide, mira hacia abajo y descubre que la casa que tiene ventanas doradas es, después de todo, la que se levanta al pie del cerro. De modo que vuelve a bajar y redescubre que la casa de la base sólo tiene ventanas comunes, como ella había pensado al principio, y entonces levanta la mirada y ve brillar una vez más las ventanas doradas en la cima. Resuelve que se había equivocado y vuelve a trepar penosamente para sufrir otro desengaño. ¿Por qué esas ventanas doradas son tan esquivas? Tantos ascensos, descensos y nuevos ascensos pueden resultar espiritualmente agotadores, hasta que descubre que el reflejo del Sol es sólo una ilusión —en absoluto real—, algo relativo que depende de la hora del día y del lugar donde uno se encuentra en cualquier momento dado. Quizás hay trances en que una chica Géminis piensa que un viejo amor fue el que realmente tenía posibilidades doradas, pero antes de comprobar que ésta, también, es una ilusión, habrá perdido al hombre Aries, ya sea que lo haya dejado solo en la cima o al pie del cerro.
El Carnero nunca comprenderá la nostalgia de su mujer por los romances de antaño, aunque él mismo rinda homenaje a un viejo amor todos los años. Recuerden el egocentrismo ariano. Él puede hacerlo. Ella, no. ¿Por qué? Porque él sabe que su nostalgia es inocente y nunca llevará a ninguna parte. No está tan seguro acerca de la de ella. (La inseguridad encubierta de Aries.) Es posible que, junto con sus innegables deleites, esta relación tenga otros pocos peligros latentes, como una posible falta de fuerza de voluntad y de estabilidad. Los Carneros tienen sencillamente la mar de ímpetu y energía, pero la perseverancia en los trabajos que inician no se cuenta entre sus virtudes. Como el hombre depende inconscientemente de la mujer para que ésta supla sus carencias, es posible que al buscar apoyo en una chica Géminis esté confiando en una pluma al viento. La fuerza de voluntad y la fiabilidad tampoco son las mayores virtudes de ella (a menos que su Luna o ascendente, como acabo de decir, esté por casualidad en Cáncer, o en un signo de Tierra… y naturalmente, lo mismo vale para él). Por consiguiente, estos dos (podríamos decir estos tres o cuatro) pueden disparar un montón de fuegos artificiales que siguen deshaciéndose en chispas mientras cada uno de ellos alienta las debilidades del otro: la pereza y el hastío rápido.
Este es un hombre que probablemente no insistirá para que su mujer Géminis haga labores de casa. Probablemente comprenderá que puede aprovechar las opiniones versátiles de ella en su vida empresarial o profesional, así que es común encontrar a esta pareja trabajando junta, tanto después del matrimonio como antes. Generalmente los dos forman un equipo de primera. Él sabe con exactitud lo que ambiciona… y ella tiene muchas ideas para ayudarlo a alcanzar su meta. Además, él puede vigilarla mejor si la tiene todo el día cerca. Así no debe preocuparse por los chicos que la rodean. Su propensión mercurial al fuego de flirteo inofensivo (casi siempre) echa abundante leña al fuego de los celos arianos, y todo lo que pueda contribuir a mantener bajo control estas chispas marcianas es deseable. Sería interesante, desde el punto de vista astrológico, una encuesta encaminada a determinar cuántos arianos sugieren eventualmente que sus esposas colaboren con ellos. Por otra parte, estos amantes se conocen a menudo en el trabajo. Las mismas ocupaciones y carreras les interesan a ambos, así que es totalmente natural que tropiecen el uno con el otro en un área o profesión creativa que los excita y estimula. Nunca verán a un hombre Aries y una mujer Géminis que, aunque haga mucho que están casados, lean el periódico en la mesa del restaurante, o miren a los otros comensales, en silencio, sin fijarse el uno en el otro, cosa que desgraciadamente hacen tantas parejas cuando se aplacan un poco los primeros ímpetus del romance.
