Ciertamente la relación romántica con un hombre Tauro será una experiencia educativa para la mujer Aries. Ésta piensa que los objetos inamovibles (él) no son más que cosas que se apartan a puntapiés, que se sortean de un salto o que se derriten con la fuerza irresistible del calor marciano (el de ella). No en este caso. Ella empuja… él se queda sentado. Ella presiona… él se enfurruña. Ella exige… él se empecina. Entonces, cuidado. El próximo paso podría ser: ella solloza… él se va. Parte, esto es… definitivamente. Pero los Toros y los Carneros pueden hacer otras cosas juntos. Por ejemplo, si ella sonríe… él se ablandará. Si ella lo halaga… él se pondrá mimoso. Si ella lo abraza con fuerza… él sonreirá. Observarán que es ella quien toma la iniciativa… en todo. Es posible que discutan por cuestiones de dinero (la prodigalidad de ella… la frugalidad de él), o que entrechoquen sus cuernos porque Aries necesita emociones y Tauro necesita paz y tranquilidad. Pero si hacen un esfuerzo para adaptarse a sus respectivos metabolismos e idiosincrasias, este hombre y esta mu
jer podrán disfrutar juntos de una rara y muy plácida satisfacción. Como ella reclama, y necesita (lo uno y lo otro), una dosis anormal de libertad, es afortunado que el Toro no sea exageradamente celoso. No es celoso, pero sí es muy posesivo. La diferencia entre estas dos cualidades se puede encontrar en el diccionario… o se puede descubrir mediante la vida en común. Ella es celosa. Él es posesivo. Deberán estudiar cuidadosamente el diccionario, y partir de allí. Sí, el hombre Tauro es obstinado. No se puede negar esta verdad astrológica. Es posible suscitar desagradablemente su tozudez a veces ciega, irracional, si una chica Aries le pide que recoja margaritas con ella cuando él quiere dormir, si ella lo somete a la compañía de sus amigos cuando él quiere leer apaciblemente (en otras oportunidades se complacerá en distraerlos con su maravilloso sentido del humor), o si ella insiste en gastar más de lo que él gana, en menos tiempo que el que él necesita para ganarlo.
Sin embargo, un Toro bienamado soportará con sereno aplomo una plétora de «sonido y furia, que no significan nada» excepto ruido y necedad. Normalmente, el Toro reaccionará con impasibilidad cuando ella tenga una pelea con el jefe o los parientes de él, cuando aúlle porque le duele una muela, cuando pierda la sortija de bodas dentro del puré del restaurante y no se dé cuenta de ello hasta después de haberse ido, o sea a la hora en que el local estará cerrado y el camión recolector de basuras ya habrá triturado todas las sobras. Un hombre Tauro satisfecho aguantará pacientemente los proyectiles de entusiasmo peor teledirigidos que lance Aries, a menos que lo hostiguen con demasiada intensidad y frecuencia. En este último caso, es posible que dé rienda suelta a la esporádica pero siempre latente e incandescente cólera taurina. Los Carneros que nunca se han enfrentado con la ira del Toro deberán precaverse para el futuro. Y ésta es una advertencia astrológica muy seria, sin una pizca de humorismo. Si lo tratan afablemente, con una cuota decorosa de consideración, este hombre será solidario con la chica Carnero que ama en medio de las tormentas más tenebrosas, firme como una roca de sólido amor, y tenderá un manto cálido y protector de franca devoción sobre las desgracias que ella padecerá como consecuencia de sus propios errores. La sensación que produce el Tauro es parecida a la que experimentas cuando regresas al hogar, invulnerable y seguro, después de haber realizado un largo viaje por una pesadilla terrorífica de rechazo, en la cual nadie se preocupa realmente por ti ni te entiende. Él se preocupa, aunque no pueda terminar de entender los traumas emocionales pasajeros de ella. Y generalmente respaldará tesoneramente su solicitud con una cuenta bancaria fiable, y con un techo impermeable desplegado sobre la cabeza de ella (para no hablar de una nevera bien provista), mientras edifica lenta e infaliblemente un futuro más seguro, incluso opulento.
