—¿No me olvidarás… verdad? Por supuesto él lo prometió; y después se fue volando. Hay mujeres Aries y hombres Géminis que se toman suavemente de la mano y retozan juntos calle abajo como niños. Hay otras mujeres Aries y hombres Géminis que entablan sarcásticas y furiosas trifulcas verbales desde que se levantan hasta que se acuestan… y ambos también hablan en sueños. A menudo, la fusión emocional de Marte y Mercurio en una experiencia amorosa produce una extraña alquimia de ternura obsesiva, jalonada por crueles agravios, en razón de lo cual la relación puede ser triunfal o desastrosa. Quizá se deba a que Géminis, a diferencia de los otros dos signos de Aire, expresa verbalmente tanto su admiración como su desdén en términos muy claros e inconfundibles. O quizá se deba a que Aries, a diferencia de los otros dos signos de Fuego, se deja consumir por la pasión del momento, ya se trate del amor o el odio, y nunca piensa que mañana podría arrepentirse.
La configuración de signos solares 3-11 ejerce una influencia muy característica sobre dos personas unidas por sus vibraciones cordiales y muy comunicativas. Es indudable que reñirán ocasionalmente, incluso frecuentemente, pero sus reyertas más tempestuosas contendrán la semilla de la primavera, y nuevas promesas para el futuro. Sus malentendidos son extraordinariamente verbales, y a menudo muy sonoros, pero quién sabe por qué, no demasiado serios. Es casi como si en medio de la batalla ambos tuvieran conciencia del potencial que existe para la tregua. Estos dos podrían decir con acierto de sí mismos… algunos aman con sobriedad como si más adelante hubieran de odiarse pero nosotros odiábamos apacible, cuidadosamente como si más adelante hubiéramos de amarnos…
Existen pocos elementos de sobriedad en el amor entre Aries y Géminis. Cuando el Carnero y los Gemelos se enamoran, ninguno se molesta en preguntarse si el desenlace del amorío, o del matrimonio, será dichosamente feliz o cruelmente triste. La atracción inicial, el tironeo magnético de sus personalidades despreocupadas, determina que ambos se busquen confiadamente, sin inquietarse por el final aún lejano. Si éste debiera producirse eventualmente, de cualquier manera que fuese —por separación, divorcio o muerte— las remembranzas de un amor tan ingenuo, excitante y lleno de fe ciega como el corazón de un niño en Nochebuena, suavizará las aristas del recuerdo de cualquier pena o agravio que pudieran haberse inferido mutuamente. Éste es el encanto de la vibración 3-11, en la cual la amistad sincera forja el cimiento de la empatía, desde el primer saludo. Los celos pueden complicar mucho las cosas. La chica Aries típica es todo lo celosa que puede ser una mujer, sin ponerse íntegramente verde, y casi nunca atina a reconocerlo racionalmente. Los celos no emanan de una naturaleza posesiva sino del tremendo miedo al rechazo que experimenta el recién nacido ariano simbólico (el rechazo implicaría, para un recién nacido, la muerte literal), y de la necesidad de que le ratifiquen constantemente cuánto lo quieren.
La injustificada preocupación de Aries por la posible transferencia del amor a otra persona es más comprensible cuando se la estudia a la luz de estos sentimientos inconscientes de indefensión infantil y de dependencia total respecto de un cariño continuo e ininterrumpido. Se trata de un sentimiento que está siempre presente, justo debajo de la deslumbrante bravata con que Marte proclama su independencia y autarquía, que no son de ninguna manera reales, sino sólo ficticias… una especie de protección contra una mayor vulnerabilidad. El hombre Géminis típico no es excesivamente celoso (siempre que no tenga una influencia negativa de Marte en su carta natal, o una Luna o ascendente Aries). Y es posible que la mayoría de las dificultades residan en esto. Porque, verán, a ella le gustaría secretamente que lo fuera. Lo menos que él puede hacer es simular que lo es. A la chica Carnero, lo comprenda o no conscientemente, casi le gusta despertar el instinto celoso de su hombre. Los celos le confirman que él la considera importante, y esto es algo que nunca se le puede confirmar con demasiada frecuencia a un Aries. Es posible que el hombre Géminis la deje conforme, y acceda a su deseo, si ella se descarría de manera excesivamente obvia. Pero casi siempre estará tan ocupado cambiando de ropa, de estado de ánimo, de ideas, de sueños y de humor que no dispondrá de mucho tiempo para detenerse a observar y escuchar cualquier coqueteo inocente del que ella se valga para provocarlo con la esperanza de caldear el enfoque frío, desapegado y etéreo que tiene de la vida… y de ella.