Aries y Géminis siempre tendrán algo que decirse… y a veces demasiado. Sea como fuere, no es fácil que la conversación entre ellos decaiga. La mayoría de las veces su comunicación verbal está compuesta de intercambios estimulantes y chispeantes, pero cuando ella toca un nervio vivo de su sensible ego marciano con ese talento que tiene para dar en el blanco del sarcasmo, puede desencadenarse una batalla retórica que tal vez dejará heridas muy profundas. Sin embargo, afortunadamente, estos dos suelen perdonar y olvidar los agravios con la misma rapidez con que los infligen. Cosa curiosa, a veces esta relación amorosa es más insoportable para los demás que para el hombre y la mujer mismos. Cuanto más sincera y profundamente se aman, tanto más posible es que sus amigos, vecinos o parientes deban sufrir, en algún momento u otro, aunque sólo sea esporádicamente, las consecuencias de este romance en que el Aire aviva el Fuego. De cuando en cuando, la mujer Géminis imaginará toda clase de cosas, sencillamente falsas, acerca de la gente que la rodea. Se convencerá a sí misma de que mantuvo un diálogo determinado con otra persona, y se lo transmitirá a su amante o pareja Aries, en términos totalmente desvinculados de la realidad o de los que en verdad fueron pronunciados. (Sucede sencillamente que su vivaz imaginación mercuriana la induce a llenar los huecos aburridos o poco interesantes con una retórica más creativa.)
Dado que él la ama con la vehemencia con que sólo un Carnero puede amar, es posible que se sienta tremendamente ofendido por estos agravios ligeramente exagerados de los que fue objeto su bella dama, y que encauce su cólera marciana, elevada a la enésima potencia, contra la persona atónita que, según le han hecho creer falsamente, la trató con tanta descortesía. (Los hombres Aries son ferozmente leales a sus amigos y parientes, y sobre todo a sus consortes.) Más tarde, el Gemelo veraz de la mujer le turbará la conciencia al recordarle apacible pero insistentemente que el episodio no se desarrolló en los términos espectaculares con que ella se lo ha descrito al Carnero. Si ella se sincera, él deberá controlar sus arranques de ira marciana y deberá valorar con ternura los esfuerzos de Géminis por separar la realidad de la imaginación. Porque la mujer Géminis está hecha de un material frágil. No es el implacable guerrero Marte quien la protege, como lo protege a él, durante su viaje por la vida, sino sólo el imprevisible mago Mercurio, quien a menudo se oculta de ella precisamente cuando toda mujer más necesita la sabiduría del planeta que la rige. El corazón de la mujer Géminis contiene muchos acordes distintos de música obsesiva. Ella es una sinfonía de recuerdos, compuestos de belleza y luz, de fealdad y sombra, en razón de lo cual el Aries más franco que la ama se pregunta a veces: «¿Quién es esta mujer… esta desconocida íntima y familiar? ¿Quién es… y qué es?». ¿Quién es…? Es aquel de los dos Gemelos que lleva la batuta, en un momento dado. ¿Qué es?
Ella es magia. Por tanto, aunque la niña-mujer Géminis debe ejercer una cierta dosis de control sobre su imaginación, si pretende armonizar con el Carnero recto y veraz que ama, también debe cuidarse de no reprimirla por completo, porque es la cualidad que la convierte en un ser tan exquisitamente femenino para él. Los niños también poseen una imaginación vivaz, y él, este hombre, la ve, más a menudo de lo que ella piensa, como una niñita que necesita esta imagen de su indefensión derrotándolo en sus juegos de ingenio mentales. Algunas Géminis pueden comportarse, cuando lo desean, como auténticas fieras intelectuales, con una lengua afilada como un cuchillo y nada menos que brillante… lo cual no actúa como un bálsamo sedante sobre el amor propio masculino del Carnero macho. Pero entonces, también está el ramo de caléndulas en el florero de color azul cielo… En cuanto a él, no está hecho sólo de las ásperas túnicas del coraje descarnado, ceñidas por el cordel escarlata de la bravuconería. Sus cuernos de Carnero se enroscan alrededor de los recuerdos de su pasado… de la primera vez que nadó con la cabeza bajo el agua porque no sabía nadar, pero nadó… de sus sueños quebrantados… y de las pesadillas sin contorno ni forma, provenientes de un temor infantil sepultado, ya olvidado… de la Navidad en que Santa olvidó el cachorrillo que figuraba en su lista… de los fuegos artificiales que él encendió, cuando tenía nueve años, de la primera vez que vio un caballo y aspiró los olores embriagantes de un granero… de la sensación que experimentó cuando supo por primera vez cuán sacrosanta podía ser una noche silenciosa, al dormir solo bajo incontables estrellas refulgentes que entonaban para él una melodía añorada que nadie más podía oír.