En la relación amorosa o conyugal media entre el Toro y la mujer Aries, ella aporta las ideas y la energía en tanto que él aporta la estabilidad y la seguridad. Esto vale tanto para los aspectos financieros como para los sexuales de su operación conjunta. Aunque los hombres Tauro son tan prácticos respecto del amor como de todo lo demás, también son profundamente afectuosos, apaciblemente románticos y muy sentimentales. La mujer Aries que se ha formado la idea equivocada de que su amante o marido Tauro, generalmente poco demostrativo, no la ama de veras, nunca dejará de experimentar una sorpresa periódica al recibir una costosa tarjeta, en algún día festivo inesperado, tarjeta ésta en la cual él le expresará tierna y elocuentemente, en verso, sus tímidos sentimientos taurinos. Igualmente, la forma física de compartir el amor podría plantear algunos problemas, después de que la primera atracción magnética de la bipolaridad masculino-positivo y femenino-negativo pierda su condición novedosa. Para la mujer Aries el sexo es una forma de desahogo: mental, emocional, físico y espiritual. Es la manifestación visible de la fe y la fuerza marcianas combinadas, en un poderoso anhelo de autoexpresión. Para ella, la actividad sexual se justifica a sí misma como una fantasía emocionante, que podría materializar, en una forma milagrosa que sólo ella conoce, todos los sueños que soñó en su vida. Para el hombre Tauro, el sexo es una función normal y natural, cuyo fin consiste en lograr dos resultados muy tangibles y sensatos: satisfacer las necesidades sensuales y eróticas de la carne, y engendrar hijos. Constituir una familia.
Ella siente la compulsión de desahogar la energía sexual marciana, aunque ello no produzca casi nada, excepto frustración… y la elaboración imaginativa del ideal romántico es esencial para la mujer Aries. A él no le parece razonable descargar ningún tipo de energía si no es con el fin de producir algo práctico y útil… y el Tauro típico no considera que soñar despierto sea esencial o productivo. Por consiguiente, es posible que la chica Carnero se harte gradual y finalmente del deseo de su Toro de hacer el amor en un clima francamente sensual y relativamente poco imaginativo… y es posible que a él lo deje sinceramente perplejo (a un ritmo relativamente más lento) el viaje a las estrellas que ella interpreta como sinónimo de la pasión, en privado. A él le gustaría poder transportarla allí, pero intuye que podrían extraviarse porque no conoce bien la ruta… y al fin y al cabo no hay un mapa que lo guíe. Una relación armoniosa entre sus soles, lunas y ascendentes recíprocos disipará por milagro estas diferencias de sus naturalezas, y les permitirá alcanzar a ambos un goce fecundo a través de la unión sexual, así como en todas las otras facetas de su vida en común. Sin embargo, con un aspecto tenso entre sus luminarias y/o ascendentes natales, es posible que a la mujer Aries le resulte difícil conservar al Toro en su prado, a menos que haga un esfuerzo constante y consciente para complacerlo, y éste es un impulso generoso que al ariano típico no le nace espontáneamente.
Se necesitan cúmulos de agravio y resentimiento para inducir al hombre Tauro a dejar a la mujer que amó alguna vez (o para inducirlo a permitir que ella se zafe de su posesivo dominio) pero cuando se va, se va. Definitivamente. Un poco de ternura en el día de hoy puede evitar que mañana derramen muchas lágrimas. No obstante las múltiples discusiones que estos dos se hallan casi destinados a entablar en el terreno de las finanzas comunes e individuales, la mujer Aries no tardará en aprender una verdad conmovedora acerca de la actitud de su hombre Tauro respecto del dinero, que es tan diferente de la de ella (suponiendo que ambos sean ejemplares típicos de sus signos solares, y que sus cartas natales no confundan las cosas con una diversidad de posiciones planetarias, pues éstas crean las excepciones que confirman las reglas astrológicas). Al principio ella pensará que él es un verdadero tacaño, y él pensará que ella es todo lo imprevisora y descuidada que puede ser una mujer con el dinero (él cree que a todas las han hecho, más o menos, con el mismo molde de derroche). Sin embargo, gradualmente, su gran corazón de Toro se sentirá conmovido a medida que comprenda poco a poco que la negligencia de ella con el dinero es casi siempre producto de la generosidad impulsiva. Notará que, si bien ella gasta mucho dinero en sí misma (Aries representa la primera casa astrológica y, por tanto, todos los Carneros están excepcionalmente preocupados por su aspecto físico), gasta aún más dinero en los demás, repartiéndolo casi como una niña, deleitándose al complacer a la gente y al recibir como retribución sus sonrisas felices. Es probable que entonces él aplaque un poco su actitud inicial de desaprobación respecto de ese derroche desorbitado y desaprensivo. En verdad, después de que la relación haya tenido tiempo de consolidarse en una estructura definitiva, es posible que la generosidad espontánea de ella le inspire aún más amor.