A la inversa, él no necesitará hacer ostentación de ningún flirteo delante de ella para generar un relampagueante estallido de celos. Bastará con que salude por la mañana con tono demasiado íntimo a la encargada del quiosco de periódicos de la esquina. Como el hombre Géminis le tiene mucho cariño a su libertad, y aborrece los grilletes emocionales que traban sus actividades gregarias normales, no harán falta muchas escenas de este tipo para hacerle perder la paciencia. Aunque ella deberá aprender a controlar u ocultar de alguna manera sus celos (si no quiere perderlo), él también deberá acostumbrarse a comprender el motivo que la induce a adoptar semejante comportamiento: el temor interior de que le falte la feminidad suficiente para conservar la fidelidad de él (si él no quiere perderla a ella). A lo largo de los años se ha hecho tanta propaganda en torno de la conejita-gatita esbelta, sexualmente seductora, cabeza hueca, suave y dulce «con la que sueña todo hombre», que no se puede culpar a la mujer Aries si adquiere una neurosis respecto de su mente ágil, su actitud desenvuelta frente al amor y su carencia de arteras insidias femeninas… especialmente porque nació bajo la influencia de un signo solar masculino.
La mujer Aries tiene coraje e iniciativa, es enérgica y ambiciosa… cualidades todas éstas presuntamente masculinas. Los hombres creen monopolizar estos rasgos. ¿No han leído los panfletos del movimiento de liberación femenina? (Es muy posible que la mujer Aries sea la dirigente del grupo que lucha por la Ley de Igualdad de Derechos dentro de su comunidad.) ¿Qué se supone que debe hacer una chica Carnero para que la consideren femenina? ¿sólo quedarse sentada en casa murmurando «Eres maravilloso, cariño», sin hacer nada por su propia iniciativa? De esto se trata, más o menos, según la sociedad machista. Oh, supongo que podría hacer otras cosas para conservar su feminidad, como lavar, planchar, cocinar, cambiar los pañales de los niños, comprarse ropas. Nunca he entendido por qué a una chica han de catalogarla como «agresiva» sólo porque sabe lo que quiere. Si la mayoría de los hombres prefieren una esposa-robot en lugar de una verdadera esposa, peor para ellos.
Está escrito que la mujer Aries, con su fe inocente en los milagros, descubrirá algún día a un hombre que estará buscando a una mujer auténtica, y este hombre podría ser un Géminis. Es posible que este hombre tenga dos cabezas y deseos gemelos, pero también experimentará una fuerte necesidad de poder jugar al ajedrez mental con la mujer que ama. No está hecha para Géminis la plácida sirena que lo contempla desde abajo con silenciosa y palpitante pasión, porque esto es más fácil que tratar de competir con él en ingenio, indudable que él se enamora primero con la cabeza. Después con el corazón, y a continuación interviene su deseo físico. Cuando se trata de los Gemelos, el romance sigue generalmente este orden de prioridades. En el caso de la mujer Aries, el orden de prioridades sólo se modifica ligeramente. Ella se enamora primeramente con el corazón, inmediatamente después con la cabeza… y por último interviene su deseo físico. Las pautas iniciales se modifican, pero esto no es tan importante como el hecho de que ambos terminan sintonizados en la misma frecuencia cuando ello corresponde… en último lugar, después de haber verificado su afinidad mental y emocional. Ésta es una fórmula que tiene un éxito asombroso.
Como él sabrá apreciar el desafío intelectual permanente de la chica Aries (Aries rige la cabeza, Géminis la mente, entre otras cosas), finalmente ella aprenderá a confiar en el hecho de que él la ama por lo que es. Entonces es posible que le revele lo que no le ha permitido descubrir a ningún otro hombre: que ella puede ser auténticamente dulce y tierna. He aquí una difícil prueba de malabarismo, pero si alguien puede ejecutarla, ése ha de ser un Géminis. Su encanto natural y su volubilidad (algunas personas la llaman charlatanería) bastan para mantener apaciguados la vanidad y el ego de Marte, y ciertamente está en condiciones de manejar cualquier tipo de controversia verbal que ella se empeñe en entablar. Y es posible que entable bastantes. Quizás a ella le resulte difícil acostumbrarse al típico hábito Géminis de la impuntualidad. Ella misma es a menudo un poco negligente en este contexto, pero los Carneros tienen una forma bastante egoísta de indignarse cuando les pagan con su misma moneda.