Son tantas cosas, este hombre… esta mujer. Sobre todo, son los habitantes ocasionales de una comarca, de un reino que descubrieron por sí solos, donde todo era bello… pero solitario… y donde hacían falta otros ojos para ver el entorno, pues sólo así se lo podía considerar auténtico. Es posible que el uno visite los mundos privados del otro, pero si la invitación recíproca que formulan con tanta ansiedad… tácitamente… es rechazada, puede ocurrir que cada uno se repliegue en su reino, cada vez con más frecuencia, y que deje al otro penosamente atrás. Estos amantes no deben permitir nunca que se produzca semejante repliegue, porque las estrellas y los planetas han forjado sus mundos quiméricos con tantas semejanzas, que seguramente se sentirán mucho más felices cuando atraviesen danzando sus sueños recíprocos, que cuando uno de ellos se detenga, compungido, frente al cartel del otro donde se lee Prohibido pasar. Desde el punto de vista sexual, este hombre y esta mujer sentirán, al principio, que forman la pareja ideal. El Carnero sueña con llegar al jardín del amor en una alfombra voladora de aventura, directamente extraída de las Mil y Una Noches (o de la Era de la Caballería), y la mujer Géminis desempeñará a la perfección el papel que le corresponde en ese drama onírico.
Ella no sólo le seguirá el juego, sino que ideará una cantidad suficiente de nuevas variantes como para mantenerlo fascinado hasta mucho después de la luna de miel. Nadie como una mujer Géminis para convertir un lecho normal en el harén de un sultán, y esto deja muy satisfecho al hombre Aries, que desea que su consorte sea el paradigma de la mujer. Mientras viva con ella, nunca sabrá quién lo espera por la noche en la intimidad. Durante un tiempo esto lo excitará, hasta que empiece a buscar a «la mujer sensual» en el armario y debajo de las almohadas. La expresión sexual del ariano es directa e intensa. La de ella es un poco más evasiva y compleja. Es cierto que a él le gusta encaminarse hacia el acto amoroso por un sendero de romance imaginativo, pero al llegar a destino pretende saciar su sed en un torrente de pasión pura y sincera. La actitud de ella hacia el amor físico irradia a menudo un aire de intangibilidad, hasta el punto de que el Aries puede acusarla de estar en otra parte durante sus momentos íntimos, y la Géminis puede sentirse fastidiada por la intromisión masculina en lo que, para ella, siempre es un lugar sagrado: su mente.
Este hombre necesita que su unión sexual se asocie con ensueños, pero hay una hora y un lugar para éstos, y ni la una ni el otro coinciden, a juicio de él, con el último acto del drama amoroso. Es posible que él intuya a veces que ella busca algo que nunca ha existido, y que no se dé cuenta de que si él pusiera un poco más de ternura de su parte, tal vez ella podría transmutar sus vívidas imágenes en realidades igualmente hermosas. Las imágenes de Géminis proyectan un retrato auténtico de lo que podría ser… si se les permitiera tomar cuerpo y forma, cariñosamente. Es la doble conciencia de ella la que puede deformar la comunicación. Pero el amor puede mantener los circuitos mercuriales libres de vibraciones negativas. El amor o puede todo… literalmente, todo. Este hombre y esta mujer eternamente jóvenes podrían escuchar juntos la misma melodía, y seguir al mismo tamborilero lejano, durante muchos años felices… siempre que ella entienda que los celos y las cóleras petulantes de él provienen de sus vulnerabilidades emocionales arianas… y siempre que él respete el amor de ella por su propia personalidad gemela. Es posible que este amor la transporte a veces a lugares hacia los que correrá a un paso que él no podrá seguir, pero volverá, renovada, y lista para marchar con él hacia nuevos horizontes. Él es muy inteligente y valeroso, muy cordial, franco y entusiasta. Ella es cabalmente femenina, encantadora, versátil y espontánea. Mientras no intenten cambiarse el uno al otro, seguirán siendo eternamente niños. Y los niños… son los seres más afortunados del Universo.
Adaptación de Linda Goodman
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2 respuestas a “Hombre ARIES Mujer GÉMINIS”
Me encanta esta página web,lo que dice tan específico de cada signo es sin lugar a dudas lo más real que he leído nunca de la astrología,muchísimas gracias por poner estas páginas a nuestra disposición!
Un saludo de una admiradora.
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Gracias a ti por tus palabras. Trabajamos con amor para todos.
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