Al mismo tiempo que él aprende a adaptarse al despilfarro de ella, incluso afectuosamente, ella irá descubriendo que él no es un avaro, como pensó al principio. Comprenderá que su cautela nace de la necesidad incontrolable de estar convencido de su seguridad futura, del arraigado temor a verse súbitamente arrojado a la calle y obligado a depender de la caridad..de los demás o del Gobierno, lo cual mataría su orgulloso espíritu de autarquía. Y comprenderá que, una vez que su Toro testarudo pero bondadoso, constan-te y leal, toma conciencia de que su futuro está razonablemente asegurado (no excesivamente, como en el caso del Cangrejo o la Cabra típico), es sinceramente generoso. A menos que haya una Luna o un ascendente «mal aspectado» en los elementos Tierra o Agua, él se complacerá tanto como ella en hacer regalos a sus amigos y parientes, y les prestará dinero a quienes lo necesitan, sin reclamarles imperiosamente el pago… mientras su reserva básica para el mañana permanezca intacta, reserva cuyo monto varía, lógicamente, de un Toro a otro. Pero el varón Tauro típico no correrá grandes riesgos con su seguridad. Si su mujer Aries intenta convencerlo de que deben mudarse a un apartamento o una casa mejor, y confiar en la promesa que alguien les hizo respecto de emolumentos, comisiones o sobresueldos futuros, para compensar la diferencia en el alquiler o las cuotas hipotecarias, sus esfuerzos serán infructuosos.
El Toro no se moverá un ápice mientras no esté seguro de que puede afrontar la erogación adicional. Desde que el mundo es mundo, para el Toro no hay ninguna promesa que no sea pura cháchara inconsistente… material que no es de fiar a la hora de construir algo concreto y perdurable. Sin embargo, cuando la presión se transforma en tracción (excelente metáfora en el caso de Tauro), este hombre compartirá la mitad de todo lo que tenga con cualquiera de cuya auténtica necesidad haya tomado conciencia, sobre todo si se trata de su familia, sus amigos… y la mujer que ama. Posiblemente habrá trances en que la chica Aries interpretará la obstinación del Toro como la forma más fría de crueldad. Por ejemplo, es posible que le diga algo grosero en público, si ella ha retozado demasiado para su gusto y si ha exhibido un comportamiento en general histriónico, y esto la agraviará hasta la médula. Ella tratará de obligarlo a disculparse abiertamente, o por lo menos a confesar que no lo pensaba en serio (y ella sabe que no lo pensaba), mientras él se niega hoscamente a concederle el consuelo verbal que le pide (o, más exactamente, le exige). A medida que ella siga ordenándole primero, y suplicándole luego, que se retracte, él se mostrará aún más taciturno y retraído, como un bloque de mármol, ciego, sordo, insensible… aparentemente. Entonces ella echará a correr impulsivamente, con un llanto colérico, y se perderá en la noche. Él es el hombre más frío, más cruel, que ha conocido en su vida, y todo ha terminado entre ambos.
No puede hacerle eso. Unas manzanas calle abajo (tal vez veinte o más, según la dosis de adrenalina que segregó cuando salió del lugar donde lo dejó), ve un café y entra en él, se sienta sola, llora, y lo odia ferozmente… hasta que llega a sus oídos, desde los altavoces del techo, la canción favorita de ambos, y ésta le recuerda lo que ha perdido al abandonarlo. De modo que paga la cuenta, sale deprisa, y termina sola y desamparada en una esquina, buscando un taxi para volver a casa —arrepentida, por fin— y ahora realmente asustada. Es tarde, no hay taxis a la vista, y debe volver a pie. lo cual le da tiempo para reflexionar sobre muchas cosas mientras marcha apresuradamente por unas calles que parecen inusitadamente silenciosas y solitarias. Pero… ¿quién es el que está allí entre las sombras, plácidamente recostado contra el edificio de enfrente, esperándola pacientemente? Es él. Aún está allí. Ella experimenta una eclosión de alegría mientras atraviesa corriendo la calle para arrojarse entre sus brazos protectores. Al fin y al cabo él no se fue y la dejó. Todo está nuevamente en orden. No, no se fue… esta vez. Probablemente aún estará allí, esperándola pacientemente, también después de su próxima escena fogosa y emocional de despedida. Pero algún día… Si ella es prudente, hará el balance de su dicha antes de que sea demasiado tarde.
Adaptación de Linda Goodman
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Amada
3 respuestas a “Mujer ARIES Hombre TAURO”
Que hermoso lo has dejado tan claro,
Chica Aries
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Bella este texto es de la famosa astróloga Linda Goodman del libro «Los signos del zodíaco y el amor»
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