Relación Aries-Tauro

Como los Carneros y los Toros tienen cuernos resistentes, la determinación de Aries y la obstinación de Tauro pueden parecer rasgos idénticos. No lo son, y entre ambos se producirán muchos conflictos que pondrán en claro la diferencia. Por ejemplo, un padre Aries quiere que su hijo Tauro coma, y se lo hace saber con una orden marciana como esta: «Traga hasta el último bocado de ese cereal y levanta tu cuchara ahora mismo, ¿me oyes?». Esto es determinación. El niño Tauro se queda quieto en su silla, sin mover un músculo, devuelve fijamente la mirada y contesta: «No». Esto es obstinación. Un jefe Aries quiere que un empleado o empleada Tauro trabaje en su día de descanso y dice enérgicamente: «Lo necesito el sábado, y es posible que deba quedarse todo el día, así que cancele cualquier otro programa que tenga». Esto es determinación. El empleado Tauro responde tranquilamente: «El sábado estoy ocupado. Recurra a otro». Esto es obstinación. Después de unos pocos choques, la diferencia entre los dos rasgos saltará a la vista. La determinación inicia. La obstinación reacciona. La primera es una acción positiva. La segunda es una reacción negativa. Por tanto, cuando se produce un encontronazo entre Aries y Tauro, el Carnero lo inicia y el Toro lo termina. Es importante recordarlo. Tauro no lo olvidará. Tauro no olvida nada.

Aunque a los Aries los acusan de andar por el mundo quemando los puentes a sus espaldas, y lanzando chispas con temerario desenfreno, también tienen sus momentos apacibles, A los Tauro los acusan de andar siempre enfurruñados y melancólicos como opacos mazacotes de tierra, listos para sofocar con su silencio negativo el entusiasmo de los arianos. Pero los Toros también tienen sus arranques de imaginación, cuando les conviene, y detrás de esa fachada pragmática poseen una sabiduría reflexiva y un sentido del humor maravillosamente cálido. Igualmente, hay que abordar las diferencias esenciales entre estos dos signos. Como los Carneros y los Toros tienen cuernos resistentes, la determinación de Aries y la obstinación de Tauro pueden parecer rasgos idénticos. No lo son, y entre ambos se producirán muchos conflictos que pondrán en claro la diferencia.

Los Carneros suelen ser agresivos, impulsivos, autoritarios, dispendiosos, locuaces y optimistas. Buscan la emoción y los resultados rápidos… y necesitan una pizca de magia para hacer interesante la vida. Los Toros suelen ser reservados, prácticos, generalmente lacónicos y arrogantes, aunque un poco pesimistas, Buscan la estabilidad, la soledad y las cosas seguras.., y necesitan mucho descanso y tranquilidad para que la vida se les haga soportable. Salta a la vista que estas personas no son gemelas, Sus motivaciones íntimas, para no hablar de sus actos ostensibles, tienden a encauzarse en direcciones distintas, Pero a veces te conviene andar a la greña con alguien que posee las cualidades que te faltan. Ya que ésta es una configuración de signos solares 2-12, el Tauro es más propenso a ser tolerante y comprensivo con el Carnero, y el Aries procurará imitar la plácida estabilidad del Toro. Al fin y al cabo, la plácida estabilidad es casi sinónimo de fuerza, y los Aries harán cualquier cosa —aunque vaya contra su naturaleza— para acumular más fuerza. La debilidad es una palabra obscena tanto para el Carnero como para el Toro.

Aunque los Toros son igualmente aficionados a la fuerza, los rige Venus, que mitiga un poco la atmósfera para que no sean tan vehementes como el ariano regido por Marte a la hora de probarla u ostentarla. Los Tauro comprenden la compulsión que se oculta detrás del coraje y la independencia llamativa de Aries, porque todo signo solar lleva consigo las semillas o la memoria kármica de las cualidades del signo que lo precede inmediatamente en el Zodiaco, tal como sucede en toda configuración 2-12. Pero como el Toro ya ha estado allí, inconscientemente, también conoce los riesgos que corre quien arroja la cautela a los cuatro vientos. Sin embargo, la meta taurina de la seguridad financiera se puede alcanzar, a menudo, mediante la cooperación con el ímpetu y la energía incansables del marciano, y los Tauro lo saben instintivamente, Ésta es una de las razones por las cuales se sienten totalmente atraídos por Aries.