En una oportunidad un hombre Géminis llegó con tres horas de retraso a una cita que tenía conmigo. Preví sus excusas (una de las ventajas de ser astrólogo) y escribí unos versos sobre su persona mientras lo esperaba. Siento haberte hecho esperar escucha, no llores… fueron sólo una hora o dos ¿no encontraste en qué ocupar tu tiempo? Yo lo habría encontrado, en tu lugar. * Cuando por fin llegó, los leyó y exclamó: «¡Caray!» ¿Cómo adivinaste exactamente lo que iba a decir? La chica Aries que está enamorada de este prodigio bicéfalo y gemelo de deseos y acciones duales deberá estudiar minuciosamente la diferencia entre la palabra «gregario» y la palabra «infiel», y notar que existe una diferencia. También deberá estudiar el significado de las palabras «libertad» y «amor» y comprender que, para un Géminis, son sinónimos. Esto la ayudará a reducir el número de discusiones.
En cuanto a la compatibilidad física, el Géminis es uno de los pocos hombres capaces de crear el clima de ilusión que esta mujer debe asociar con el sexo. Ella idealiza la expresión sexual del amor y la convierte en una trama multicolor, estratificada, urdida con todos los libros que ha leído, todas las películas que la han hecho llorar y todas las esperanzas rutilantes que ha alimentado en el fondo de su corazón. Está convencida de que las campanas deberán repicar literalmente cuando los dos se fusionen. En compañía de él, es posible que las escuche realmente, porque la imaginación del Géminis puede suministrar todas las fantasías que ella necesita para realizar sus sueños románticos de Cenicienta. Este tipo de empatía es la que los induce a enamorarse inicialmente, a veces a primera vista (ninguno de estos dos signos solares se destaca por su parsimonia). Pero posiblemente más adelante las fantasías no bastarán para mantener viva la llama del amor de ella, cuando el desapego geminiano no satisfaga su concepto total de la expresión sexual, que no es puramente imaginaria. Ella también necesita lo tangible. Tal vez empiece a pensar que él siempre retiene una pequeña parte de su persona, incluso en los trances de intimidad, y es posible que tenga razón. Ella no oculta nada, empujada por el instinto ariano de entrega total. La proclividad marciana a la acción directa casi nunca se diluye en la entrega de la pasión… o en el intercambio de ésta.
Es posible que con su forma etérea de hacer el amor él no consiga estimular en ella estos impulsos físicos naturales (para los Carneros). Tal vez entonces ella intuya que los cuentos de hadas carecen de sustancia, cuando no hay fuego para inflamarlos, y quizá se aburra… o, lo que es mucho peor, se torne frígida. Ésta es un área de ajuste delicada, y la relación tendrá más probabilidades de éxito si la Luna y/o el ascendente de la carta natal de él está en un signo de Fuego. De lo contrario, es posible que él no pueda enseñarle lo que ella está en excelentes condiciones de aprender, después de que Géminis haya vencido las inhibiciones iniciales de Aries con sus preliminares idealistas. El Príncipe Géminis puede despertar a la Princesa Aries con un beso, pero en ausencia de la pasión total ella puede volver a dormirse, sin saber nunca el verdadero motivo. Entonces el Fuego de Aries puede trocarse en el Hielo de Aries, lo cual es un triste derroche, cuando se piensa en el calor que ella puede irradiar tan generosamente cuando se estimula el desarrollo del potencial completo de su naturaleza fogosa. Es posible que durante una de sus partidas mentales de ajedrez, cuando él se comporta de una manera intolerable, ella intente argüir: «Comprendo que tú crees haber entendido lo que acabo de decir, pero no estoy segura de que hayas captado lo que no me propuse insinuar, por temor a que tú interpretaras equivocadamente lo que yo creía que pensabas». Si esto lo deja perplejo, ella puede agregar: «Estupendo. Ahora sabes lo que se siente al hablar contigo… o más exactamente, con ustedes. Con ustedes dos». Ella también podrá dejar este libro al alcance de él, abierto en este capítulo, para recordarle cuán aburrida sería su vida si ella no se hubiera cruzado en el camino de su corazón. Pero deberá reprimir el impulso de entregarle el libro directamente, y de ordenarle que lo lea inmediatamente. Cenicienta jamás obraría así.
Adaptación de Linda Goodman
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