En cuanto al Carnero, éste envidia secretamente la circunspección y la sensatez de Tauro, y podría sacar inmensos beneficios del contacto con el enfoque realista que el Toro tiene de la vida. Todo signo solar intuye inconscientemente que puede aprender mucho del signo que lo sigue o lo precede inmediatamente en el Zodiaco, en una vibración 2-12. En razón de ello Aries se siente atraído por la fiabilidad de Tauro, fiabilidad que interpreta como algo tangible en lo cual puede encontrar apoyo cuando la impetuosidad marciana atrae sobre su cabeza una avalancha de problemas. Si se pudiera generar una corriente libre de intercambio entre el Toro y el Carnero, sus idiosincrasias podrían fusionarse en condiciones que les permitiría obtener juntos, mediante su asociación, lo que les resultaría difícil lograr por separado. La mezcla de las auras de Marte y Venus lleva implícito el peligro de que, ocasionalmente, el Carnero exaspere al Toro y le haga perder su colosal paciencia, hasta el punto en que después de largas deliberaciones el Tauro finalmente cambiará sus muy tercas ideas y resolverá que no vale la pena seguir sacrificándose. A la inversa, siempre existe la posibilidad de que el Toro se niegue tantas veces a dejarse contagiar por las múltiples ideas inflamadas del Carnero, y por sus chispas de ideales y ensueños, que al fin el Aries se irá desesperado, para ahorrarse la depresión… que ningún hombre, mujer o niño regido por Marte puede tolerar durante lapsos prolongados sin buscar alivio.

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MUJER ARIES- HOMBRE TAURO

Es posible que el Carnero se sienta desconcertado, y a menudo frustrado, por los accesos periódicos de melancolía e introversión del Toro, aunque se reconforte con una multitud de diversiones y risitas y aunque de cuando en cuando pueda arrastrarlo a fiestas y actividades sociales, que, siempre que no se exagere, ayudarán a compensar la «misantropía» instintiva del Tauro… rasgo éste que no conviene estimular. El Aries puede utilizar varios recursos para alentar al Tauro a sumirse en un mayor clima de placidez y de paz… ya sea alentando al Toro de cualquier sexo o edad a expresar su amor innato por la forma y el color en la música o el arte, o sugiriéndole medios para retirarse al campo, los bosques y las montañas (todos los Toros experimentan un amor vehemente, aunque encubierto, por la Naturaleza). El peor error que comete la mayoría de los arianos con un amigo, pariente, socio, amante o consorte Tauro, consiste en urgirlo a tomar una decisión. Esto nunca surtirá efecto. Nunca. El Toro debe proceder parsimoniosamente. Las exigencias, las presiones y la porfía (la típica estrategia marciana, cuando los deseos de Aries chocan con una barrera), sólo servirán para reforzar la negativa del Tauro a moverse, y a menudo lo sumirán en una incomunicación total. Si el Tauro piensa que una sugerencia es válida y sensata, la estudiará, y finalmente dará su aprobación. Hasta entonces —y en otras condiciones— no habrá ningún poder en la Tierra capaz de forzar la situación prematuramente.Así son las cosas y nadie, ni siquiera un Carnero fogoso, logrará cambiarlas.

Si el Toro consigue aprender, como dicen en el Oeste norteamericano, a cabalgar «suelto sobre la silla», con el Carnero, y a no pretender que el Aries se comporte con espíritu práctico, la relación también será más apacible. Hay que permitir que los Carneros se expresen ciñéndose a su propia configuración marciana, que debe contener una cierta dosis de altibajos violentos, pues así aprenderán finalmente que en la mayoría de los casos uno termina arrepintiéndose de haber sido impulsivo y temerario. Ciertamente al Aries lo beneficiará la proximidad de un Tauro más estable en el que podrá buscar apoyo cuando las cosas le salgan mal… y él (o ella) aceptará con sorprendente docilidad los consejos del Toro, siempre que estén atemperados por la ternura y que no se formulen con tanta frecuencia o dogmatismo como para que el Carnero se sienta «acorralado». A los Aries de todas las dimensiones, formas, edades y sexos se les debe permitir que sigan su rumbo sin restricciones indebidas, o sin demasiadas críticas negativas. En verdad, la crítica tácita perturba aún más que la explícita el espíritu brillante y optimista de Aries. Por alguna razón le parece más ominosa y amenazadora… y sencillamente «alarmante», al comunicativo Carnero. Recuerden que Aries es el recién nacido simbólico, así como Tauro es el bebé simbólico. Si los entusiasmos espontáneos del Carnero quedan sepultados a cada rato bajo una tonelada de prohibiciones terrenales del Tauro, es posible que él o ella se convierta en una oveja frustrada, en un Carnero cuyo ego ha sido cruelmente mutilado a la hora de florecer. El ariano necesita que lo exhorten de vez en cuando a no dejarse arrastrar por su entusiasmo desbordante, pero hay que exhortarlo delicadamente, con mucha dulzura.

Aries descubre la nueva comarca, ya sea ésta geográfica, o un continente mental. Dada la forma en que Marte penetra directamente hasta la médula de cualquier situación, el Carnero se coloca a la cabeza y se convierte en un pionero tanto del territorio… como de las ideas innovadoras. Entonces el Toro puede emprender su propia actividad que consiste en construir, en transformar en una comunidad próspera… o en un concepto práctico y útil, el territorio o las ideas que Aries ha descubierto y promovido. Todas las relaciones humanas —la vida misma— deben tener, para Tauro, una intención clara y una función definida. En ausencia de una meta útil concreta, y en medio de ideas dispersas y de actividades desprovistas de objetivo, el Toro se siente confundido y finalmente se repliega. Él (o ella) sólo aprende a través de los sentidos y de la experiencia, y este signo solar fijo sólo puede ser fiel a sí mismo, o a sí misma, cuando ejerce una fijeza de intención. Para Tauro, todas las cosas, y todas las personas, tienen un lugar apropiado y deben estar allí, al servicio de su fin, y sin fingir nunca que son lo que no son. Aries se comporta y sueña linealmente y siempre marcha adelante, ajeno al hecho de que ambos extremos de esa línea recta están totalmente abiertos a los vientos del destino, en tanto que Tauro se comporta y sueña en un círculo, que finalmente dará su aprobación. Hasta entonces —y en otras condiciones— no habrá ningún poder en la Tierra capaz de forzar la situación prematuramente. Así son las cosas y nadie, ni siquiera un Carnero fogoso, logrará cambiarlas.

Si el Toro consigue aprender, como dicen en el Oeste norteamericano, a cabalgar «suelto sobre la silla», con el Carnero, y a no pretender que el Aries se comporte con espíritu práctico, la relación también será más apacible. Hay que permitir que los Carneros se expresen ciñéndose a su propia configuración marciana, que debe contener una cierta dosis de altibajos violentos, pues así aprenderán finalmente que en la mayoría de los casos uno termina arrepintiéndose de haber sido impulsivo y temerario. tonelada de prohibiciones El ariano necesita que lo exhorten de vez en cuando a no dejarse arrastrar por su entusiasmo desbordante, pero hay que exhortarlo delicadamente, con mucha dulzura. Aries descubre la nueva comarca, ya sea ésta geográfica, o un continente mental. Dada la forma en que Marte penetra directamente hasta la médula de cualquier situación, el Carnero se coloca a la cabeza y se convierte en un pionero tanto del territorio… como de las ideas innovadoras. Entonces el Toro puede emprender su propia actividad que consiste en construir, en transformar en una comunidad próspera… o en un concepto práctico y útil, el territorio o las ideas que Aries ha descubierto y promovido. Todas las relaciones humanas —la vida misma— deben tener, para Tauro, una intención clara y una función definida. En ausencia de una meta útil concreta, y en medio de ideas dispersas y de actividades desprovistas de objetivo, el Toro se siente confundido y finalmente se repliega. Él (o ella) sólo aprende a través de los sentidos y de la experiencia, y este signo solar fijo sólo puede ser fiel a sí mismo, o a sí misma, cuando ejerce una fijeza de intención. Para Tauro, todas las cosas, y todas las personas, tienen un lugar apropiado y deben estar allí, al servicio de su fin, y sin fingir nunca que son lo que no son. Aries se comporta y sueña linealmente y siempre marcha adelante, ajeno al hecho de que ambos extremos de esa línea recta están totalmente abiertos a los vientos del destino, en tanto que Tauro se comporta y sueña en un círculo, que abarca lecciones del pasado y planes minuciosos para el futuro, sin ningún hueco por el que puedan colarse fracasos debidos a la acción irresponsable.

El Carnero puede ayudar al Toro a romper ese círculo para que entren la luz del optimismo y las nuevas ideas… y el Toro puede ayudar al Carnero a curvar la línea recta marciana de actividad y sentimiento para transformarla por lo menos en un semicírculo, que cerrará el paso a algunos de los desengaños inevitables repartidos a lo largo de la existencia de Aries, llena de acontecimientos y de altibajos. Es extraño y bello que la música, en cualquiera de sus formas, sirva casi siempre para tender un puente de comprensión entre Aries y Tauro, y para cicatrizar algunas de las lesiones causadas por sus respectivas diferencias de personalidad, que pueden ser enormes. Puesto que en Aries se glorifica el Sol, estas personas piensan a menudo que la victoria ha sido conquistada aún antes de la batalla. Todo Carnero se siente identificado con el nacimiento, la primavera y el éxtasis de la Pascua… la resurrección. Ésta es la razón por la que existe ese alma, el milagro que él (o ella) posee para ofrecérselo inocentemente a otros signos solares, que es como los Aries sirven a la humanidad y a su auténtica personalidad interior. Aries cree en el triunfo de la vida sobre la muerte, de la fe sobre la duda. Sin embargo, detrás de su bravura, acecha la peculiar inseguridad emocional del Carnero (las semillas de memoria kármica de Piscis, situado inmediatamente detrás de Aries, en el círculo astrológico), y los esfuerzos de un signo terrenal por retenerlo (o retenerla) de cualquier manera sólo producen un aumento de esta vulnerabilidad oculta. De modo que el Aries romperá súbita y violentamente todos los lazos que lo unen al Tauro sofocante… o se someterá y se sumirá en una triste neurosis, totalmente anómala para la fuerza vital de Marte.

Como la combinación de la determinación marciana con la obstinación taurina genera una fuerza pura de inmensa magnitud, los antiguos astrólogos advertían que la fusión de las cualidades de Aries y Tauro puede desembocar en una gran crueldad, si no se las equilibra cuidadosamente. El Sol Tauro y el ascendente Aries tremendamente «mal aspectados» de Adolfo Hitler (sumados a otros aspectos negativos) son un ejemplo clásico de lo que ocurre cuando se hace caso omiso de esta advertencia. La combinación puede producirse en la carta natal del individuo, o manifestarse mediante la asociación entre un Carnero y un Toro, pero siempre depende de las posiciones planetarias de ambos a la hora del nacimiento. Por supuesto, es posible superar esta tendencia, mediante el esclarecimiento, y muchos Carneros y Toros generan, al asociarse, una alquimia igualmente poderosa de bondad y benevolencia. Pero infortunadamente hay, por ejemplo, algunos Aries y Tauro que encauzan estos aspectos negativos convirtiéndose en «cazadores deportivos». Estas personas expresan el lado tenebroso del coraje de Aries y de la fuerza de Tauro de una manera cruel, y ojalá comprendieran que así se convierten en cobardes de la peor especie. Matar a sangre fría a un animal silvestre para luego transportar el cadáver silencioso a través de la ciudad, como trofeo machista, es una forma patética de cobardía en su forma más vil, y no una demostración de «virilidad» o «feminidad» como algunos creen.

Si en las cartas natales del Carnero y el Toro, el Sol y la Luna tienen aspectos no armoniosos, en su mutua relación luminaria, hay que precaverse con mucho cuidado de la crueldad. Sin embargo, cuando el Sol natal del Carnero tiene un aspecto favorable respecto de la Luna natal del Toro (o viceversa), y si sus ascendentes mutuos también son armoniosos, Tauro podrá ayudar a Aries a remontarse hasta las cumbres de la dicha y la espontaneidad, para lo cual sustentará los vuelos aerostáticos emocionales de su fantasía con una cálida y benévola paciencia (y también le suministrará una parcela reconfortante y blanda de Tierra para que caiga en ella cuando se corte la cuerda). Y el Carnero podrá guiar a Tauro hasta las laderas más altas de la imaginación, allí arriba donde el panorama huracanado del futuro es tan colosal y grandioso como los mismos sueños porfiados del Toro.

Adaptación de Linda Goodman

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